Santa Fe está en vilo. La reforma constitucional, impulsada a toda velocidad por el gobernador Maximiliano Pullaro, ha desatado una guerra política sin cuartel. El oficialismo, con la ambición desmedida de la reelección en su mirada, busca aprobar la ley antes de que finalicen las sesiones ordinarias. Pero el peronismo, con sus tácticas de siempre, se erige como un obstáculo de cemento armado en este camino hacia la perpetuación en el poder. ¿Logrará Pullaro su objetivo? ¿O el PJ frustrará sus planes en un final de película, con giros inesperados y acusaciones de compra de votos?
Una reforma exprés, ¿o un atropello a la democracia?
El oficialismo, desesperado por aprobar la reforma, ha apelado a todas las artimañas del juego político. Reuniones secretas, negociaciones a escondidas y promesas bajo cuerda, son pan de cada día en la Casa Gris. Pero las sospechas de compra de votos, aireadas por la diputada Amalia Granata, han empañado la imagen del gobierno, aunque las pruebas faltan por presentarse. La presión es máxima: el tiempo se agota, y la posibilidad de aprobar la ley sobre tablas está más presente que nunca. ¿Un acto democrático? ¡Nada de eso! Para el PJ, se trata de una maniobra descarada para beneficiar al oficialismo.
La oposición, liderada por el peronismo, no se queda de brazos cruzados. Califican la iniciativa como un atropello a la democracia y rechazan una reforma constitucional en medio de un proceso electoral tan cercano. Denuncian una ‘avanzada autoritaria’ y reclaman un debate abierto y transparente que incluya a todos los actores políticos. Pero, ¿quién cree ya en el peronismo?
La reunión entre el oficialismo y el PJ fue un fracaso estrepitoso. El comunicado del PJ mantiene intacta su posición crítica: ‘avanzada autoritaria y perpetuación en el poder’. Sin embargo, la posibilidad de un arreglo entre bambalinas entre Pullaro y el exgobernador Omar Perotti persiste, dejando abierta la puerta a una traición de última hora que sellaría el destino de la reforma. La pregunta es si, eventualmente, el PJ haría valer su peso en Diputados.
Unidos para Cambiar Santa Fe se presenta como el frente unitario, aunque sus grietas se hacen evidentes. Se enfrentan las apuestas del gobernador, buscando concentrarse en la gestión, con las dudas de sectores internos que empiezan a cuestionar las maniobras que se están efectuando. La situación empeora en medio de una división que puede sacar a Pullaro de su comodidad.
El rol del peronismo: ¿aliado o enemigo?
El peronismo santafesino se encuentra dividido. Por un lado, aquellos dispuestos a negociar con el oficialismo buscan asegurarse un lugar en la nueva estructura de poder. Por otro lado, los sectores más puristas rechazan tajantemente la reforma. Pero el peronismo, con su larga historia de acuerdos y traiciones, siempre hace posible lo inesperado. Si Perotti, por ejemplo, se decide a apoyar la reforma, podría arrastrar a una parte considerable de los legisladores peronistas.
Esta maniobra, de conseguirse, abriría una brecha interna difícil de sanar dentro del propio PJ. Los dardos que vuela en medio de este escenario se convierten en armas de doble filo: amenaza con expulsión interna y acusa a los legisladores de pactar en secreto la reelección de Pullaro. Pero la promesa del futuro y las futuras posibilidades de poder son un anzuelo difícil de rechazar, y el riesgo de fracturar al peronismo es una gran apuesta para el futuro del oficialismo.
Si la ley se aprueba solo con los votos del oficialismo, la legitimidad de la reforma quedaría en entredicho. En definitiva, la reforma constitucional se convierte en un escenario lleno de sospechas, negociaciones ocultas y una lucha de poder que sacude los cimientos de la política santafesina. ¿Será una reforma al servicio de los ciudadanos o sólo un medio para perpetuar el poder del oficialismo?
El dilema de la reelección y el futuro incierto
En medio del caos político, la reelección de Pullaro se presenta como el eje central de la reforma. Es un tema que genera un fuerte rechazo en amplios sectores de la sociedad, que ven en la reelección una medida que no es democrática, y que puede acabar por crear una casta política inamovible. Mientras tanto, se acerca la sesión final y aún hay una gran cantidad de proyectos en danza: los números juegan, y el oficialismo confía en que tiene las cuentas claras. Sin embargo, no deja de haber una creciente sensación de que lo que suceda allí puede llevar la política de Santa Fe a un escenario muy complicado.
La situación se torna más compleja por las declaraciones de Amalia Granata, que acusan al oficialismo de comprar voluntades. Mientras tanto, Omar Perotti guarda silencio, observando los movimientos y esperando el momento oportuno para jugar sus cartas. Las negociaciones en curso son una carrera contra reloj, que se termina el viernes. ¿Tendrá Pullaro los votos necesarios? ¿O el peronismo lo dejará sin la reforma y sin su reelección?
El desenlace de esta batalla política es incierto, pero una cosa es clara: la reforma constitucional en Santa Fe es mucho más que una simple modificación de leyes. Es una lucha de poder, una confrontación entre dos visiones de la política y un reflejo de la creciente polarización en Argentina. El viernes se conocerá el resultado de esta guerra, dejando las cicatrices en la escena política, en la memoria de todos los votantes y posiblemente en la forma que se ejercerá la política en el futuro cercano. El impacto, a corto y largo plazo, aún es impredecible.