¡Señores y señoras, el circo político bonaerense ha vuelto a la ciudad! Y la función principal de esta semana es: ¿Reelecciones Indefinidas? ¡Prepárense para el show porque Axel Kicillof está negociando el futuro político de la provincia como si fuera un juego de póker!
Mientras la inflación galopa y la gente se preocupa por llegar a fin de mes, nuestros queridos políticos se dedican a lo que mejor saben hacer: aferrarse al poder. ¿Hay algo más importante que discutir la posibilidad de que los intendentes se eternicen en sus cargos? ¡Claro que no! Después de todo, ¿para qué preocuparse por la salud, la educación o la seguridad si podemos tener a los mismos de siempre calentando las sillas municipales por los siglos de los siglos?
Kicillof y el Club de los Intendentes Eternos
Axel Kicillof, el gobernador que prometió un cambio, ahora parece más interesado en perpetuar el status quo. ¿Su objetivo? Modificar la ley que limita las reelecciones de intendentes, abriendo la puerta para que los caciques del conurbano se conviertan en los nuevos señores feudales de la provincia.
Y claro, no faltan los interesados en subirse a este tren de la perpetuidad. Figuras como Fernando Espinoza, de La Matanza, con cuatro mandatos a sus espaldas (¡casi un récord Guinness!), o el camporista Jorge Ferraresi, que gobierna Avellaneda desde tiempos inmemoriales, sueñan con seguir reinando en sus feudos. ¿Alguien dijo democracia?
Pero no se crean que esto es solo cosa del peronismo. ¡No, señores! En Juntos por el Cambio también hay varios ansiosos por atornillarse a sus sillones. Diego Valenzuela, de Tres de Febrero; Miguel Lunghi, el eterno intendente de Tandil; y otros ilustres miembros del club de la re-re, esperan con ansias el guiño de Kicillof para seguir viviendo del Estado.
Un Pacto con el Diablo (Político)
Para lograr su cometido, Kicillof está dispuesto a todo. Se habla de un pacto secreto con la oposición, un intercambio de favores que incluye la aprobación de pliegos judiciales, el presupuesto 2025 y hasta la suspensión de las PASO. ¿El precio a pagar? La posibilidad de que los intendentes se conviertan en autócratas locales, intocables e inamovibles.
Mientras tanto, la provincia se hunde en la crisis. La inseguridad, la pobreza y la falta de oportunidades son moneda corriente. Pero claro, ¿quién tiene tiempo para ocuparse de esos temas menores cuando hay que negociar la supervivencia política de los caciques?
La pregunta que queda flotando en el aire es: ¿hasta cuándo los bonaerenses seguiremos tolerando este circo político? ¿Cuándo diremos basta a la perpetuación en el poder y exigiremos una renovación real de la clase dirigente? El futuro de la provincia está en juego, y no podemos permitir que unos pocos decidan por todos.
La historia de las reelecciones indefinidas en la Provincia es un cuento repetido de ambición y manipulación. Primero fue Vidal con su decreto tramposo, luego Kicillof con su “reinterpretación” de la ley. ¿Qué nos espera ahora? ¿Un nuevo truco legal para burlar la voluntad popular?