La ciudad de Alepo, escenario de intensos combates durante la guerra civil siria, ha vuelto a caer en manos de las fuerzas rebeldes, marcando un punto de inflexión en el prolongado conflicto. La toma del aeropuerto internacional de Alepo por parte de Hayat Tahrir al Sham (HTS), una alianza yihadista, y facciones rebeldes pro-turcas, ha desatado una nueva ola de violencia y ha generado preocupación a nivel internacional. Estados Unidos ha atribuido la pérdida de control de Alepo por parte del régimen de Bashar al Assad a su dependencia de Rusia e Irán, señalando la falta de compromiso político de Assad como un factor determinante en el resurgimiento del conflicto.
Alepo: un símbolo de la resistencia y la destrucción
Alepo, la ciudad más poblada de Siria antes de la guerra, ha sido testigo de la brutalidad del conflicto desde sus inicios en 2011. Dividida en dos, la parte occidental bajo control del régimen y la oriental en manos de los rebeldes, la ciudad fue sometida a intensos bombardeos y combates terrestres que la dejaron en ruinas. La reconquista de Alepo por parte del régimen en 2016, con el apoyo crucial de Rusia e Irán, fue considerada una victoria decisiva para Assad. Sin embargo, la reciente ofensiva rebelde demuestra la fragilidad del control del régimen y la persistencia de la oposición armada.
La toma del aeropuerto, un punto estratégico clave para el suministro de recursos y el movimiento de tropas, representa un duro golpe para el régimen y sus aliados. Este avance rebelde no solo pone en peligro las líneas de suministro del régimen en el norte del país, sino que también amenaza con desestabilizar aún más la región. La presencia de HTS, un grupo con vínculos con Al Qaeda, añade una capa adicional de complejidad al conflicto, planteando interrogantes sobre el futuro de la gobernanza en las áreas bajo su control.
El rol de las potencias internacionales: un juego geopolítico complejo
La guerra en Siria se ha convertido en un escenario de confrontación indirecta entre las potencias regionales e internacionales. Rusia e Irán, aliados incondicionales del régimen de Assad, han sido fundamentales para su supervivencia. La intervención militar rusa en 2015 cambió el curso de la guerra a favor de Assad, mientras que Irán ha proporcionado apoyo financiero, militar y logístico a través de milicias chiitas. Por otro lado, Turquía ha respaldado a las facciones rebeldes, buscando contener la influencia kurda en el norte de Siria y asegurar su frontera sur.
Estados Unidos, aunque ha mantenido una presencia militar limitada en Siria con el objetivo declarado de combatir al Estado Islámico, ha criticado duramente el régimen de Assad y ha pedido una solución política al conflicto. La reciente declaración de la Casa Blanca, culpando a la dependencia de Assad de Rusia e Irán por la pérdida de Alepo, refleja la creciente tensión entre las potencias internacionales involucradas en el conflicto sirio.
El papel de Turquía en el conflicto es particularmente complejo. Si bien Ankara se ha presentado como un defensor de la oposición siria, su prioridad es evitar el establecimiento de un estado kurdo en su frontera sur. La ofensiva rebelde en Alepo, que cuenta con el apoyo tácito de Turquía, podría complicar aún más las relaciones entre Ankara y Damasco, así como con Moscú y Teherán.
Implicaciones para el futuro de Siria
La toma de Alepo por parte de los rebeldes plantea serias dudas sobre el futuro de Siria. La posibilidad de una solución política negociada al conflicto parece cada vez más remota, mientras que la fragmentación del país en zonas controladas por diferentes facciones se consolida. La presencia de grupos yihadistas como HTS en áreas estratégicas como Alepo añade una dimensión preocupante al conflicto, aumentando el riesgo de radicalización y violencia.
El conflicto sirio, que ha entrado en su segundo decenio, ha dejado un saldo devastador de muertos, heridos y desplazados. Millones de sirios han huido del país en busca de refugio, generando una crisis humanitaria de proporciones épicas. La comunidad internacional se enfrenta al desafío de encontrar una solución duradera al conflicto que garantice la seguridad y la estabilidad en la región, pero la complejidad del escenario geopolítico y la falta de voluntad política de las partes involucradas hacen que la paz en Siria siga siendo una quimera.