¿Cuántas mañanas despertaste con la voz inconfundible de Bigote Acosta? El dial se silenció, pero el eco de su voz sigue resonando en cada rincón de Rosario. Raúl “Bigote” Acosta, leyenda del periodismo rosarino, nos dejó a los 81 años, pero su legado de pluralismo, compromiso y amor por la profesión permanece imborrable en la memoria colectiva.
Más que un periodista, Bigote fue un constructor de puentes, un defensor de las ideas y un testigo privilegiado de la historia reciente de Rosario y Argentina. Su partida no es un adiós, sino un hasta luego a una época dorada de la radiofonía argentina, donde la voz del periodista era la ventana al mundo.
Los inicios en el radioteatro
La historia de Raúl Acosta y su pasión por el periodismo es una historia de amor a primera escucha. Todo comenzó con un partido de fútbol, un clásico entre Colón y Guadalupe transmitido por LT9. Aquella transmisión, según sus propias palabras, fue la droga que lo enganchó para siempre. Dejó los libros de anatomía para sumergirse en el mundo del radioteatro en LT3, donde escribió Las patas de la sota, un programa que mezclaba humor y crítica social. Era el inicio de una carrera que lo llevaría a conquistar los medios de comunicación argentinos.
Un oyente recuerda: “Escuchar ‘Las Patas de la Sota’ era una tradición familiar. Bigote tenía una forma única de conectar con la gente, de hacernos reír y reflexionar al mismo tiempo.”
La consolidación en la revista La Capital
En 1968, dio el gran salto al ganar un concurso para ser secretario de redacción de la revista Gente en Buenos Aires. Allí, entre viajes y coberturas, consolidó su visión del periodismo como un oficio comprometido con la realidad y cercano a la gente. Años más tarde, regresaría a Rosario para dirigir la Revista La Capital, una publicación dominical que llegó a tener una tirada de 96 mil ejemplares. Un éxito rotundo que demostraba su capacidad para conectar con el público y ofrecer contenidos de calidad.
La Vereda de Enfrente: un espacio de pluralismo
Su programa La Vereda de Enfrente, que comenzó a emitirse en 1978 por LT8, se convirtió en un emblema de la radiofonía rosarina. En aquel ciclo, Acosta reunió a un equipo de profesionales de diferentes ideologías y trayectorias, creando un espacio de debate pluralista y respetuoso. La censura de la dictadura militar no pudo acallar su voz, y durante aquellos años oscuros, La Vereda de Enfrente se transformó en un programa musical que, entre melodías y letras, transmitía un mensaje de esperanza y resistencia.
Con el regreso de la democracia, La Vereda de Enfrente recuperó su espíritu original, convirtiéndose en un espacio de referencia para la discusión política y social. Acosta, con su estilo mordaz y su capacidad para escuchar diferentes puntos de vista, logró crear un programa único, donde la pluralidad de opiniones era el valor fundamental. En sus últimos años, continuó conduciendo La Mañana Rosarina por LT3, demostrando que su pasión por el periodismo seguía intacta.
“No me molesta que los colaboradores piensen distinto, por eso es de los pocos programas donde no pensamos lo mismo y eso lo decimos al aire; en realidad, a mí me gusta confrontar, por eso se da ese clima.”
Un colega de “La Vereda de Enfrente” recuerda: “Bigote siempre nos decía: ‘Acá se viene a debatir, a pensar diferente, pero siempre con respeto’. Él creía en el valor de la palabra y en la importancia de escuchar al otro.”
El legado docente y periodístico
Bigote también dedicó su vida a la docencia, fue profesor adjunto en la cátedra de Periodismo Político en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), donde transmitió su pasión por el oficio y su compromiso con la verdad.
Un alumno de Acosta comenta: “Bigote no solo nos enseñó a escribir, sino a pensar críticamente, a cuestionar la realidad y a defender nuestros ideales. Su legado como docente es imborrable.”
Su muerte es un recordatorio de los valores que deben guiar al periodismo: la pluralidad, el respeto, el debate y el compromiso con la sociedad. Como dijo un oyente frente a Cochería Caramuto, Bigote era de los que creían que el periodismo debe incomodar, pero también abrazar. Sus palabras, que resuenan como un testamento, nos invitan a reflexionar: La vereda de enfrente no es la contraria… es la que te hace pensar.
En un mundo donde la inmediatez y la superficialidad parecen dominar los medios de comunicación, la figura de Raúl Acosta se alza como un faro que ilumina el camino hacia un periodismo más comprometido, pluralista y humano. Su voz, aunque ya no suene en la radio, seguirá resonando en el corazón de todos aquellos que creemos en el poder de la palabra para transformar la realidad.
Ahí donde ahora hay podcasts y pantallas, queda su lección: las ideas se defienden con micrófonos, no con gritos. Y con un bigote que, como él, nunca pasarán de moda. Un bigote, una ciudad, una época. Raúl “Bigote” Acosta, presente.
“El periodismo es, en esencia, un acto de servicio público. Un compromiso con la verdad y con la gente.”