La ciudad de Córdoba, como un microcosmos de la Argentina, se encuentra en el ojo de la tormenta. La reciente firma de un acuerdo salarial entre la Municipalidad y el SUOEM, sindicato de empleados municipales, ha desatado una ola de indignación entre los vecinos. Un aumento que duplica la inflación, con impacto en jubilaciones y adicionales, se percibe como una bofetada a la realidad económica que atraviesan la mayoría de los cordobeses. Mientras los empleados municipales celebran un incremento salarial del 10,5% acumulativo para noviembre y diciembre, los vecinos se preguntan: ¿quiénes pagan esta fiesta?
El SUOEM y la Municipalidad: una historia de desencuentros y privilegios
El acuerdo, alcanzado luego de semanas de conflicto que incluyeron paros sorpresivos, asambleas y piquetes, impactará en las arcas municipales. Un empleado municipal promedio, tras el aumento, cobrará un sueldo bruto que ronda los 2.500.000 de pesos, más del doble del sueldo promedio en blanco del sector privado a nivel nacional. Esta disparidad salarial se convierte en una afrenta para los contribuyentes cordobeses que, con sus impuestos, financian los salarios de una planta municipal que, a ojos vista, no parece brindar los servicios que la ciudad necesita.
Pero la controversia no termina con la firma del acuerdo. Lejos de aquietar las aguas, el SUOEM redobla la apuesta. Nuevas asambleas de dos horas por turno paralizan la atención al público en la Municipalidad, afectando trámites esenciales como la obtención de licencias de conducir o turnos médicos. El motivo del nuevo reclamo: el congelamiento de la “carrera administrativa”, un sistema de ascensos automáticos por antigüedad que no tiene parangón en el sector privado.
¿Asambleas o paros encubiertos? La ciudad como rehén
La “mojada de oreja” del SUOEM a los vecinos no se limita al reclamo por la carrera administrativa. En un comunicado, el sindicato lanza una velada amenaza al intendente Passerini: “No sabés dónde meter más funcionarios”. Una extorsión implícita que deja entrever la posibilidad de revelar información comprometedora si no se ceden a sus demandas. Mientras tanto, los vecinos siguen pagando los platos rotos: calles en mal estado, servicios deficientes, una ciudad que se deteriora día a día.
Ante esta situación, surge la pregunta: ¿qué hará la Municipalidad? ¿Se impondrá la autoridad o se cederá ante las presiones del gremio? La implementación de un nuevo plan de pagos municipales, con el consecuente aumento de impuestos, no hace más que echar leña al fuego. Los vecinos, con sus bolsillos cada vez más flacos, se ven obligados a financiar los privilegios de un sector que parece vivir en una realidad paralela.
El conflicto entre la Municipalidad de Córdoba y el SUOEM trasciende lo salarial. Es un síntoma de la profunda crisis que atraviesa el país: una crisis de representación, de valores, de sentido común. Los vecinos, hartos de la ineficiencia y la corrupción, exigen un cambio. Un cambio que no solo implique un manejo responsable de los recursos públicos, sino también un compromiso real con el bienestar de la comunidad.
La indignación vecinal: una bomba de tiempo
En las calles de Córdoba, la indignación se palpa en el aire. Los vecinos, cansados de ser rehenes de las disputas gremiales, expresan su frustración. “No es justo que con mi sueldo no llegue a fin de mes y ellos tengan estos privilegios”, comenta una vecina. “La ciudad está abandonada, llena de problemas, y ellos solo piensan en sus propios beneficios”, agrega otro. Las redes sociales se convierten en un hervidero de críticas y reclamos. La paciencia se agota, la bronca crece. ¿Hasta cuándo los vecinos seguirán tolerando esta situación?
El caso del SUOEM y la Municipalidad de Córdoba es un ejemplo paradigmático de la desigualdad que impera en Argentina. Mientras la mayoría de la población lucha por sobrevivir en un contexto económico adverso, algunos sectores privilegiados parecen inmunes a la crisis. ¿Es posible construir un país justo y equitativo con estas asimetrías? ¿Llegará el día en que los intereses de la comunidad prevalezcan sobre los privilegios de unos pocos?
El futuro de Córdoba, como el del país, depende de las decisiones que se tomen hoy. La responsabilidad recae no solo en los gobernantes y los dirigentes gremiales, sino también en cada uno de los ciudadanos. Es hora de exigir un cambio, de alzar la voz, de construir una sociedad más justa y equitativa para todos.