El fútbol argentino se vistió de polémica este fin de semana, y el epicentro fue el Coloso Marcelo Bielsa. Independiente, con la ilusión de meterse en la pelea por la Libertadores, cayó derrotado ante un Newell’s que, entre sombras y dudosas decisiones arbitrales, se impuso 2-1. Una derrota que encendió la furia en Avellaneda, dejando un regusto amargo para el Rojo y un sabor agridulce para la Lepra.
El penal que nunca fue, y el VAR que sí lo vio
Apenas comenzado el encuentro, una jugada confusa en el área de Independiente terminó con un jugador leproso en el piso. El árbitro Andrés Merlos, quien ya contaba con antecedentes cuestionables, no observó la infracción. ¡Inconcebible! Pero la tecnología, el VAR, el omnipresente ojo que todo lo ve (o casi todo), decidió intervenir. Para sorpresa de los jugadores del Rojo, un penal inexistente había sido detectado. Y, como si fuera poco, Banega, el experimentado mediocampista, cambió la pena máxima por gol.
La bronca en las tribunas y en el banco de Independiente era palpable. ¿Cómo un árbitro con tantos antecedentes de fallos dudosos, podía dirigir un partido con semejante trascendencia? Las sospechas de complicidad con la localía, aunque infundadas, flotaban en el aire. Una atmósfera enrarecida que preanunciaba lo que vendría.
El gol fantasma y la indignación desatada
La segunda controversia llegó en el segundo tiempo, en una jugada digna de película. Después de un rebote, el balón impactó en Juan Manuel García, quien lo celebró sin dudar. Para Independiente, la pelota jamás había cruzado completamente la línea de gol. Rodrigo Rey, el arquero del Rojo, jura y perjura que la pelota no había entrado. Pero el asistente marcó el gol. El VAR, un nuevo jugador en este drama, ratificó la absurda decisión.
En las imágenes, que se repitieron una y otra vez, se podía observar una inmensa duda. Una incertidumbre que solo acentuaba la impotencia de los jugadores de Independiente, que sabían que eran víctima de una injusticia manifiesta. Este gol, más que un tanto en contra, fue la puntilla que destrozó cualquier esperanza del Rojo en Rosario.
La reacción posterior fue inmediata. Los jugadores del Rojo fueron en masa al árbitro reclamando con una fiereza digna de los más grandes clásicos del fútbol argentino. La expulsión de Laso solo sirvió para agregar más leña al fuego. La escena final, con jugadores amontonados alrededor de Merlos, parecía salida de una película de mafiosos.
Vaccari, Merlos y el estallido final
Julio Vaccari, el técnico de Independiente, en una conferencia de prensa posterior al partido, no hizo más que mostrar la desesperación del conjunto de Avellaneda al decir que él solo había entrado a separar. Intentó mantener la compostura, pero el enfado era visible. Sus quejas sobre la cantidad de tiempo añadido también reforzaban el sentir generalizado de injusticia y mal arbitraje que permeaba el ambiente.
Merlos, el protagonista central de este debate, demostró una vez más su peculiar estilo. La frase ‘Trece minutos agregué y la culpa la tengo yo… Pregúntale al maleducado de Laso lo que dijo’ resume la actitud desafiante del juez ante la creciente avalancha de críticas. Una falta de profesionalismo que ya lo ha caracterizado en reiteradas ocasiones.
Esta derrota ante Newell´s deja a Independiente lejos de los puestos de Libertadores y sin la calma que se había conseguido después del buen momento futbolístico. La bronca es justificada. La frustración por haber sido perjudicado y, con un árbitro con antecedentes de errores groseros, es un factor que alimenta el fuego. Pero, más allá de la furia, queda un interrogante. ¿La incompetencia o la intencionalidad es el factor clave detrás de las decisiones de Merlos?
Un partido manchado por la polémica
El partido entre Newell´s e Independiente quedará en los anales del fútbol argentino como un ejemplo claro de cómo las controversias pueden opacar un partido de fútbol. No solo la derrota de Independiente es la noticia principal, sino también las decisiones cuestionables del juez y la falta de soluciones claras para situaciones ambiguas. Queda por verse si se revisarán estas jugadas, pero lo que sí queda claro es la frustración general del equipo visitante, y de sus seguidores, que fueron testigos de un encuentro marcado más por lo extrafutbolístico que por el buen juego.