Una polémica sacude Argentina en torno al plan de lecturas para estudiantes de nivel medio en la provincia de Buenos Aires. El debate, centrado en la inclusión de ciertas obras literarias, enfrenta al oficialismo con la oposición, generando un intercambio de acusaciones que se ha extendido a las redes sociales y los tribunales.
El origen de la controversia
La vicepresidenta Victoria Villarruel, figura destacada de la oposición, fue la primera en cuestionar el programa. A través de sus redes sociales, criticó duramente varios títulos incluidos en el plan, calificándolos de “degradantes”, “inmorales” y acusando a los libros de “sexualizar a los chicos”. Sus publicaciones incluyeron extractos de “Cometierra”, de Dolores Reyes, como ejemplos de este supuesto contenido inapropiado. Villarruel basa sus argumentos en la idea de proteger la “inocencia de los niños”, enfatizando en que estos libros cruzan una línea que considera inaceptable.
La respuesta del oficialismo no se hizo esperar. El gobernador Axel Kicillof, a través de sus redes sociales, publicó una foto suya leyendo “Cometierra”, la novela más criticada. Su mensaje, breve pero contundente, fue: “Qué mejor que un domingo de lluvia para leer buena literatura argentina. Sin censura.”
La defensa del programa y los argumentos a favor
Alberto Sileoni, Director General de Cultura y Educación de Buenos Aires, salió en defensa del plan de lecturas. En declaraciones públicas, rechazó las acusaciones de Villarruel, argumentando que las obras incluidas en el programa no buscan promover una agenda sexual específica. Por el contrario, según Sileoni, se trata de una colección de libros que abarcan diversos temas y que fomentan la discusión y el análisis. En particular, afirmó que una escena explícita en “Cometierra”, uno de los libros cuestionados, podría utilizarse con fines pedagógicos dentro de un contexto educativo adecuado y con el acompañamiento del docente.
Sileoni argumentó que el programa, denominado “Identidades Bonaerenses”, ofrece una herramienta literaria diversa para las escuelas secundarias, que sirve tanto a bibliotecas como a docentes. Recalcó que no se obliga a nadie a leer los textos y que la selección de los mismos tiene en cuenta la edad del alumnado. Así, textos con lenguaje soez o temas complejos, como sexualidad o política, están reservados para la educación secundaria orientada, donde los estudiantes tienen entre 16 y 19 años, y siempre con el apoyo y seguimiento de un profesor.
Denuncia penal y el debate social
La Fundación Morelli, organización dedicada a la protección de niños, niñas y adolescentes, presentó una denuncia penal contra Sileoni por “divulgación de textos como pornografía infantil y corrupción de menores con contenidos sexuales”. La denuncia cita a “Cometierra” junto a “Las Primas”, “Si no fueras tan niña” y “Las Aventuras de la China Iron”, argumentando que los contenidos sexuales explícitos en esos libros exceden los límites de la Educación Sexual Integral (ESI) y su distribución a menores podría considerarse ilegal. Esta acción legal intensificó el debate público sobre los límites de la libertad de expresión en el ámbito educativo y la protección de la infancia.
La Fundación Morelli aclaró públicamente que no se opone a la ESI, pero considera que los libros señalados trascienden la función educativa, hipersexualizando a los adolescentes. La fundación destaca la importancia del acompañamiento del profesorado y advierte sobre el impacto negativo en menores ante la falta de una guía adulta que permita procesar correctamente ese contenido explícito.
Contexto Legal y Debate Educativo
La ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes es un punto central de la discusión. La ley establece garantías y derechos específicos para la infancia y la adolescencia, sin embargo su aplicación e interpretación en casos de libros con contenido sexual que integran planes educativos generan diversas opiniones. Interpretar los límites entre la ESI, la libertad de expresión y la protección de menores, según el punto de vista de cada parte, es lo que define la controversia.
En el ámbito educativo, el debate es profundo. Se confrontan visiones sobre el papel de la escuela en el desarrollo sexual, la importancia de la representación en la literatura y la necesidad de un material que aborde los desafíos de la adolescencia contemporánea. El debate involucra el rol del Estado como proveedor de contenidos y la importancia del acompañamiento de la familia y el cuerpo docente en la formación de jóvenes.
La polémica por el plan de lecturas bonaerense expone una profunda grieta social y política en Argentina. El debate no se centra solo en los libros específicos, sino en la manera en la que se gestiona la educación en el ámbito de la sexualidad y las responsabilidades que cada actor tiene en la formación de menores. La denuncia penal y las reacciones en las redes sociales evidencian la polarización y la falta de consenso sobre cómo abordar estos temas delicados.
La controversia dejará sin duda un precedente que marcará futuros debates educativos y la discusión acerca de la libertad de expresión en materia de contenido para menores de edad.