El triunfo de Yamandú Orsi en las elecciones presidenciales de Uruguay marca un hito político, no solo por el regreso del Frente Amplio al poder después de un período de gobierno del Partido Nacional, sino también por la asunción de un líder que se define a sí mismo como un “pragmático progresista”. Este perfil, que combina una ideología de izquierda con un enfoque pragmático en la gestión, promete una nueva dinámica en la política uruguaya, especialmente en la compleja relación con Argentina, liderada por Javier Milei.
La relación con Argentina: un desafío clave
Una de las primeras señales que dio el presidente electo tras su victoria electoral fue su reconocimiento de la necesidad imperativa de mantener una sólida relación con Argentina. En declaraciones a la prensa, Orsi afirmó: “Tiene que ser muy buena, no tenemos otra chance nosotros”. Esta frase encapsula la visión pragmática que Orsi planea aplicar en la política exterior, reconociendo la dependencia económica y geoestratégica que existe entre Uruguay y Argentina, dos países estrechamente vinculados por historia, cultura y comercio.
Orsi es consciente de las marcadas diferencias ideológicas entre su postura de izquierda moderada y el liberalismo de Javier Milei, pero defendió la necesidad de buscar consensos en los temas de interés común entre ambos países. “Desde el punto de vista filosófico e ideológico tenemos puntos de vista bastante encontrados, pero los temas que nos convocan, que son los comunes, ahí tenés que apelar al sentido común”, explicó Orsi, destacando la primacía del pragmatismo por sobre las ideologías.
Este enfoque pragmático quedó aún más claro al analizar ejemplos concretos. Orsi destacó el dragado del canal de acceso al puerto de Montevideo como una señal positiva de la gestión de Milei: “Una de las primeras señales de Milei fue el dragado del canal, y para nosotros fue fundamental”. Este gesto, esencial para la economía uruguaya, deja en evidencia que, para Orsi, los logros concretos, aún provenientes de un gobierno de ideología contrapuesta, son prioritarios en las relaciones bilaterales.
Orsi ha confirmado que invitará a Milei a su asunción en marzo de 2025. El gesto de invitar a Milei es más que un simple acto protocolar. Constituye una señal explícita de buena voluntad por fortalecer la relación bilateral, a pesar de las diferencias ideológicas. Asimismo, Orsi planea reunirse con Milei antes de asumir, sugiriendo una disposición temprana al diálogo y al entendimiento mutuo, con el objetivo de construir una relación de trabajo eficiente, independientemente de los matices ideológicos.
El pragmatismo regional y la formación del gabinete
El enfoque pragmático de Orsi no se limita a la relación con Argentina. Extendiéndose a la región, Orsi ve en Uruguay la posibilidad de ser un articulador entre países con visiones políticas disímiles: “Desde el punto de vista geopolítico siempre tenés que tener un alineamiento con la región y tenemos una situación de privilegio porque podés ser el articulador en una zona que aparece a veces volcada hacia un lado y hacia otro, pero son más las inercias que permanecen”. Esta perspectiva refleja la aspiración de Orsi a construir puentes de diálogo y cooperación, superando las divisiones ideológicas para alcanzar metas comunes.
La formación del gabinete de Orsi es crucial. La elección de Gabriel Oddone como ministro de Economía, un economista de perfil neoclásico, considerado un miembro del “establishment” económico, muestra su compromiso de tender puentes con sectores más conservadores, incluyendo el ámbito económico, demostrando un pragmatismo a la hora de conformar un equipo capaz de lograr acuerdos y gestionar la economía uruguaya con eficiencia.
Sin embargo, la designación de Oddone no carece de controversias dentro del propio Frente Amplio, lo que refleja la tensión inherente entre la necesidad de un gobierno pragmático y la cohesión interna de un partido ideológicamente diverso. Se espera que en las próximas semanas Orsi complete su gabinete ministerial, donde probablemente deberán ser tenidas en cuenta las promesas de campaña en el área de la seguridad, prometiendo la creación de 2000 nuevos cargos policiales, y de la reforma previsional.
Orsi y Mujica: un legado en la gestión
Una de las primeras actividades de Orsi como presidente electo fue visitar a José Mujica, figura clave del Frente Amplio. La reunión con Mujica trasciende el simple acto protocolar, simbolizando la continuidad ideológica y el legado de la experiencia de gobierno del partido en el pasado. Mujica, conocido por su ideología de izquierda con fuertes inclinaciones hacia el diálogo y la negociación política, parece ser un referente importante para Orsi, quien destaca la voluntad acuerdista del expresidente como un punto clave en su propia filosofía política.
Orsi ha reiterado su voluntad de mantener un diálogo continuo con el presidente saliente, Luis Lacalle Pou, en el marco de una transición ordenada. Este gesto también destaca el enfoque pragmático de Orsi, priorizando la estabilidad política y la continuidad de las gestiones para facilitar el traspaso de mando.
El desafío de la gobernabilidad
El Frente Amplio obtuvo la victoria en las elecciones con un margen superior al esperado por las encuestas, pero no cuenta con mayoría en la Cámara de Diputados, lo que implica un desafío a su capacidad de gobernabilidad. Este contexto exige que Orsi mantenga una estrategia de diálogo y consenso para lograr el apoyo necesario en el legislativo, lo que representa un test a su capacidad de negociación y la efectividad de su pragmatismo.
En resumen, la llegada de Yamandú Orsi al poder en Uruguay representa un giro importante en la política del país, donde la combinación de un liderazgo pragmático y una ideología de izquierda moderada se enfrentan al desafío de liderar en un contexto político complejo tanto a nivel interno como a nivel regional. Su enfoque en el diálogo, la cooperación y el pragmatismo político promete definir su gestión, especialmente frente a los complejos retos que presenta la relación bilateral con Argentina.