La guerra civil siria, que ha devastado el país durante más de una década, ha entrado en una nueva fase de alta intensidad con el avance de las fuerzas rebeldes hacia Damasco, la capital. Liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo islamista que ha consolidado su poder en el noroeste de Siria, los rebeldes han logrado importantes victorias en las últimas semanas, tomando el control de ciudades estratégicas como Alepo y Hama. Este rápido avance ha puesto al régimen de Bashar al-Assad en una situación crítica, generando preocupación en la comunidad internacional sobre las posibles consecuencias regionales de la escalada del conflicto.
El llamado a la toma de Damasco y la estrategia rebelde
Abu Mohammed al-Jolani, líder de HTS, ha llamado a sus combatientes a prepararse para tomar el control de Damasco. En un comunicado difundido a través de Telegram, al-Jolani, utilizando su nombre real Ahmed al-Sharaa, proclamó: “Damasco los espera”. Este llamado a la acción no solo revela la ambición de HTS de derrocar al régimen de Assad, sino que también evidencia la creciente confianza de los rebeldes en su capacidad militar. La estrategia rebelde se ha basado en una ofensiva relámpago, aprovechando la debilidad del ejército sirio y la disminución del apoyo ruso debido a la guerra en Ucrania.
En una entrevista con CNN, al-Jolani reiteró que el objetivo principal de la coalición rebelde es derrocar a Assad y establecer un sistema de gobierno “institucional” basado en la elección popular. Este discurso, que se distancia de la retórica extremista que caracterizó a HTS en el pasado, busca proyectar una imagen de moderación y legitimidad política. Al-Jolani se presenta ahora como un líder político que busca una transición pacífica hacia la democracia, en contraste con el autoritarismo de Assad.
La respuesta del régimen y la negación de la derrota
Ante el avance rebelde, el gobierno sirio ha negado la pérdida de territorio y ha minimizado la importancia de las victorias rebeldes. El Ministerio de Defensa sirio ha desmentido los informes sobre la retirada de sus tropas de las áreas cercanas a Damasco, calificándolos de “infundados”. A pesar de estas negaciones, la realidad sobre el terreno indica que el régimen de Assad se encuentra en una posición cada vez más precaria. La pérdida de ciudades clave y el avance rebelde hacia la capital representan un serio desafío para la supervivencia del régimen.
Mientras tanto, en Damasco, la tensión es palpable. Informes no confirmados indican que manifestantes han derribado una estatua de Hafez al-Assad, padre del actual presidente, en un suburbio de la capital. Este acto simbólico de desafío al régimen ilustra el creciente descontento popular y la fragilidad del control gubernamental en algunas áreas.
La comunidad internacional y la búsqueda de una solución pacífica
La escalada del conflicto en Siria ha generado preocupación en la comunidad internacional. Los ministros de Exteriores de Rusia, Turquía e Irán, países garantes del proceso de paz en Siria, se reunieron en Doha para discutir la situación. En un comunicado conjunto, los tres países pidieron un cese inmediato de las hostilidades y el inicio de un diálogo entre el gobierno sirio y los rebeldes. Sin embargo, la posibilidad de un acuerdo de paz parece remota en este momento, dadas las posiciones irreconciliables de las partes en conflicto y la complejidad del escenario geopolítico.
Rusia, tradicional aliado de Assad, se encuentra en una posición delicada debido a su participación en la guerra en Ucrania. La capacidad de Moscú para brindar apoyo militar al régimen sirio se ha visto limitada, lo que ha contribuido al debilitamiento de Assad. Por otro lado, Turquía, que apoya a algunas facciones rebeldes, ha expresado su deseo de que Siria encuentre la paz, pero no ha tomado medidas concretas para detener el avance rebelde.
Estados Unidos, bajo la administración del presidente electo Donald Trump, ha manifestado su intención de no involucrarse en el conflicto sirio. Esta postura aislacionista podría dificultar aún más la búsqueda de una solución pacífica y dejar a Siria a merced de las potencias regionales e internacionales que compiten por la influencia en el país.
El futuro incierto de Siria
El avance rebelde hacia Damasco marca un punto de inflexión en la guerra civil siria. El régimen de Assad se enfrenta a la posibilidad real de ser derrocado, lo que podría tener consecuencias impredecibles para la región. La fragmentación del país, el surgimiento de nuevos grupos extremistas y la intensificación de la rivalidad entre las potencias regionales son solo algunos de los posibles escenarios que se vislumbran en el horizonte.
El futuro de Siria es incierto, pero una cosa es clara: la guerra civil está lejos de terminar. El conflicto ha entrado en una nueva fase de alta intensidad, y la comunidad internacional debe actuar con urgencia para evitar una mayor escalada de la violencia y buscar una solución política que ponga fin al sufrimiento del pueblo sirio.