A pesar de la caída en las ventas de combustible durante los últimos meses, las petroleras se preparan para aplicar un nuevo aumento en los precios de la nafta y el gasoil a partir del domingo. Se estima que el incremento podría alcanzar hasta un 3%, impactando directamente en el bolsillo de los consumidores y generando un efecto dominó en la economía nacional.
Causas del Aumento
El principal factor que impulsa esta nueva suba es la devaluación mensual del 2% del tipo de cambio oficial, conocida como “crawling peg”. Este mecanismo, implementado por el Gobierno para controlar la inflación, repercute en los precios de los bienes transables, como los combustibles, que se ajustan en función de la variación del dólar.
Además de la devaluación, el aumento en los precios internacionales del petróleo también contribuye a la suba en los surtidores. El barril de Brent, referencia para Argentina, ha experimentado un incremento en su cotización, presionando al alza los costos de importación de combustibles.
Por último, el Gobierno ha oficializado un aumento del 1% en el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y al Dióxido de Carbono, a través del Decreto 1059/24. Esta medida, que ajusta los montos fijos establecidos en la Ley 23.966 de 1998, impacta directamente en el precio final que pagan los consumidores.
Impacto en el Consumidor
Con este nuevo incremento, llenar el tanque de un auto mediano con nafta premium podría costar más de $60.000 en la Ciudad de Buenos Aires, según estimaciones. En otras provincias, como Córdoba, los precios podrían ser aún mayores. Este aumento se suma a una larga lista de incrementos en servicios y productos básicos, como tarifas, prepagas, colegios y alquileres, profundizando la presión sobre el bolsillo de los argentinos.
Para un auto como el FIAT Cronos, el más vendido en Argentina, con una capacidad de tanque de 45 litros, llenarlo con nafta súper costaría alrededor de $49.905, mientras que con nafta premium ascendería a $61.695. Estos valores podrían variar ligeramente según la región y la compañía petrolera.
La situación se agrava aún más si se considera que las ventas de combustible han caído un 8,8% interanual en octubre, demostrando que el consumo se está contrayendo debido a los altos precios. Las naftas y gasoil de mayor calidad han experimentado una disminución aún más pronunciada, cercana al 20%, según datos de la Secretaría de Energía.
Perspectivas a Futuro
El constante aumento en los precios de los combustibles genera incertidumbre sobre el futuro de la economía. Expertos advierten que esta tendencia podría afectar la inflación, ya que el transporte es un componente clave en la formación de precios de muchos productos y servicios. Un incremento en el costo del transporte se traslada inevitablemente al precio final de los bienes, generando un círculo vicioso que impulsa la inflación.
Además, la caída en las ventas de combustible refleja una disminución en la actividad económica. Menos consumo de nafta y gasoil puede indicar una retracción en la producción, la distribución y el consumo en general, lo que podría tener consecuencias negativas para el crecimiento del país.
Ante este panorama, el Gobierno enfrenta el desafío de controlar la inflación sin afectar la actividad económica. La búsqueda de un equilibrio entre estos dos objetivos será crucial para evitar una crisis mayor. Algunas medidas que se podrían considerar incluyen la reducción de impuestos a los combustibles, la promoción de energías alternativas y la implementación de políticas que incentiven el consumo responsable.