París, la ciudad de las luces, ha vuelto a brillar con una intensidad especial este fin de semana. Tras cinco años de silencio y reconstrucción, la Catedral de Notre Dame, símbolo de Francia y joya del gótico, ha reabierto sus puertas en una ceremonia majestuosa, dividida en seis actos que se extenderán hasta Pentecostés de 2025. Un renacimiento marcado por la esperanza, la admiración y la bendición del Papa Francisco, aunque a la distancia.
Acto I: El despertar de la piedra
El sábado marcó el inicio de las celebraciones con una ceremonia inaugural que trascendió lo religioso. El arzobispo de París, Laurent Ulrich, describió una catedral “mucho más hermosa” que antes, destacando la limpieza de la piedra parisina y un brillo que la hace parecer más grande. Un esplendor que nadie recuerda haber visto, según sus palabras, después del devastador incendio de abril de 2019.
El arzobispo Ulrich, en un gesto simbólico cargado de historia, golpeó tres veces con su báculo la puerta de la catedral para dar inicio a la reapertura. Un acto que resonó en el silencio de la plaza, anunciando el regreso de la vida a este monumento icónico.
Acto II: La música celestial del órgano
Tras la apertura de las puertas, el imponente órgano de Notre Dame, el más grande de Francia, volvió a sonar. Un instrumento que sobrevivió al incendio, pero que sufrió los estragos del polvo. Desmontado y vuelto a montar pieza por pieza, su despertar siguió una liturgia especial, culminando con un ‘Magnificat’ que llenó la catedral de una atmósfera celestial.
Para muchos, la música del órgano simboliza el alma de Notre Dame. Su regreso a la vida representa la continuidad de una tradición centenaria y la victoria del espíritu humano sobre la adversidad.
Acto III: La primera misa, un encuentro con la fe
El domingo por la mañana, 170 obispos y sacerdotes de las 106 parroquias parisinas se reunieron para celebrar la misa inaugural. Un evento reservado para la comunidad religiosa, que marcó el regreso del culto a la catedral. Por la noche, la primera misa abierta al público congregó a miles de fieles que llenaron la plaza y las calles aledañas.
La emoción era palpable en los rostros de los asistentes. Para muchos, esta misa representó no solo un acto religioso, sino también un símbolo de la resiliencia de París y de toda Francia.
Acto IV: Ocho días de gracia y agradecimiento
La reapertura de Notre Dame no se limita a un fin de semana. Durante ocho días, se celebrarán dos misas diarias: una a las 10:30, por invitación, para agradecer a los involucrados en la reconstrucción (bomberos, mecenas, artesanos); y otra a las 18:30, abierta al público, pero con reserva previa (las entradas se agotaron rápidamente).
Esta “octava” de celebraciones es una forma de extender la alegría de la reapertura y reconocer el esfuerzo colectivo que la hizo posible.
Acto V: Seis meses de peregrinación y encuentro
El arzobispo Ulrich anunció que el período de reapertura se extenderá hasta Pentecostés de 2025. Durante estos seis meses, se celebrarán tres misas diarias y se organizarán peregrinaciones de parroquias de París, sus alrededores y toda Francia.
Notre Dame volverá a ser un centro de peregrinación, un lugar de encuentro para los creyentes y un símbolo de la fe que resiste al paso del tiempo y las adversidades.
A partir del 8 de junio de 2025, la catedral volverá a su ritmo ordinario, abierta a todos, con un sistema de reservas gratuitas para evitar largas esperas. Una medida que busca conciliar el acceso público con la preservación del monumento.
Acto VI: La bendición papal a la distancia y la polémica del arte contemporáneo
Aunque el Papa Francisco no asistió a la reapertura, envió un mensaje en el que pidió que el renacimiento de Notre Dame sea “un signo profético de la renovación de la Iglesia en Francia”. Su ausencia, según explicaron representantes del Vaticano, se debe a su deseo de que la catedral sea la protagonista y a su enfoque en las comunidades cristianas más necesitadas.
La reapertura también ha generado controversia por la inclusión de mobiliario contemporáneo en el interior de la catedral. El arzobispo Ulrich defendió esta decisión, argumentando que Notre Dame siempre ha incorporado el arte de su época, recordando que la catedral misma fue construida con el arte contemporáneo del siglo XII.
En definitiva, la reapertura de Notre Dame es mucho más que un evento religioso o cultural. Es un símbolo de la capacidad humana para reconstruir, para superar la tragedia y para encontrar la belleza en medio de las cenizas. Un mensaje de esperanza para Francia y para el mundo entero.