¡Argentina arde! Una marea humana de trabajadores, hartos del ajuste brutal de Milei, inundó la Plaza de Mayo. La bronca y la desesperación se palpaban en el aire, mientras miles de gargantas coreaban consignas contra el gobierno. Los líderes sindicales, con la voz ronca de la lucha, arengaban a las masas, prometiendo resistencia a ultranza contra las políticas de hambre y miseria.
Milei, el verdugo del pueblo
El gobierno de Milei, con su política económica neoliberal, ha desatado una ola de despidos masivos, cierre de fábricas y recortes en los servicios públicos. Los trabajadores, cada vez más pobres, ven cómo sus salarios se evaporan con la inflación galopante. La clase media, otrora próspera, se hunde en la miseria. El hambre acecha en cada esquina, mientras los ricos se llenan los bolsillos a costa del sufrimiento ajeno.
Milei, el supuesto salvador de la patria, se ha convertido en el verdugo del pueblo. Sus promesas de prosperidad se han transformado en un amargo cóctel de ajuste, represión y entrega a los poderes internacionales. El FMI, como un buitre carroñero, acecha a la espera de su presa. Argentina, una vez más, se encuentra al borde del abismo.
La CGT, ¿cómplice o traidora?
Mientras el pueblo se desangra en las calles, la cúpula de la CGT, liderada por los traidores Daer y Acuña, se sienta a la mesa con el gobierno, negociando migajas a cambio de la paz social. Estos burócratas sindicales, vendidos al mejor postor, han olvidado su misión de defender a los trabajadores. Se han convertido en cómplices del ajuste, traicionando la confianza de las bases.
¿Dónde está la solidaridad de clase? ¿Dónde está la lucha por los derechos de los trabajadores? La CGT, otrora bastión de la resistencia peronista, se ha transformado en un nido de ratas, dispuestas a venderse al enemigo a cambio de un plato de lentejas. El pueblo trabajador no olvidará esta traición.
La hora de la resistencia
Pero no todo está perdido. La multitudinaria marcha de hoy es una muestra de que el pueblo argentino no se ha rendido. La llama de la resistencia sigue viva en el corazón de los trabajadores, en las fábricas ocupadas, en los barrios empobrecidos. Las CTA, con su lucha inclaudicable, encabezan la rebelión contra el ajuste.
Es hora de unir fuerzas, de dejar de lado las diferencias y construir un frente común contra el enemigo. Trabajadores, estudiantes, jubilados, desocupados, todos unidos en la lucha por una Argentina justa, libre y soberana. No nos dejemos robar el futuro. ¡A luchar, compañeros, a luchar!
La historia nos juzgará. O nos unimos para resistir, o seremos cómplices de la destrucción de nuestro país. La decisión está en nuestras manos. ¡Que la patria no se venda! ¡Que el pueblo se levante!
La lucha recién comienza. La Plaza de Mayo, testigo silencioso de tantas batallas, ha vuelto a rugir. El pueblo argentino, herido pero no vencido, ha dicho basta. El futuro es incierto, pero una cosa es segura: la resistencia continuará.