El domingo pasado, en las calles Rolón y Ferré de Goya, Corrientes, un joven perdió la vida en un trágico incidente que involucra a la policía local. Los hechos, aún envueltos en una densa nube de versiones contradictorias, han desatado una ola de conmoción y cuestionamientos sobre el accionar policial en situaciones de crisis.
Versiones Contradictorias: El relato policial vs. el testimonio familiar
Según el informe policial, los efectivos fueron alertados sobre la presencia de un hombre con comportamiento errático, descrito como “fuera de sí”. Tras un intento de aprehensión, el joven habría sufrido un paro cardíaco camino al hospital, según consta en la autopsia oficial. La autopsia, sin embargo, ha sido duramente cuestionada por la familia del fallecido.
La familia del joven, por su parte, presenta una versión radicalmente diferente. Leandro, hermano del fallecido, afirma que su familiar, Andrés, sufría de problemas de consumo de drogas y un trastorno bipolar, lo que explicaba su comportamiento. Según Leandro, Andrés no estaba agrediendo a nadie en ese momento, sino que se encontraba delirando a causa de su estado mental.
“Mi papá, que es el que está más afectado, recibió una llamada preguntando si podían reducirlo. Él se quiebra al pensar que “reducir” implicaba atropellarlo cuatro veces. La policía no nos dijo nada. La autopsia policial habla de muerte no traumática, ¡después de que le atropellaron cuatro veces!”
El video que lo cambia todo: Evidencia gráfica y cuestionamientos
La existencia de imágenes de video registradas por cámaras de seguridad ha puesto aún más en duda la versión oficial. Si bien la policía aún no ha hecho públicas estas imágenes, el acceso a fragmentos de estas grabaciones, difundidos a través de redes sociales, ha generado una fuerte indignación pública.
En estos videos, según varios medios y usuarios que los han compartido, se puede observar lo que parece ser una persecución policial, seguida de un atropellamiento que contradice la versión de un paro cardíaco espontáneo. La familia denuncia el uso desmedido de la fuerza, acusando a la policía de un accionar excesivo e irresponsable.
El contexto: Abuso policial y la necesidad de protocolos de intervención
Este caso no solo plantea interrogantes sobre la muerte de Andrés, sino que abre un debate fundamental sobre la formación y los protocolos de intervención policial en situaciones que involucran personas con problemas de salud mental o en crisis. La falta de protocolos adecuados y la capacitación insuficiente de los efectivos pueden ser factores que contribuyan a situaciones similares.
La respuesta policial en situaciones de crisis requiere de una mayor sensibilidad y una formación que priorice la desescalada y la protección de la vida, especialmente en casos que involucran personas con vulnerabilidades. El caso de Andrés nos recuerda la urgencia de revisar y mejorar los procedimientos policiales, para prevenir futuros episodios trágicos.
El futuro: Justicia, investigación y reformas
La investigación judicial en curso deberá esclarecer los hechos y determinar las responsabilidades penales. Es fundamental que la investigación sea exhaustiva, transparente e imparcial, con la finalidad de lograr un dictamen objetivo que le otorgue justicia a la familia del joven.
Más allá del caso individual, esta tragedia debe servir como catalizador para implementar reformas significativas en la formación y protocolos policiales, asegurando que los agentes de seguridad estén capacitados para responder de manera efectiva y responsable ante situaciones de crisis, priorizando siempre la vida y la integridad de todas las personas involucradas.
El debate sobre el abuso policial en Argentina, y en otras partes del mundo, requiere de una atención urgente. La pérdida de una vida joven a manos de la fuerza pública expone las deficiencias en la capacitación y la necesidad de fortalecer los controles y los mecanismos de rendición de cuentas para garantizar que este tipo de incidentes no se repitan.
El camino hacia una respuesta policial efectiva
La muerte de Andrés no debe quedar impune. Es esencial exigir una investigación exhaustiva, transparente e imparcial que permita que la verdad prevalezca. Pero la justicia individual no es suficiente; necesitamos una reforma profunda en el sistema de formación y protocolos policiales, una que garantice la protección de los derechos humanos, incluso para aquellos que se encuentren en situaciones de conflicto o crisis mental.
Solo con una mejora sustancial en la capacitación y un enfoque renovado en la desescalada de conflictos, se podrá prevenir futuros casos de violencia policial y garantizar que la respuesta de las fuerzas del orden se base en la protección de la vida y el respeto de los derechos fundamentales.