El gobierno de Javier Milei tomó la controvertida decisión de retirar a la delegación argentina de la COP29, la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se lleva a cabo en Bakú, Azerbaiyán. Esta acción tuvo consecuencias inesperadas, dejando a decenas de observadores argentinos sin sus acreditaciones y generando una ola de críticas a nivel internacional.
La COP29: Un escenario clave para la acción climática
La COP29 es un evento crucial en la lucha contra el cambio climático. Reúne a representantes de gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y la sociedad civil para discutir estrategias para mitigar el impacto del calentamiento global y asegurar la financiación necesaria para llevarlas a cabo. La cumbre se centra en la definición de objetivos concretos y en la búsqueda de acuerdos vinculantes para la reducción de emisiones y la adaptación a los efectos del cambio climático.
La participación argentina, aunque disminuida en los últimos años, era relevante. La presencia de expertos, científicos, representantes del sector privado comprometido con la sostenibilidad, y activistas, permitía generar un diálogo constructivo y aportar a las negociaciones internacionales.
El retiro de Argentina y sus consecuencias imprevistas
La sorpresiva decisión del gobierno argentino de retirarse de la COP29 generó un vacío significativo en la representación del país. Pero la repercusión fue mayor de lo esperado: la ONU, siguiendo su protocolo, anuló las acreditaciones de los observadores argentinos que habían ingresado mediante el sistema “Party Overflow”.
El sistema “Party Overflow” permite la participación de representantes de gobiernos provinciales, organizaciones no gubernamentales, empresas y activistas ambientales que, si bien no forman parte de la delegación oficial del gobierno nacional, sí contribuyen al debate y el intercambio de ideas. Se trata de un mecanismo que facilita el acceso a la COP, considerando que el proceso de acreditación oficial suele ser bastante complejo y exigente.
Aproximadamente entre 30 y 50 observadores argentinos, que ya se encontraban en Bakú, se vieron afectados por la revocación de sus acreditaciones. De un momento a otro, se les negó el acceso al recinto donde se realizaban las sesiones de la cumbre. Estos participantes, en su mayoría, cubrían sus propios gastos y no recibían financiación del gobierno argentino. Su presencia en la COP tenía un objetivo claro: contribuir al diálogo y obtener información para proyectos en favor del medio ambiente.
Las reacciones y críticas internacionales
La decisión del gobierno argentino generó críticas internacionales. Diversas figuras, tanto en el ámbito político como en el ambiental, expresaron su preocupación por el retiro repentino de Argentina de la COP29. El hecho de que, además, se hayan visto perjudicados observadores argentinos sin vínculo alguno con la decisión oficial, acentúa el malestar.
Juan Carlos “Cali” Villalonga, exdiputado nacional y referente ecologista presente en la COP29, comparó la situación con un “check out de hotel”, en donde las personas que permanecían sin relación directa con el gobierno oficial fueron afectadas por la decisión.
Tais Gadea Lara, periodista especializada en asuntos climáticos y negociaciones multilaterales, destacó la falta de inteligencia de la decisión desde el punto de vista del financiamiento. Argumentó que la participación argentina era esencial para asegurar financiamiento para proyectos climáticos.
Impacto en el diálogo y la cooperación internacional
La retirada de Argentina no solo causó inconvenientes a los observadores, sino que también tuvo un impacto negativo en el diálogo y la cooperación internacional. El país, miembro activo del Acuerdo de París, perdió una oportunidad de participar activamente en las negociaciones climáticas, en momentos de urgencia crítica.
A diferencia de lo ocurrido con otras retiradas de convenciones climáticas, como la de Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump del Acuerdo de París, la forma abrupta en que se llevó a cabo este retiro generó una situación incómoda y desprolija. No fue una decisión meditada de desvinculación, sino un accionar impulsivo con consecuencias inesperadas.
Asistencias y falta de respuesta del gobierno argentino
Tras el incidente, varias organizaciones internacionales y representantes de la sociedad civil se movilizaron rápidamente para asistir a los observadores argentinos que habían perdido sus acreditaciones. Se organizaron grupos de chat y se buscó la manera de encontrar soluciones para que pudieran continuar participando en el evento.
Sin embargo, las consultas realizadas a la Cancillería Argentina no obtuvieron respuesta alguna, dejando a los afectados con poca asistencia oficial. Este silencio por parte de las autoridades exacerbó el malestar generado por el incidente.
consecuencias de una decisión apresurada
La decisión del gobierno argentino de retirarse de la COP29 demuestra una falta de consideración y planificación, no solo respecto a la participación en el evento, sino también sobre las posibles consecuencias para la comunidad de observadores que representaban al país. Este suceso, además de generar incomodidad diplomática e internacional, revela una desconexión con políticas de sostenibilidad y desarrollo en un ámbito donde la cooperación global es esencial.
Las consecuencias de esta acción irreflexiva irán más allá de la COP29. Es importante que Argentina, como signatario del Acuerdo de París, reconsidere su postura y vuelva a participar activamente en la construcción de acuerdos internacionales que protejan nuestro futuro medioambiental.