La política internacional a veces es un circo, y Milei parece haberse ofrecido como voluntario para ser el payaso. Su reciente visita a Mar-a-Lago, lejos de ser una jugada maestra, se convirtió en un bochornoso espectáculo que avergonzó a Argentina ante el mundo.
Mar-a-Lago: El Show de la Vergüenza
Invitado por la desconocida fundación ‘Make America Clean Again’, Javier Milei viajó servilmente a Estados Unidos con la esperanza patética de obtener una foto con Donald Trump. Buscaba, torpemente, legitimar su alineamiento incondicional con el líder republicano y proyectar una imagen de poder que, evidentemente, no posee.
Pero la realidad superó cualquier expectativa de ridículo. Tentado con la promesa de un premio que compartiría con Trump, Milei y su comitiva, incluyendo al ministro de Economía, Luis Caputo, cayeron ingenuamente en una elaborada trampa. Los organizadores, apelando a la ‘fibra sensible’ de la Rosada, manipularon descaradamente a Milei, haciéndole creer que Trump se sentiría ‘desairado’ si no asistía al evento. ¡Qué farsa!
La llegada de Milei a Mar-a-Lago, junto a su hermana Karina y Luis Caputo, fue una escena grotesca, digna de una película de serie B. Lejos de las negociaciones sobre aranceles y el FMI que Caputo ilusamente esperaba concretar, Milei se vio humillado al tener que posar para fotos con ‘celebrities noventosas’, como Natalia Denegri, una figura mediática reconvertida al evangelismo y la filantropía. Aparentemente, la única funcionaria estadounidense presente, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, tenía cosas más importantes que hacer y abandonó el evento al enterarse de la ausencia de Trump. ¡Qué papelón!
El golpe final fue cuando el Servicio Secreto, con total desdén, comunicó a los argentinos que Trump no asistiría al evento, sino que se encontraba cenando plácidamente en Miami y que solo regresaría a Mar-a-Lago para dormir. La promesa de un encuentro con el ‘hombre más poderoso del mundo’ se desvaneció como humo, dejando a Milei y su comitiva con la vergonzosa sensación de haber sido utilizados como simples accesorios en una vulgar jugada de marketing.
La reacción de la comitiva argentina, al enterarse del engaño, fue de genuina indignación. Según fuentes diplomáticas, el canciller Werthein, furioso, expresó su ‘vergüenza ajena’ a los organizadores, quienes, en un patético intento por cubrir sus huellas, borraron cobardemente los mensajes de Whatsapp en los que garantizaban la presencia de Trump. El papelón, sin embargo, ya era irreversible, generando un estruendoso ‘ruido’ en el gabinete argentino y exponiendo la lamentable fragilidad de la estrategia de Milei de buscar desesperadamente legitimidad a través de contactos internacionales más que cuestionables.
¿Realmente es esta la imagen que queremos proyectar de Argentina en el mundo? ¿Un presidente manipulado, expuesto al ridículo internacional por su servilismo hacia figuras como Trump?
La CELAC: Un Desaire que Aísla
Mientras tanto, ¿qué ocurría en la CELAC? Mientras la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se reunía en Honduras, con una agenda marcada por la crítica a las políticas de Donald Trump, el gobierno de Javier Milei optó por enviar a un representante de segunda línea: el vicecanciller Eduardo Bustamente. Una clara señal de desprecio hacia la región y una confirmación de su vergonzosa incomodidad ante cualquier foro que ose oponerse a las políticas del magnate estadounidense.
La presencia de líderes de peso como Lula da Silva y Claudia Sheinbaum, líderes de Brasil y México respectivamente, dota a la cumbre de un volumen político considerable, especialmente en un contexto de crecientes tensiones con Trump. La estrategia de México de fortalecer la CELAC como contrapeso a la influencia trumpista, junto con la coordinación con Brasil, subraya la importancia de este foro como un espacio para la unidad latinoamericana frente a las presiones externas. En este contexto, la ausencia de Milei resuena como una nota discordante, un aislamiento autoimpuesto que podría tener consecuencias a largo plazo para la posición de Argentina en la región.
La incomodidad del gobierno argentino es palpable. Mientras la mayoría de los países latinoamericanos, independientemente de su signo ideológico, se unen para defender sus intereses frente a las políticas arancelarias y migratorias de Trump, Milei insiste en mantener un alineamiento incondicional con Washington, incluso a costa de su relación con sus vecinos. Esta postura, que recuerda a la de Nayib Bukele en El Salvador, deja a Argentina en una posición solitaria y vulnerable, expuesta a las consecuencias de una guerra comercial que podría perjudicar gravemente a su economía.
Milei, Marioneta de Trump: El Daño a la Imagen del País
Más allá del ridículo personal, el bochornoso episodio de Mar-a-Lago representa un grave daño a la imagen de Argentina como nación. Ver al presidente argentino sentado junto a ‘celebrities noventosas’, bailando patéticamente al ritmo de ‘YMCA’, es una imagen vergonzosa que difícilmente se borrará de la memoria colectiva. Esta escena, que evoca más a un reality show de baja estofa que a un encuentro diplomático de alto nivel, socava la seriedad y el prestigio que Argentina desesperadamente necesita proyectar en el escenario internacional.
Es hora de que el gobierno argentino abandone esta estrategia humillante y priorice los intereses del país por encima de las ambiciones personales y los gestos vacíos. La política exterior debe ser una herramienta para fortalecer la posición de Argentina en el mundo, no un circo para payasos serviles. ¿Crees que Argentina merece este tipo de representaciones? Comparte este artículo y exige una política exterior más digna.