A un año de su llegada a la Casa Rosada, Javier Milei se enfrenta a un escenario complejo: una alta aprobación que contrasta con un fuerte rechazo a su estilo. Un análisis de la última encuesta de Poliarquía Consultores revela las claves de este fenómeno y los desafíos que deberá afrontar el presidente de cara al próximo año electoral.
Milei: entre la aprobación y el rechazo
Según el último sondeo de Poliarquía Consultores, el 56% de los argentinos aprueba la gestión de Javier Milei, una cifra que se mantiene estable desde el inicio de su mandato y que incluso experimentó un leve repunte en noviembre. Este dato lo ubica como el presidente con mejor imagen positiva en su primer año de gestión desde Néstor Kirchner. Sin embargo, esta alta aprobación convive con un dato llamativo: el 71% de los encuestados rechaza el estilo agresivo y confrontativo del mandatario.
Esta dualidad se convierte en el principal desafío para Milei. Por un lado, cuenta con el respaldo de una parte significativa de la población que valora sus políticas económicas y la mejora en indicadores clave como la inflación. Por otro lado, su estilo comunicacional, marcado por insultos y agravios hacia opositores y periodistas, genera un fuerte rechazo que podría erosionar su base de apoyo.
La economía, clave en la aprobación de Milei
La mejora en los indicadores económicos, especialmente la desaceleración de la inflación, es el principal factor que explica la alta aprobación de Milei. Tras un comienzo de año complejo, con una inflación del 25,5% en diciembre de 2023, el Gobierno logró reducirla al 2,7% en octubre, el dato más bajo del año. Este logro ha generado un cambio en las expectativas: el 41% de los encuestados confía en que la inflación se mantendrá estable o seguirá bajando.
Además, el superávit fiscal, la reducción de la brecha cambiaria y la caída del riesgo país son otros indicadores que contribuyen a la percepción positiva de la gestión económica. Sin embargo, la encuesta revela que aún persiste un importante grado de insatisfacción social: el 65% de los encuestados no cree que la recesión haya terminado y el país haya comenzado a crecer.
El estilo agresivo de Milei, un arma de doble filo
El 71% de los encuestados considera “grave” o “muy grave” que Milei se exprese con insultos y agravios contra periodistas y opositores. Este dato revela que, si bien una parte de la sociedad aprueba sus políticas, existe un límite en la aceptación de su estilo confrontativo. El uso de un lenguaje agresivo y la descalificación permanente de sus críticos podrían generar un desgaste en su imagen y afectar su capacidad para construir consensos.
Milei defiende su estilo argumentando que “lo importante es el contenido, no las formas”. Sin embargo, la encuesta sugiere que para una gran parte de la población las formas sí importan y que el discurso agresivo del presidente no contribuye a un clima de diálogo y respeto.
Desafíos para el futuro
De cara al próximo año electoral, Milei deberá encontrar un equilibrio entre mantener su base de apoyo y ampliarla hacia sectores que rechazan su estilo. La encuesta de Poliarquía revela que su mayor caudal de votos se encuentra en el interior del país, mientras que en el Gran Buenos Aires, bastión del kirchnerismo, su aprobación es menor.
Además, deberá abordar la insatisfacción social que aún persiste a pesar de la mejora en los indicadores económicos. El 65% de los encuestados que no cree que la recesión haya terminado representa un desafío para el Gobierno, que deberá demostrar con resultados concretos que sus políticas están generando un impacto positivo en la vida de la gente.
Finalmente, deberá moderar su estilo comunicacional para evitar un mayor rechazo. Si bien la confrontación puede ser una herramienta política efectiva en el corto plazo, a largo plazo genera desgaste y dificulta la construcción de consensos necesarios para gobernar.
En definitiva, la encuesta de Poliarquía muestra un panorama complejo para Milei: un presidente con alta aprobación pero con un fuerte rechazo a su estilo. El desafío para el mandatario será capitalizar los logros económicos, moderar su discurso y construir puentes con sectores que hoy lo rechazan. De su capacidad para lograrlo dependerá su futuro político y la estabilidad del país.