La gestión de Javier Milei, acorralada por una economía al borde del precipicio, intensifica su embestida contra el campo. Exprime a las cerealeras para conseguir dólares, una medida desesperada que revela la fragilidad de un gobierno sin plan y peligrosamente adicto a soluciones cortoplacistas. Este manotazo de ahogado es un claro indicio de que la estabilidad prometida es una mera ilusión.
¿El ultimátum de Quirno o la agonía del campo?
Pablo Quirno, un rostro desencajado, suplica a los gerentes de las cerealeras. Su desesperación es palpable: necesita dólares ¡ya! para evitar el default. Fuentes cercanas a la negociación revelan que la falta de divisas jaquea el ‘superávit’, ese espejismo propagandístico del oficialismo. A cambio de promesas vacías, las cerealeras, a regañadientes, ofrecen 200 millones de dólares. Una cifra irrisoria, un parche que no tapa el agujero negro de la economía.
¿Pero a qué precio? El gobierno exprime al campo hasta la última gota, asfixiando a los productores con retenciones confiscatorias del 25% y un tipo de cambio artificialmente devaluado. No es rebeldía, es supervivencia. Se niegan, con razón, a entregar sus cosechas a un gobierno que los castiga para tapar su propia ineficacia. La consecuencia es previsible: menos inversión, menos producción, más crisis.
¡Qué flagrante injusticia! Se dilapidan los recursos del país en medidas improvisadas que solo benefician a los amigos del poder. Mientras tanto, el sector productivo se desangra con impuestos abusivos y un cepo cambiario que lo paraliza. Este gobierno, que prometía liberar al mercado, se ha transformado en un intervencionista descarado que ahoga la economía y espanta la inversión genuina.
FMI: ¿Salvación o condena perpetua?
La adicción al Fondo Monetario Internacional es la otra cara de esta tragedia. Con un cinismo alarmante, el equipo económico admite ante legisladores que usará fondos del próximo acuerdo con el FMI para intervenir en el mercado cambiario. En otras palabras, nos endeudaremos aún más para sostener artificialmente el precio del dólar, una política que el propio FMI desaprueba. ¿Hasta cuándo esta irresponsabilidad, esta obsesión por el corto plazo que nos condena a un ciclo de crisis sin fin?
¿Cuándo vamos a despertar? ¿Cuándo dejaremos de hipotecar nuestro futuro a un organismo que históricamente nos ha impuesto recetas de ajuste y austeridad que solo han generado pobreza y desigualdad? Es hora de que el gobierno asuma su responsabilidad y diseñe un plan económico serio, que promueva el crecimiento sostenible, la inversión productiva y la creación de empleo genuino. De lo contrario, seguiremos navegando en aguas turbulentas, a merced de los caprichos del mercado y las imposiciones del FMI.
El reciente fracaso de Quirno en la renovación de vencimientos en pesos agrava aún más la situación. De los 9.2 billones que debía refinanciar, solo consiguió 6.2 billones, lo que obligó al Banco Nación a comprar el 89% de las letras emitidas. ¡Una maniobra al borde de la ilegalidad! Una muestra más de la desesperación del gobierno por evitar el default y la fragilidad del sistema financiero. Estamos al borde del abismo, y cada medida que toman nos empuja más rápido hacia el vacío.
Milei: liberal de discurso, intervencionista de acción
La política económica de Javier Milei es una flagrante contradicción: un discurso de liberalización y desregulación que se estrella contra una práctica intervencionista y dependiente del crédito externo. Prometió eliminar el cepo cambiario, pero lo mantiene y lo utiliza como un instrumento de control y represión financiera. Se jactaba de defender la propiedad privada, pero presiona a los productores para que liquiden sus dólares a un precio artificialmente bajo. Decía combatir la inflación, pero la alimenta con emisión monetaria encubierta y tarifas dolarizadas. ¿A quién pretende engañar?
Argentinos, ¡despertemos! Este modelo económico está irremediablemente condenado al fracaso. No podemos seguir tolerando un gobierno que nos miente, nos empobrece y nos entrega a los buitres financieros. Necesitamos un cambio de rumbo urgente, una política económica que priorice la producción, el trabajo y la justicia social. Solo así podremos construir un futuro próspero y digno para todos.
El horizonte es sombrío: falta de dólares, presión sobre el campo, dependencia del FMI, fragilidad financiera… ¡Una tormenta perfecta! Si no reaccionamos a tiempo, si no exigimos un cambio de rumbo, estaremos condenados a repetir los errores del pasado y a sufrir las consecuencias de una política económica irresponsable y dañina. ¡No permitamos que hipotequen nuestro país! ¡El momento de actuar es ahora!
La indignación es el motor del cambio. No podemos permanecer indiferentes ante el descalabro económico que se avecina. Es hora de levantar la voz, de organizarnos y de exigir a nuestros gobernantes que tomen las medidas necesarias para proteger nuestro futuro. No podemos permitir que sigan hipotecando nuestro país en nombre de una falsa estabilidad. El momento de actuar es ahora. ¡Únete, infórmate, exige!
- Firma la petición por una política económica justa.
- Únete a un grupo de protesta en tu ciudad.
- Contacta a tus representantes políticos y exige un cambio de rumbo.