El primer año de Javier Milei en la presidencia ha estado marcado por una serie de decisiones controvertidas que han generado un intenso debate social y político. Su estilo de gobierno, caracterizado por el uso frecuente de decretos de necesidad y urgencia (DNU) y vetos, ha despertado críticas de la oposición y preocupación en diversos sectores de la sociedad. Además, su reciente acercamiento al kirchnerismo para negociar temas clave, como la designación de jueces en la Corte Suprema y la posible eliminación de las PASO, ha generado interrogantes sobre la coherencia de su discurso y la solidez de sus alianzas.
Gobernar por decreto: ¿una necesidad o un abuso de poder?
Milei ha justificado el uso de DNU argumentando la necesidad de avanzar rápidamente con su agenda de reformas, ante la resistencia de un Congreso fragmentado. Sin embargo, críticos señalan que esta práctica debilita el rol del Poder Legislativo y concentra el poder en manos del Ejecutivo. La Ley Bases, aprobada mediante un DNU, le otorgó al presidente amplias facultades para modificar el presupuesto y reestructurar el Estado, lo que ha generado preocupación sobre posibles excesos en el ejercicio del poder.
El veto presidencial al proyecto de ley para combatir la ludopatía, impulsado por la oposición, también ha sido objeto de controversia. Milei argumentó que la regulación del juego online atenta contra la libertad individual y genera un gasto innecesario para el Estado. Esta decisión, sin embargo, contradice la preocupación expresada por la problemática del juego entre adolescentes y ha sido interpretada por algunos como una concesión a los intereses de la industria del juego.
Además de los DNU y vetos, Milei ha utilizado las redes sociales como una herramienta para comunicarse directamente con la ciudadanía y atacar a sus opositores. Sus mensajes, a menudo cargados de agresividad y descalificaciones, han generado polémica y tensado aún más el clima político. Su reciente ataque a los “degenerados fiscales”, refiriéndose a los legisladores opositores que cuestionan su política de equilibrio fiscal, es un ejemplo de su estilo confrontativo.
La alianza con el kirchnerismo: ¿pragmatismo o traición?
Uno de los aspectos más sorprendentes del primer año de Milei en el poder ha sido su acercamiento al kirchnerismo para negociar temas estratégicos. La caída del proyecto de Ficha Limpia, impulsado por la oposición para impedir la candidatura de políticos con condenas judiciales, ha sido interpretada como una señal de esta alianza. Milei justificó su postura argumentando que la ley podría ser utilizada para perseguir opositores, pero críticos señalan que esta decisión contradice su discurso anticorrupción y su promesa de “terminar con la casta política”.
La negociación por los pliegos de los jueces Ariel Lijo y Manuel García Mansilla para la Corte Suprema también ha generado controversia. La posibilidad de que Milei designe a estos jueces por decreto, ante la falta de acuerdo en el Senado, ha sido criticada por la oposición, que la considera una violación a la división de poderes. Este tema, junto con la posible eliminación de las PASO, muestra la creciente dependencia de Milei del kirchnerismo para avanzar con su agenda.
Estas negociaciones han generado malestar en los aliados originales de Milei, el PRO y algunos sectores de la UCR, que se sienten desplazados y traicionados. La tensión se hizo evidente en las discusiones por el quórum para tratar la Ficha Limpia, donde la ausencia de legisladores de La Libertad Avanza contribuyó a la caída del proyecto. Este escenario plantea interrogantes sobre la estabilidad de las alianzas políticas y la gobernabilidad del país.
El impacto en la imagen pública y la gobernabilidad
Las decisiones y estrategias políticas de Milei han tenido un impacto significativo en su imagen pública y en la gobernabilidad del país. Si bien mantiene un núcleo duro de seguidores, su popularidad ha disminuido en los últimos meses, en parte debido a las medidas económicas implementadas y a su estilo confrontativo. La creciente polarización política y la falta de diálogo con la oposición dificultan la construcción de consensos y la implementación de políticas públicas.
El uso de decretos y vetos, así como la cuestionada negociación con el kirchnerismo, han generado incertidumbre y desconfianza en la sociedad. La falta de transparencia en las decisiones gubernamentales y la percepción de que Milei está cediendo a las presiones de la “casta política” que tanto criticaba, podrían afectar su credibilidad y su capacidad para gobernar.
A medida que se acercan las elecciones legislativas de 2025, la estrategia política de Milei será puesta a prueba. Su capacidad para construir alianzas sólidas, recuperar la confianza de la sociedad y demostrar resultados concretos en la gestión económica serán claves para definir el futuro de su gobierno.