El reciente G20 en Río de Janeiro ofreció un escenario peculiar para observar la actuación de Javier Milei en la escena internacional. Sus discursos, impregnados de un fuerte neoliberalismo, contrastaron notablemente con sus acciones posteriores, generando un debate sobre su coherencia ideológica y su pragmatismo político.
Discurso Neoliberal y la Declaración de Principios
En sus intervenciones, Milei desplegó un discurso radicalmente liberal, criticando duramente la intervención estatal y la planificación centralizada de la economía. Afirmó que el actual sistema de cooperación internacional se encuentra en crisis, enfatizando su creencia en el libre mercado y la desregulación como solución a problemas como el hambre y la pobreza. Sus frases resonaron con fuerza: “No cuenten con nosotros” en relación a políticas que, según él, atentan contra los derechos de propiedad, la libertad de expresión o la libre explotación de recursos naturales. Denunció que las políticas intervencionistas solo resultan en distorsiones del mercado, bienes y servicios de menor calidad, y millones de muertes por hambre o violencia.
La retórica de Milei fue frontal, presentando una visión del mundo completamente opuesta a la impulsada por la Agenda 2030 y las iniciativas de cooperación internacional. Atacó el intervencionismo estatal, lo que generó desconcierto entre muchos líderes mundiales y no obtuvo aplausos. El mensaje pretendía establecer una posición intransigente, una férrea defensa de sus principios liberales sin concesiones.
Alianza Pragmática con China: Una Contradicción?
Este discurso de principios, sin embargo, choca con el pragmatismo que demostró Milei al reunirse con el presidente chino Xi Jinping. Esta reunión, calificada por el gobierno como de alta relevancia estratégica, contrasta con sus declaraciones pasadas de rechazo absoluto a relacionarse con regímenes comunistas. La paradoja es evidente: Milei se reunió con un líder representando el modelo de gobierno que constantemente critica.
La justificación oficial habla de la necesidad de diversificar las relaciones comerciales, atraer inversiones chinas, y asegurar la disponibilidad del swap financiero con China. Esta es una realpolitik descarnada: la necesidad económica del país parece haber primado sobre las convicciones ideológicas, al menos en apariencia. Este pragmatismo político ha sido elogiado por algunos analistas como una medida crucial para enfrentar la situación económica de Argentina, mientras que otros lo han calificado como una inconsistencia peligrosa e incoherente con su discurso anterior.
La Incógnita Trump y el Futuro de la Política Exterior Argentina
El acercamiento a China se realiza bajo la sombra de las implicaciones de la posible llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. La cercana relación entre Milei y Trump, evidente en las fotografías difundidas de sus encuentros, plantea interrogantes sobre cómo esto afectará la política exterior argentina. Trump ha mantenido una postura crítica hacia China, potencialmente generando fricciones si Milei se ve obligado a elegir entre sus convicciones ideológicas personales, su relación con Trump y los intereses económicos de su país.
La decisión de posponer una visita a China hasta mediados de 2025, evitando así una coincidencia con los encuentros de la CELAC, evidencia una compleja danza de intereses geopolíticos. La situación no solo incluye los lazos financieros con China, sino que también implican las concesiones a los objetivos estratégicos chinos en áreas como infraestructura energética e hidroeléctrica, minería del cobre y litio, y control de vías de comunicación, planteando la cuestión de la soberanía económica argentina.
El Dilema entre Principios e Intereses
El caso de Milei en el G20 expone un dilema central en la política internacional: la tensión entre la coherencia ideológica y el pragmatismo necesario para la gestión del poder. Sus discursos inflamados, marcados por un neoliberalismo radical, han generado controversia a nivel mundial. No obstante, las decisiones políticas posteriores, particularmente su acercamiento a China, parecen mostrar una inclinación hacia la pragmática política, poniendo en duda la consistencia de su imagen ideológica. Queda por ver cuál será el impacto de la posible elección de Donald Trump en esta estrategia y hacia dónde dirigirá finalmente la política exterior argentina.
El futuro dirá si esta apuesta pragmática será exitosa o si significará una reversión de sus posiciones iniciales, dejando una marca incierta en la trayectoria política de su gobierno.