Desde su asunción, Javier Milei se erigió como el adalid de la disrupción, prometiendo demoler los cimientos de la política tradicional y refundar la nación. Sin embargo, su gestión, lejos de consolidar un liderazgo sólido, se ha precipitado hacia un aislamiento político cada vez más evidente. El humillante intento de emular a Donald Trump, la confrontación innecesaria con el Congreso y las crecientes divisiones internas son solo algunos síntomas de una ambición desmedida que amenaza con implosionar su propio proyecto.
Mar-a-Lago: El espejismo humillante de la legitimidad internacional
¿Cómo puede un líder que se jacta de ser un estadista depender de figuras controvertidas para una simple foto? La obsesión de Milei por una imagen junto a Trump en Mar-a-Lago es un claro ejemplo de su política exterior errática. Buscaba desesperadamente la bendición del expresidente estadounidense para legitimar su gestión a nivel global. No obstante, la doble cancelación del viaje, las exigencias desmedidas y el desplante final en la gala patriótica revelan una negligencia imperdonable y una improvisación alarmante.
La gestión de Karina Milei, orquestada junto a figuras de dudosa reputación como Natalia Denegri, para forzar el encuentro con Trump, deja al descubierto la ausencia de canales diplomáticos serios y la dependencia de lobbistas con oscuras conexiones. Estas maniobras no solo menoscaban la seriedad de la política exterior argentina, sino que también siembran desconfianza entre los aliados históricos del país.
El papel marginal del canciller Werthein, intentando encauzar la situación a última hora, es una clara muestra de la improvisación y la descoordinación que reinan en la toma de decisiones. La exigencia de acelerar una reunión bilateral con Trump en la Casa Blanca y asegurar que el arancel cero anunciado no quede en una mera promesa evidencian la enorme presión que soporta el canciller para mitigar los errores no forzados del Presidente.
La Corte Suprema: Una derrota estratégica de consecuencias nefastas
El intento de Milei de tomar por asalto la Corte Suprema y consolidar una mayoría adicta es una demostración de su ambición desmedida por controlar todos los resortes del poder. Sin embargo, el rechazo de los pliegos de Lijo y García-Mansilla en el Senado no es solo un revés político, sino una seria advertencia sobre los límites de su poder y la imperiosa necesidad de construir consensos.
La maniobra desesperada del Gobierno para boicotear la sesión del Senado, buscando la complicidad del presidente provisional Abdala, revela una negligencia imperdonable y una subestimación flagrante de los actores políticos. La negativa de Abdala, influenciado por Villarruel, pone de manifiesto las profundas fisuras internas en el espacio libertario y la fragilidad de las alianzas construidas sobre la base de la mera conveniencia.
¿Cómo puede un gobierno pretender reformar la justicia sin siquiera comprender su dinámica interna? La responsabilidad atribuida a Lorenzetti, quien propuso a Lijo y prometió los votos necesarios, evidencia la improvisación y el desconocimiento absoluto del tablero político. La designación de jueces para la Corte Suprema es un asunto delicado que exige una negociación meticulosa y la construcción de consensos amplios, algo que el gobierno de Milei ha demostrado ser incapaz de hacer.
El anti-pacto Milei-CFK: Una oportunidad trágicamente desperdiciada
El estrepitoso fracaso en la designación de jueces para la Corte Suprema también marcó el fin de la tortuosa negociación entre la Casa Rosada y el peronismo en torno a la Justicia. La versión libertaria de que Cristina Kirchner ordenó suspender las conversaciones tras la prohibición de ingreso a EEUU impuesta por Rubio revela una desconfianza mutua y una incapacidad congénita para construir acuerdos básicos que permitan avanzar en temas cruciales para la gobernabilidad.
La decisión de la Casa Rosada de cerrar el capítulo judicial y suspender la cobertura de vacantes en la Justicia Federal es una muestra de intransigencia que podría acarrear consecuencias nefastas a largo plazo. La falta de jueces y fiscales no solo obstaculiza el funcionamiento del sistema judicial, sino que también debilita peligrosamente el Estado de Derecho.
El retorno de las testimoniales: Una estrategia electoral que desangra al peronismo
La feroz interna en el peronismo, protagonizada por Cristina Kirchner y Kicillof, es otro factor que agrava la crisis de gobernabilidad y siembra incertidumbre sobre el futuro político del país. La posibilidad de que Cristina se presente como candidata a diputada provincial y Massa como senador provincial es una muestra de la desesperación por aferrarse al poder y una estrategia electoral que amenaza con profundizar aún más la fractura interna del peronismo.
El despliegue de firmas y avales, la guerra intestina entre los intendentes y la fractura que se extiende hacia las bases son síntomas inequívocos de una crisis profunda que dificulta la construcción de una alternativa política sólida frente al gobierno de Milei.
En este escenario convulso, la estrategia del Gobierno de exacerbar la división del peronismo y polarizar con Cristina Kirchner podría resultar contraproducente a largo plazo. La ausencia de diálogo y la confrontación constante impiden la búsqueda de acuerdos y la construcción de un consenso social indispensable para superar la crisis económica y política que azota al país. ¿Acaso Milei prefiere gobernar sobre las ruinas de la Argentina?
La inflación: Una bandera que se deshilacha peligrosamente
La esperanza que deposita el Gobierno en la desaceleración de la inflación como principal capital político comienza a desvanecerse. Los datos de febrero, con un repunte preocupante respecto de enero, y las estimaciones para marzo, que anticipan un incremento cercano al 3%, podrían generar un impacto devastador en la percepción pública.
El estancamiento de la expectativa de inflación futura, según Atlas Intel, y la creciente convicción de que la responsabilidad de la inflación recae en la “defectuosa política económica del Gobierno” son señales de alerta que deberían desvelar a la Casa Rosada.
El futuro incierto: Entre la ambición desmedida y el aislamiento inevitable
En resumen, la gestión de Milei se encuentra en una encrucijada crítica. Su ambición desmedida y su estilo confrontativo lo han confinado a un aislamiento político cada vez más pronunciado, socavando la gobernabilidad y la posibilidad de construir consensos. Si el Presidente persiste en su rumbo errático, su proyecto político podría colapsar estrepitosamente, víctima de sus propios errores.
¿Será capaz Milei de aprender de sus fracasos y forjar una alternativa política viable, o su declive es el precio inevitable de una ambición desmedida y una estrategia política autodestructiva? El tiempo, implacable, dará la respuesta.
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