Javier Milei llegó a la presidencia con la promesa de un cambio radical. Un año después, las encuestas muestran una imagen compleja: mantiene un sólido apoyo popular, impulsado por la estabilidad económica, pero su estilo confrontativo genera un fuerte rechazo. ¿Cómo se explica esta paradoja? ¿Es sostenible un liderazgo basado en la polarización?
La economía: el ancla del apoyo a Milei
Milei ha logrado domar la inflación, un logro que no puede subestimarse en un país con un historial de inestabilidad económica. Según Poliarquía Consultores, la aprobación de su gestión se mantiene en un 56%, casi igual a la de su inicio, y superior a la de sus predecesores en el mismo período. Este éxito se debe, en gran parte, a la confianza que ha generado en los mercados y a la percepción de que está cumpliendo sus promesas de campaña.
Sin embargo, la economía no es un lecho de rosas. El 65% de los argentinos no cree que la recesión haya terminado, y un porcentaje similar rechaza la idea de que este sea el mejor gobierno de la historia. El ajuste fiscal, aunque necesario, ha generado tensiones sociales y críticas por su impacto en los sectores más vulnerables. Milei enfrenta el desafío de demostrar que su modelo económico no solo beneficia a los mercados, sino también a la gente.
El talón de Aquiles: un estilo agresivo que divide
El estilo confrontativo de Milei, que le valió el apoyo de muchos durante la campaña, se ha convertido en un arma de doble filo. El 71% de los encuestados desaprueba sus insultos y agravios contra periodistas y opositores. Esta agresividad, aunque coherente con su discurso antisistema, le impide construir puentes y generar consensos necesarios para gobernar un país tan diverso como Argentina.
La comunicación presidencial, centrada en atacar a sus detractores, es percibida como un obstáculo para el diálogo y la construcción de una sociedad más unida. Milei debe comprender que la presidencia exige un liderazgo que no solo confronte, sino que también construya.
2025: un año electoral con desafíos y oportunidades
Con las elecciones legislativas de 2025 en el horizonte, Milei se enfrenta a un escenario complejo. Su alto nivel de aprobación le da una base sólida para competir, pero su estilo agresivo y la fragilidad de su base política podrían jugarle en contra. El desafío para Milei es capitalizar el éxito económico, moderar su discurso y construir una coalición política que le permita gobernar con mayor estabilidad.
La oposición, fragmentada y sin liderazgos claros, no parece representar una amenaza inmediata. Sin embargo, el desgaste del gobierno y el descontento social latente podrían darles una oportunidad si logran articular una propuesta alternativa convincente.
El futuro político de Milei dependerá de su capacidad para aprender de los errores del primer año, moderar su discurso y construir puentes con sectores que hoy lo rechazan. La pregunta es si está dispuesto a hacerlo.
entre el éxito y el riesgo
El primer año de Milei ha sido una prueba de fuego. Ha demostrado que puede estabilizar la economía y cumplir algunas de sus promesas de campaña. Sin embargo, su estilo agresivo y su incapacidad para construir consensos lo han aislado políticamente y generado un fuerte rechazo en amplios sectores de la sociedad.
El desafío para Milei en el segundo año de su mandato es claro: capitalizar el éxito económico, moderar su discurso y tender puentes para construir una base política más sólida. De su capacidad para hacerlo dependerá su futuro político y, en gran medida, el futuro de Argentina.