¡Qué circo, damas y caballeros! La política argentina nos vuelve a sorprender con una función digna del mejor teatro del absurdo. Martín Menem, sí, el mismo que lleva el apellido del expresidente, fue reelegido como presidente de la Cámara de Diputados. ¿Y quiénes le dieron el visto bueno? ¡Adivinaron! Los muchachos de Juntos por el Cambio, esos que se llenan la boca hablando de república y transparencia, pero que a la hora de la verdad se doblan como un acordeón frente a Javier Milei. ¡Un papelón!
Macri, el titiritero detrás de la escena
No se hagan los rulos, mis queridos lectores. Detrás de esta pantomima está el titiritero mayor: Mauricio Macri. Desde su cómodo exilio qatarí, movió los hilos para que sus diputados se tragaran el sapo y le dieran el quórum a Menem. ¿Por qué? ¡Por el Presupuesto, claro! Macri sabe que sin el Presupuesto aprobado, sus gobernadores amigos van a quedar con el trasero al aire. Y como buen padrino, no podía dejarlos desamparados. Así que, a cambio de un par de migajas presupuestarias, vendió a su electorado y le regaló la presidencia de la Cámara a un tipo que representa todo lo que Juntos por el Cambio dice combatir. ¡Qué cinismo!
Pero la jugada no fue tan limpia como Macri esperaba. Primero, intentó presionar a Milei con la amenaza de no dar quórum. Quería que el libertario incluyera el Presupuesto en las sesiones extraordinarias. Pero Milei, que no es ningún tonto, le devolvió la pelota y le dijo: “Primero me votás a Menem, después vemos”. Macri, acorralado y con el tiempo en contra, tuvo que ceder. Y así, entre gallos y medianoche, se consumó la traición.
Milei, el lobo con piel de cordero
Milei, el supuesto antisistema, el que venía a romper con la casta política, demostró ser un lobo con piel de cordero. No solo pactó con el kirchnerismo para salvar a Cristina de la Ficha Limpia (¡qué ironía!), sino que ahora se asegura la presidencia de la Cámara de Diputados gracias a los votos de Juntos por el Cambio. ¿Dónde quedó la promesa de terminar con la vieja política? Parece que el discurso libertario solo sirve para las cámaras, porque en los pasillos del poder, Milei se maneja como el más hábil de los operadores.
Y mientras tanto, el peronismo, dividido y sin liderazgo, mira el espectáculo desde la platea. Algunos, con un cinismo que da asco, propusieron votar a Menem para que Macri “estalle”. Otros, más pragmáticos, se limitaron a observar la pelea entre los dos perros grandes, esperando sacar algún provecho de la situación. ¡Un desastre!
El pueblo, el gran perdedor
Como siempre, el gran perdedor de esta historia es el pueblo argentino. Mientras los políticos se pelean por el poder y se reparten los cargos, los problemas reales del país siguen sin solución. La inflación, la pobreza, la inseguridad… todo sigue igual o peor. Y lo que es más triste, la gente ya está tan acostumbrada al circo político, que ni siquiera se sorprende ante semejante espectáculo de cinismo y corrupción. ¿Hasta cuándo seguiremos tolerando esta farsa?
Conclusión: La reelección de Menem es una muestra más de la decadencia de la política argentina. Un acuerdo espurio entre Milei y Juntos por el Cambio, orquestado por Macri desde las sombras, que deja al descubierto la hipocresía y el oportunismo de la clase dirigente. Mientras tanto, el país se hunde cada vez más en el abismo. ¡Qué vergüenza!