El Hospital Misericordia de Córdoba es noticia nuevamente, pero esta vez no por sus logros médicos, sino por un escándalo que expone la preocupante situación de inseguridad y la preocupante indiferencia de las autoridades. Un médico, en un acto de violencia desmedida, destrozó el auto de una enfermera. ¿La razón? El vehículo de la enfermera bloqueaba la salida del suyo. La enfermera había tomado las precauciones necesarias: dejó una nota con su número de teléfono y avisó a la recepción del hospital.
La furia ciega de un médico
Imagínense la escena: 6 de la mañana, un médico que acaba su guardia, encuentra su auto bloqueado, y en vez de buscar una solución pacífica, opta por la violencia gratuita. Toma una piedra de gran tamaño y la lanza contra el vehículo de su colega, destrozando el parabrisas, el espejo retrovisor y las ventanas. ¿Un profesional de la salud actuando de esta manera? Increíble, pero cierto. Y más increíble aún es la actitud posterior del agresor, que no solo admitió los hechos, sino que culpó a la enfermera.
La enfermera, Viviana Beccaría, relata que recibió un mensaje alertándola del incidente. Al llegar, encontró su auto destrozado, con una piedra adentro y vidrios por todos lados. Su intento de diálogo con el agresor fracasó; éste la insultó y se negó a proporcionar sus datos. La indignación de Viviana es comprensible; ¿quién podría imaginar que en un ambiente de trabajo, donde la cooperación es esencial, se pueda encontrar con semejante acto de agresión?
Las imágenes del auto destrozado recorrieron las redes sociales, generando conmoción e indignación. Las imágenes muestran la brutalidad del ataque, pero también reflejan el miedo y la impotencia de los trabajadores del Hospital Misericordia, que se ven obligados a trabajar en un ambiente hostil.
Un estacionamiento peligroso y las falencias de las autoridades
Detrás del acto de violencia del médico se encuentra un problema mucho mayor: la precaria situación de seguridad en el estacionamiento del Hospital Misericordia. El cambio de estacionamiento, que llevó al personal a un sector con escasa iluminación, sin cámaras de seguridad ni vigilancia, es el caldo de cultivo perfecto para este tipo de incidentes. El nuevo estacionamiento está considerado como una “zona roja”, un lugar donde abundan robos y asaltos tanto a vehículos como a personas.
Según el testimonio de trabajadores y del delegado gremial de ATE, Roberto Ramos, los robos son recurrentes. Se han reportado cuatro o cinco robos y seis o siete intentos por semana. La falta de seguridad obliga a los trabajadores a estacionar en el estacionamiento interno, agravando la situación de hacinamiento y generando conflictos entre ellos. La responsabilidad de esta situación recae directamente en la dirección del hospital, que no ha tomado las medidas necesarias para proteger la seguridad de su personal. El traslado del estacionamiento no solo fue inconsulto, sino que se hizo sin ofrecer alternativas seguras.
Ramos critica la gestión de las autoridades, señalando que, en vez de procurar la seguridad de sus empleados, están generando conflictos internos a causa de la falta de soluciones. El incidente con el médico, por lo tanto, no es un hecho aislado, sino una consecuencia lógica de una problemática de inseguridad que lleva meses sin solucionarse.
Imputación y acciones legales
La fiscal Celeste Blasco actuó con rapidez e imputó al médico agresor por daños, estableciendo una orden de restricción de acercamiento a la víctima. Si bien la justicia se mueve, el incidente deja una profunda huella en los trabajadores del hospital. La falta de seguridad y las consecuencias negativas del cambio de estacionamiento han dejado a muchos trabajadores angustiados y temerosos por sus vidas y bienes.
Por otro lado, el Ministerio de Salud provincial inició un sumario administrativo de oficio. El médico se enfrenta a sanciones que pueden ir desde una suspensión hasta la cesantía, aunque la velocidad con la que las autoridades respondan a la problemática de inseguridad es un tema por demás importante. Es importante que se tomen medidas que garanticen la seguridad de todos los trabajadores y que se eviten futuros incidentes. Además, es preocupante la falta de acciones concretas para abordar el problema de fondo. Los compromisos de estudio de alternativas para un espacio de estacionamiento más seguro no brindan consuelo ni garantizan la protección necesaria.
El caso del médico que destrozó el auto de una enfermera es más que un incidente aislado. Es un caso grave que refleja la problemática de inseguridad en el Hospital Misericordia de Córdoba y la indiferencia de quienes deberían garantizar la seguridad de los trabajadores. Mientras la justicia investiga al agresor, también es necesaria una investigación a fondo sobre la gestión y las decisiones que llevaron a la creación de un espacio inseguro e inadecuado para los empleados del hospital.
El futuro del Hospital Misericordia y la exigencia de un cambio
Esta situación exige acciones concretas para que hechos similares no vuelvan a ocurrir. Las autoridades del hospital y el Ministerio de Salud provincial tienen una responsabilidad moral y legal en garantizar un ambiente de trabajo seguro para todos sus empleados. Es momento de dejar de lado las promesas vacías y de emprender acciones inmediatas. Ya no es una cuestión de discusiones, sino de garantizar la protección necesaria de quienes día a día dan lo mejor de sí para atender la salud de toda la población cordobesa. Las soluciones no son únicamente un estacionamiento más grande; es necesario analizar los motivos por los que los trabajadores deben trasladarse en auto debido a la inseguridad en los transportes públicos. Si las autoridades no resuelven esta situación a la brevedad, existe un riesgo inminente de más incidentes.
Hasta el momento, Viviana Beccaría, la enfermera agredida, continúa sin poder trasladarse con su propio auto. Una solución inmediata a la situación de inseguridad que viven los trabajadores del hospital debe ser planteada lo más pronto posible para evitar futuros ataques. En este caso, la justicia está haciendo su trabajo, pero queda la profunda inquietud sobre la indiferencia de la gestión y la necesidad de un cambio urgente en la cultura de violencia que parece estar instalada en el hospital.