En una mañana de sábado en Córdoba, Argentina, la paz del Hospital Misericordia se vio irrumpida por un estallido de violencia que ha dejado a la comunidad médica conmocionada. Un médico, en un arrebato de furia desproporcionado, atacó salvajemente el automóvil de una enfermera con una piedra, destruyendo las ventanas delanteras y el espejo retrovisor. ¿La razón? El auto de la enfermera, según el médico, bloqueaba la salida del suyo del estacionamiento. ¡Una escena digna de un western! ¿O quizás, mejor dicho, de ‘Relatos Salvajes’? Pero la realidad, a veces, supera la ficción.
La ira del bisturí: ¿Justicia con piedras?
Imaginen la escena: 6:15 AM, el médico, tras una larga guardia, intenta desesperadamente salir del estacionamiento. Su auto, rodeado de otros vehículos, se niega a cooperar. La frustración se apodera de él, la presión se dispara. ¡Y entonces lo hace! En un acto irracional, encuentra una piedra y la lanza contra el auto de una colega, una enfermera que, al llegar, se encuentra con un espectáculo dantesco. ¿Dónde está el juramento hipocrático en todo esto? ¿Se lo habrán saltado de camino al garaje? Esta escena, señores y señoras, es la representación de la frustración y la falta de control de algunos miembros de nuestra respetada profesión médica. Un comportamiento inaceptable e indignante para todos nosotros.
Según el testimonio del delegado gremial de ATE del Hospital Misericordia, Roberto Ramos, la enfermera intentó dialogar con el médico, pero este se negó a dar explicaciones y la culpó por la situación. Ni disculpas, ni un simple intento de resolver el problema de forma civilizada. ¡No, señor! Esto sólo alimenta mi indignación y la del resto de la comunidad médica.
El nuevo estacionamiento: ¿Un nido de ratas o un campo de batalla?
Pero aquí no termina la historia. Este episodio no se debe sólo al carácter irascible del médico, ¡no, señores! Hay mucho más tras esta escena salvaje. Según Ramos, la raíz del problema reside en el cambio de estacionamiento. El hospital, en su infinita sabiduría, trasladó a los trabajadores a un aparcamiento inseguro, sin luz, sin vigilancia y, lo que es peor, en una zona plagada de robos. ¡Un auténtico foco de inseguridad que se expande como la peste!
La zona, relata Ramos con amargura, es un verdadero imán para los criminales, que aprovechan la oscuridad y la soledad para delinquir. Por la noche, no es raro que ocurran asaltos. El nuevo estacionamiento, en lugar de solucionar un problema, ha creado otro peor: ¿dónde queda la seguridad de los trabajadores? ¿Debemos temer por nuestros vehículos, nuestra integridad física mientras salimos cansados de nuestra larga jornada laboral?
La dirección del hospital, en su ineptitud y soberbia, ha creado un ambiente de tensión e inseguridad que, según Ramos, ha derivado en el terrible evento ocurrido con la enfermera. Si es verdad que el nuevo estacionamiento es un lugar peligroso, entonces el hospital tiene la misma culpa del incidente.
No podemos permitir que esta tragedia pase desapercibida. Necesitamos soluciones. El Hospital Misericordia es un centro neurálgico de nuestra comunidad. ¿Vamos a permitir que se convierta en un escenario de violencia?
El espejo roto refleja un sistema fracturado
El espejo del auto de la enfermera, destrozado por la piedra del médico enfadado, es un reflejo perfecto de la fractura que existe en nuestro sistema. La violencia de este incidente es un síntoma de un problema mucho mayor: la falta de recursos, la inadecuada planificación y, quizás lo más preocupante, la falta de empatía entre profesionales sanitarios que deberían trabajar en equipo. Deberían apoyar y cuidarse unos a otros. La culpa no recae solo en el agresor, y es urgente abordar la situación y buscar soluciones.
Mientras el delegado gremial condena la reacción violenta del médico, también hace una crítica despiadada a la administración del hospital por su falta de previsión al cambiar de estacionamiento, creando un ambiente inseguro y propenso a la tensión, lo cual es un dato preocupante que apunta a un problema mayor. La gestión del Hospital Misericordia es cuestionable y requiere una urgente revisión de sus políticas. ¡Esto no puede quedarse así!
La pregunta que queda en el aire: ¿Qué más se necesita para que se tomen medidas?
¿Qué debemos esperar para ver soluciones reales? Este evento no es un caso aislado, es un clamor de atención. No esperemos que haya un incidente grave para reaccionar.
Necesitamos exigir responsabilidades. El médico debe ser sancionado, pero la dirección del hospital no puede lavarse las manos. Tiene el deber de garantizar la seguridad de sus empleados. ¿O acaso creen que la violencia gratuita es la solución a sus problemas de gestión?
Exigimos una investigación profunda y transparente para determinar las responsabilidades de todos los involucrados. Exigimos un plan concreto para mejorar la seguridad del estacionamiento, de nuestros trabajadores y pacientes. ¡Queremos respuestas y acciones concretas ya!
Amarillo “Polémica” Pérez
P.D.: No se olviden de compartir este artículo en redes sociales. Que el mundo entero se entere de lo sucedido en el Hospital Misericordia. ¡Es nuestra obligación denunciar este atroz acto de violencia!