Una noche de terror se apoderó de Villahermosa, Tabasco, dejando tras de s
gl6 muertos y 10 heridos en una masacre al estilo del viejo oeste, ocurrida en el bar “DBar”. El saldo es brutal: familias deshechas, un pueblo conmocionado y la pregunta en el aire:
¿Quién está detrás de esta matanza?
Una masacre que no deja indiferente a nadie
Los detalles son escalofriantes. Hombres armados irrumpieron en el bar, sembrando el caos y la muerte a balazos. Según el vicefiscal Gilberto Melquiades, los sicarios buscaban a alguien en especifico, pero sus balas alcanzaron a inocentes que se encontraban compartiendo una noche tranquila. Cinco cuerpos quedaron sin vida en el lugar de los hechos, mientras que uno más murió en el hospital tras no soportar las heridas de bala. Diez personas siguen luchando por su vida en hospitales de la zona, mientras que la policía solo ofrece declaraciones vacías, dejando la sensación de que solo están echando tierra al asunto.
La saña fue extrema. Algunos testigos describen una escena dantesca, llena de gritos, sangre y terror. Imaginen la desesperación de las personas intentando salvarse del ataque. Es una imagen tan brutal que se graba a fuego en la memoria de cualquier persona con un mínimo de sensibilidad.
El aumento de la violencia en Tabasco: ¿un estado fallido?
La matanza del DBar no es un evento aislado. Tabasco, otrora un estado tranquilo en materia de seguridad, se ha convertido en un polvorín. La situación no es para alarmarse… si no fuera porque este estado es un ejemplo del fracaso del sistema de justicia mexicano, que no solo no remedia, sino que propicia la violencia.
Los números son abrumadores. Según estadísticas oficiales, entre enero y octubre de este año se registraron 715 asesinatos, frente a los 253 del año pasado. ¡Casi el triple! La masacre en el DBar es solo la punta del iceberg. ¿Qué otra cosa necesita ocurrir para que el gobierno mexicano despierte de su letargo y tome medidas drásticas?
Dos semanas antes ocurrió una masacre similar en Querétaro, estado que hasta hace poco se caracterizaba por su baja tasa de violencia. ¿Está el crimen organizado extendiendo sus tentáculos por todo México? La respuesta parece estar a la vista de todos, pero nadie se atreve a tomar la decisión politica que debe hacerse. En vez de eso, la gente que debería estar vigilando y trabajando por un Tabasco mejor, están buscando culpar a otros.
El secretario de Seguridad Pública federal, Omar García Harfuch, dijo en un tuit que el gobierno federal está trabajando con las autoridades locales. Pero, ¿de qué sirve la coordinación si no hay resultados? Más de lo mismo, las respuestas que buscan calmar la creciente preocupación de la gente de Tabasco son insuficientes. La respuesta es solo un paliativo a una gran enfermedad.
Se supone que deben haber detenidos y aclarar el móvil, pero los resultados son más preguntas. Lo único que se sabe es que varios policías fueron atacados a balazos, hace solo algunos días atrás, en la misma Villahermosa. ¿Acaso el estado de Tabasco se está convirtiendo en un escenario de guerra?
La impunidad, el gran cáncer de México
La impunidad es el gran caldo de cultivo para la violencia en México. Los criminales saben que hay pocas probabilidades de que sean capturados y llevados ante la justicia. La reacción a la indignación y terror que genera el aumento en la violencia en Tabasco es simplemente insuficiente. Mientras la justicia mexicana siga siendo un elefante blanco y con el gobierno mexicano incapaz de controlar el accionar de sus entidades federativas, solo se espera que la espiral de violencia continúe.
Esto genera un clima de miedo e inseguridad que permea a toda la sociedad. La gente vive con temor, sin poder disfrutar de su libertad y derechos. Las palabras del gobierno y las redes sociales no bastan.
Se necesitan acciones contundentes, una estrategia integral que involucre a todas las instancias gubernamentales y a la sociedad civil. Sin embargo, hay indicios de que es poco lo que se espera que ocurra para solucionar esta problemática. La realidad es sombría: el miedo se ha apoderado de Tabasco y la posibilidad de una solución efectiva se ve muy lejana.
Necesitamos respuestas reales, acciones efectivas, no solo declaraciones huecas y redes sociales llenas de condolencias. Se requiere de un cambio radical, en el sistema de justicia mexicano y una voluntad real para combatir la impunidad. Si no, solo hay que prepararse para más masacres y violencia. La vida de los mexicanos y el futuro del país dependen de ello.
Mientras tanto, Tabasco llora a sus muertos y clama por justicia y seguridad. La pregunta es: ¿Quién responderá a este grito desesperado?