Córdoba, la ciudad mediterránea, se tiñó de blanquinegro. Una marea humana, proveniente de la tierra del buen vino y el sol, la invadió con cánticos, banderas y una pasión desbordante. No era para menos: Gimnasia y Esgrima de Mendoza, el Lobo mendocino, disputaba la final por el ascenso a la Primera División del fútbol argentino. El estadio Mario Alberto Kempes, testigo silencioso de tantas batallas futbolísticas, se preparaba para albergar un choque épico, una final que prometía emociones fuertes y un desenlace para el infarto.
El éxodo del Lobo: un viaje de esperanza
Desde la madrugada del domingo, las rutas que conectan Mendoza con Córdoba fueron el escenario de una caravana interminable. Micros, autos, camionetas, cualquier vehículo servía para trasladar a la multitud de hinchas que se dirigían a la Docta con un solo objetivo: alentar al Lobo hasta el último aliento. La lluvia, que había amenazado con aguar la fiesta, finalmente cedió, como si el cielo mismo quisiera sumarse a la celebración.
En la Plaza Cisneros, punto de encuentro tradicional de los hinchas, el ambiente era de pura fiesta. Cánticos, bombos y redoblantes se mezclaban con el aroma a asado y el humo de las bengalas. Las banderas, con los colores del Lobo y las imágenes de sus ídolos, flameaban al viento, creando un espectáculo visual imponente. Familias enteras, grupos de amigos, jóvenes y veteranos, todos unidos por una misma pasión, la del Gimnasia.
El operativo de seguridad, desplegado por las autoridades de Mendoza y Córdoba, acompañó el éxodo blanquinegro. Una cápsula policial custodió a los 11 colectivos que partieron desde la Plaza Cisneros, asegurando un viaje tranquilo y sin incidentes. El Ministerio de Seguridad estimó que alrededor de 4.300 hinchas viajaron a Córdoba para alentar al Lobo, una cifra que refleja la magnitud del evento.
Córdoba blanquinegra: la previa en el Kempes
A medida que se acercaba la hora del partido, el estadio Mario Alberto Kempes se iba llenando de hinchas. La marea blanquinegra inundaba las tribunas, creando un mosaico de colores y emociones. Los cánticos, cada vez más fuertes, retumbaban en el cemento, anticipando la fiesta que se viviría en la cancha.
En los alrededores del estadio, el ambiente era festivo y familiar. Los hinchas se reunían en grupos, compartiendo asados, mate y anécdotas. Las camisetas del Lobo, con el número 10 de Maradona en la espalda, se veían por todas partes, recordando al ídolo máximo del club y su paso por Gimnasia.
Las banderas, gigantescas y coloridas, adornaban las tribunas, mostrando la creatividad y el ingenio de los hinchas. Mensajes de aliento, imágenes de ídolos y símbolos del club se mezclaban en un despliegue visual impactante. La pasión del Lobo se hacía sentir en cada rincón del estadio.
En las redes sociales, las imágenes y videos de la hinchada del Lobo copando Córdoba se viralizaban rápidamente. El hashtag #LoboEnCórdoba se convertía en tendencia, mostrando al país la pasión y el fervor de los mendocinos.
El partido, un capítulo aparte en esta historia épica. La hinchada del Lobo jugó su propio partido en las tribunas, alentando sin cesar, cantando con el alma y empujando al equipo hacia la victoria. Más allá del resultado, la marea blanquinegra que copó Córdoba demostró una vez más la pasión y el amor incondicional de los hinchas del Gimnasia.
Más allá del resultado, una muestra de pasión
La final por el ascenso, más allá del resultado deportivo, se convirtió en una muestra de la pasión y el fervor que despierta el fútbol en la provincia de Mendoza. La hinchada del Lobo, con su multitudinaria presencia en Córdoba, demostró que el amor por los colores no conoce fronteras ni distancias. El aliento incondicional, los cánticos ensordecedores y el colorido en las tribunas fueron un espectáculo aparte, que quedará grabado en la memoria de todos los presentes.
El Lobo, con su garra y su entrega, dejó todo en la cancha, pero el fútbol, como la vida misma, a veces tiene resultados inesperados. La derrota, aunque dolorosa, no opacó la fiesta blanquinegra que se vivió en Córdoba. La hinchada, fiel a su estilo, despidió al equipo con aplausos y cánticos, reconociendo el esfuerzo realizado. El sueño del ascenso, aunque postergado, sigue latente en el corazón de los hinchas, que ya piensan en el próximo campeonato y en la posibilidad de volver a rugir en la máxima categoría del fútbol argentino.
La movilización masiva de los hinchas del Lobo a Córdoba no solo fue un fenómeno deportivo, sino también un evento social y cultural que puso de manifiesto la identidad y el orgullo mendocino. La pasión por el fútbol, como elemento de cohesión social, unió a miles de personas en un solo sentimiento, el amor por Gimnasia y Esgrima de Mendoza.
El viaje a Córdoba, la previa en la Plaza Cisneros, el colorido en las tribunas del Kempes, todo forma parte de una historia que se transmitirá de generación en generación. Los hinchas que estuvieron presentes podrán contarles a sus hijos y nietos sobre la vez que coparon Córdoba, pintaron la ciudad de blanquinegro y alentaron al Lobo en una final histórica. Una final que, más allá del resultado, quedará grabada a fuego en el corazón de la hinchada del Lobo.