En una noche llena de emociones encontradas, Marcelo Polino, reconocido periodista del espectáculo argentino, se abrió ante las cámaras del programa de Mirtha Legrand y compartió con la audiencia momentos profundamente personales de su vida. Con la calidez y la perspicacia que caracterizan a la diva de los almuerzos, la conversación transitó por temas como la adopción, la paternidad espiritual, la soledad y el reciente fallecimiento de su querida mascota.
Un sueño trunco: El deseo de adoptar de Marcelo Polino
Mirtha Legrand, con su habitual franqueza, trajo a la mesa un tema delicado para Polino: su deseo de adoptar un niño. El periodista, visiblemente conmovido, relató su proceso de casi nueve años, un camino plagado de esperanzas y frustraciones que finalmente lo llevó a desistir. “Las carpetas se renuevan cada dos años”, explicó, “y en la tercera vez, sentí que ya estaba, que era momento de cerrar ese capítulo”. La revelación de Polino dejó en evidencia las dificultades y los obstáculos que muchas personas enfrentan al intentar formar una familia a través de la adopción.
A pesar del dolor de no poder concretar su sueño de ser padre adoptivo, Polino encontró una forma de canalizar su amor paternal a través del padrinazgo de Matilda Salazar, la hija de Luciana Salazar. “Es lo más lindo que hay en el mundo”, confesó con una sonrisa. Su rol como padrino le permite disfrutar de la compañía de Matilda, llevarla a espectáculos y compartir momentos especiales, llenando un espacio en su vida que la adopción no pudo completar.
El dolor de la pérdida: La despedida de Paquito
La conversación tomó un giro aún más emotivo cuando Polino relató la reciente pérdida de su gato Paquito, un compañero fiel que lo acompañó durante 17 años. Con la voz quebrada por la emoción, recordó cómo Paquito esperó su regreso de la temporada teatral junto a Fátima Florez para partir dos días después. “Dije, después de Perlita (su otra gata) no quiero un gato más”, expresó con tristeza. La experiencia de perder a una mascota tan querida lo marcó profundamente, llevándolo a tomar la decisión de no volver a tener animales para evitar el sufrimiento de otra despedida.
El dolor que Marcelo Polino experimentó por la pérdida de su gato Paquito, resuena en el corazón de miles de personas que han tenido que despedirse de sus amadas mascotas. La muerte de un animal de compañía no es solo la pérdida de un animal; es la pérdida de un miembro de la familia, de un amigo incondicional, de una fuente inagotable de amor y compañía. El vacío que deja su ausencia es profundo y difícil de llenar, como lo demuestran las palabras llenas de dolor del periodista.
La decisión de no adoptar otro animal después de una pérdida tan significativa es comprensible. El temor a revivir el dolor de la despedida, la angustia de la enfermedad y la inevitable partida pueden ser abrumadores. Para muchas personas, como Marcelo Polino, el duelo por la pérdida de una mascota es un proceso largo y difícil que requiere tiempo y sanación. Optar por no tener otra mascota es una forma de protegerse del dolor, de evitar una nueva herida emocional.
La soledad elegida: Una vida dedicada al trabajo y la autoconstrucción
Más allá del dolor por la pérdida de su mascota, Polino se adentró en su vida sentimental, o mejor dicho, en la ausencia de ella. “No tengo pareja, vivo solo”, afirmó con naturalidad. Su vida, dedicada al trabajo y a la autoconstrucción, lo ha llevado a un lugar de soledad elegida. “Cuando no hago nada, no hago nada de nada”, bromeó, describiendo su estilo de vida introspectivo. Polino confesó que no se siente cómodo compartiendo su vida cotidiana y que su independencia es un valor fundamental para él.
Sus declaraciones generaron un debate en redes sociales, donde muchos usuarios se identificaron con su experiencia. La soledad, a menudo estigmatizada, se presenta en el caso de Polino como una elección consciente, una forma de vida que le permite dedicarse a sus pasiones y a su crecimiento personal. Su historia desafía las convenciones sociales y abre un espacio para reflexionar sobre la importancia de la libertad individual y la búsqueda de la felicidad en los propios términos.
Polino es un ejemplo de cómo la autoconstrucción puede ser un camino hacia la realización personal, pero también puede generar una barrera para establecer relaciones íntimas. El periodista admitió que su independencia y su enfoque en sus objetivos laborales le dificultan compartir su vida con otra persona. “Para incorporar a alguien a mi vida, tiene que ser alguien que venga a sumar”, explicó, dejando en claro que no está dispuesto a renunciar a su autonomía por una relación.
La franqueza de Marcelo Polino al hablar sobre su vida privada y sus sentimientos resonó profundamente en la audiencia. Sus palabras, cargadas de honestidad y vulnerabilidad, generaron empatía y abrieron un espacio para la reflexión sobre temas universales como la soledad, la pérdida, el amor y la búsqueda de la felicidad. Su testimonio demuestra que la fama y el éxito profesional no siempre van de la mano con la plenitud emocional y que la decisión de vivir solo puede ser una opción válida y satisfactoria.