¡Mar del Plata se prepara para un verano caliente, y no precisamente por el sol! Nuestro intrépido intendente, Guillermo Montenegro, ha decidido armar hasta los dientes a la Patrulla Municipal con pistolas y rifles de asalto “no letales”. ¿Su objetivo? “Combatir a los violentos”, según sus propias palabras. Pero, ¿es esta la solución mágica a la inseguridad o una peligrosa escalada hacia la militarización de las calles? Amarillo “Polémica” Pérez les trae la verdad, sin anestesia.
Un intendente con ganas de guerra… ¿o de votos?
Montenegro, cual sheriff de película del Oeste, ha sacado pecho por la compra de 30 pistolas y 15 rifles que disparan proyectiles con gas pimienta. Una inversión de $50 millones que, según él, garantizará que “los violentos tengan un límite”. ¿Será que el intendente confunde Mar del Plata con el Lejano Oeste? ¿O será que busca votos con una política de seguridad más marketinera que efectiva?
No es la primera vez que Montenegro recurre a medidas polémicas para combatir la inseguridad. Recordemos su fallida iniciativa de las “torres de vigilancia”, que terminaron siendo un monumento a la ineficiencia. ¿Acaso no aprendió la lección? Parece que no. Ahora, en lugar de invertir en prevención, educación y políticas sociales que ataquen las raíces de la violencia, prefiere armar a personal municipal sin la formación adecuada para usar armas de fuego, aunque sean “no letales”.
La imagen del intendente presentando las armas cual estrella de rock, rodeado de funcionarios sonrientes, es un insulto a la inteligencia de los marplatenses. ¿De verdad creen que estas pistolas mágicas resolverán los complejos problemas de inseguridad que aquejan a la ciudad? La violencia no se combate con más violencia, sino con políticas públicas serias y una gestión eficiente. Pero claro, eso requiere trabajo, planificación y, sobre todo, una verdadera vocación de servicio, algo que parece escasear en el Municipio.
Armas “no letales”: ¿una solución o un peligro?
El secretario de Seguridad, Rodrigo Goncalvez, intenta tranquilizar a la población asegurando que las armas “no son letales” y que el personal municipal recibirá la capacitación adecuada. Sin embargo, la realidad es que cualquier arma en manos inexpertas puede ser peligrosa. ¿Qué pasa si un agente municipal, en medio de una situación de estrés, dispara a una persona vulnerable? ¿Quién se hará responsable si ocurre una tragedia?
Expertos en seguridad coinciden en que la utilización de armas, incluso las “no letales”, debe ser el último recurso, no la primera opción. La capacitación del personal municipal es fundamental, pero no suficiente. Se necesita un protocolo claro y preciso que defina en qué situaciones se pueden utilizar estas armas y qué medidas se deben tomar en caso de un incidente. ¿Existe ese protocolo en Mar del Plata? Lo dudo.
Además, la introducción de armas en el espacio público puede generar un efecto contrario al deseado. En lugar de disuadir a los delincuentes, podría provocar una escalada de violencia. ¿Qué impide que los criminales, al ver a la Patrulla Municipal armada, respondan con armas de fuego reales? Estamos jugando con fuego, y las consecuencias podrían ser devastadoras.
La hipocresía de la “mano dura”
Montenegro y su equipo se rasgan las vestiduras hablando de “combatir a los violentos”, pero sus políticas solo contribuyen a generar un clima de miedo e inseguridad. La “mano dura” no es la solución, es un parche que oculta la incapacidad del gobierno para abordar las problemáticas sociales de fondo.
En lugar de gastar millones en armas, ¿por qué no invertir en programas de inclusión social, educación y prevención del delito? ¿Por qué no fortalecer la policía provincial, que tiene la formación y la experiencia para lidiar con situaciones de violencia? Las respuestas son obvias, pero a Montenegro le resulta más fácil y rentable políticamente vender la imagen del “intendente que combate el crimen” aunque sea con medidas ineficaces y peligrosas.
El verano en Mar del Plata se presenta con un sabor amargo. La seguridad, un derecho fundamental de todos los ciudadanos, se ha convertido en un juego político en manos de un intendente que prioriza el show mediático por sobre las soluciones reales. Mientras tanto, los marplatenses seguimos esperando una respuesta seria a la creciente inseguridad que nos acecha.