El periodista Marcelo Longobardi protagonizó un tenso cruce con el jefe de Gabinete de Javier Milei, Guillermo Francos, y posteriormente un fuerte intercambio con su colega Jony Viale. Los desencuentros, que se volvieron virales rápidamente en redes sociales, giran en torno a las constantes agresiones verbales por parte del gobierno libertario y sus seguidores contra el comunicador.
El tenso cruce con Guillermo Francos
Durante una entrevista en Radio Rivadavia, Longobardi no dudó en confrontar a Francos sobre la vinculación del gobierno con la Fundación Faro, una agrupación autodefinida como “la guardia pretoriana” de Milei. El periodista fue directo, preguntándole si el gobierno compartía la responsabilidad de los insultos que recibía de figuras ligadas a Milei, en particular por parte de Agustín Laje, quien lo ha tildado repetidamente de “periodista ensobrado”.
Francos intentó desmarcarse, atribuyendo las declaraciones de Laje a una mera “opinión personal”. Sin embargo, la respuesta no satisfizo a Longobardi quien, visiblemente afectado, resaltó su larga amistad con Francos, argumentando la falsedad de tales acusaciones y el cansancio que le generan estas constantes agresiones.
La naturalización del insulto como estrategia política
Longobardi enfatizó la reiterada y sistemática naturaleza de los insultos. Denunció que los agravios se han normalizado, incluso institucionalizados como parte de la retórica política de Milei y sus acólitos, presentándose como una práctica legítima y aceptable. El periodista expresó su indignación por esta tendencia peligrosa, calificándola de “insoportable” y destacando su impacto emocional.
Francos, por su parte, se limitó a señalar que también el gobierno recibía “cuestionamientos e injusticias”. Longobardi retrucó argumentando que su caso era personal, destacando el cansancio que le supone enfrentar dichas campañas de difamación a diario, en un claro contraste con la defensa casi disimulada por parte del funcionario.
El enfrentamiento con Jony Viale
La tensión se trasladó al pase con Jony Viale, quien conduce el siguiente programa en Radio Rivadavia. En ese intercambio, Longobardi reprochó a su compañero por una entrevista anterior a Agustín Romo, donde se había pasado por alto las constantes agresiones verbales contra periodistas.
El cuestionamiento de Longobardi se centró en la falta de solidaridad y la aparente naturalización del discurso violento hacia colegas, como Luciana Geuna y otros periodistas en medios como La Nación y TN. La respuesta de Viale, aunque intentando minimizar el asunto, fue insuficiente para Longobardi, quien acusó a sus colegas de silencio cómplice.
Ante el intento de Viale por desviar la conversación al aniversario de la victoria electoral de Milei, Longobardi rechazó el tema, rechazando el clima de pasividad frente al hostigamiento y la difamación.
El momento culminó con un frustrado intento de humor por parte de un integrante del programa, imitando a Milei, generando la reacción final de Longobardi: “No tengo muchas ganas de hacer chistes”. Inmediatamente, cortó la conexión, dejando solo y sorprendido a Viale.
Análisis y contexto
Los hechos relatados muestran una profunda preocupación por la escalada de violencia verbal en el ámbito político argentino. Los cruces entre Longobardi, Francos y Viale reflejan la polarización del discurso público y la preocupante falta de condena de un comportamiento que atenta contra el libre ejercicio del periodismo.
La posición de Longobardi es crítica ante lo que considera una normalización de la violencia contra periodistas y la falta de solidaridad de colegas, lo que se observa en un sistema mediático que parece reacio a denunciar estos comportamientos.
Este episodio en Radio Rivadavia no solo expone un conflicto personal entre periodistas y un funcionario público sino que también presenta una problemática mayor: la peligrosa escalada de la violencia política y la responsabilidad de los medios en denunciar estos comportamientos.