El primer año de gestión de Martín Llaryora como gobernador de Córdoba ha estado marcado por la habilidad política para sortear obstáculos y la adaptación a un escenario económico nacional complejo. Sin mayoría propia en la Legislatura, Llaryora tejió alianzas estratégicas con sectores opositores, logrando la aprobación de leyes clave para su agenda. Simultáneamente, la llegada de Javier Milei a la presidencia y su política de ajuste drástico obligaron a Llaryora a redefinir su relación con la Nación, pasando de la confrontación inicial a un diálogo pragmático que le permitiera asegurar la estabilidad financiera de la provincia.
Negociación política: el arte de construir mayorías
La debilidad legislativa inicial, con la vicegobernadora Myrian Prunotto desempatando votaciones cruciales, impulsó a Llaryora a construir puentes con opositores. La incorporación de la exmacrista Karina Bruno al oficialismo y los acuerdos con tres radicales disidentes le otorgaron al gobernador una mayoría parlamentaria que le permitió aprobar leyes polémicas, como el aumento de aportes a empleados públicos y la reforma previsional.
La estrategia del “partido cordobés”, con la inclusión de dirigentes radicales, del PRO y vecinalistas en el gabinete, fortaleció la imagen de Llaryora como un líder capaz de trascender las divisiones partidarias. Este enfoque pragmático le permitió consolidar su poder político y avanzar con su agenda legislativa.
El impacto del ajuste de Milei: de la confrontación al diálogo
El ajuste implementado por Milei, eliminando transferencias discrecionales a las provincias, obligó a Llaryora a cambiar su estrategia inicial de confrontación con el gobierno nacional. El cruce inicial por la fallida “Ley Ómnibus” y la consecuente caída en la imagen de Llaryora en las encuestas, lo llevaron a priorizar la gestión y el diálogo con la Casa Rosada.
El cambio de rumbo se tradujo en reuniones con Milei, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Estas negociaciones fueron clave para obtener el aval nacional para la toma de deuda en pesos, necesaria para afrontar vencimientos en dólares. Si bien los fondos para obras fueron escasos en comparación con años anteriores, la estrategia de Llaryora le permitió asegurar la solvencia fiscal de la provincia en un contexto de crisis.
Obras públicas: la apuesta al legado
Con una inversión de 750 millones de dólares en obras públicas durante su primer año, Llaryora busca dejar una marca tangible de su gestión. La inauguración de las autovías 38 y Calamuchita, proyectos heredados con un avance del 50% de la gestión anterior, le permitieron mostrar resultados concretos y fortalecer su imagen pública de cara a las elecciones legislativas de 2025.
La continuidad de la inversión en infraestructura es una apuesta estratégica para Llaryora. No solo impulsa el desarrollo económico de la provincia, sino que también le permite consolidar su base de apoyo popular con miras a las próximas elecciones.
El desafío electoral de 2025
Con la aprobación del Presupuesto 2025, Llaryora se enfoca en el desafío electoral que le espera. Su estrategia se centra en diferenciarse de la propuesta libertaria sin confrontar directamente con Milei, buscando capitalizar la imagen de un gestor eficiente que prioriza el diálogo y la construcción de consensos.
El escenario político en Córdoba se presenta complejo, con el crecimiento del espacio libertario y la necesidad del peronismo cordobés de renovar su liderazgo. La capacidad de Llaryora para mantener la estabilidad política y económica de la provincia será clave para asegurar su triunfo en las elecciones legislativas.