El primer año de gestión de Martín Llaryora como gobernador de Córdoba ha estado marcado por la habilidad política para sortear obstáculos y la adaptación a un escenario económico adverso. Asumió el cargo con una minoría legislativa y se enfrentó a un ajuste nacional drástico impuesto por el presidente Javier Milei. Sin embargo, Llaryora logró consolidar su posición mediante la negociación con opositores y un cambio estratégico en su relación con el gobierno nacional.
Negociación política: la clave para gobernar sin mayoría
La falta de mayoría propia en la Legislatura provincial representó un desafío inicial para Llaryora. Para aprobar leyes clave, como el aumento de aportes a empleados públicos y la reforma previsional, necesitaba el apoyo de la oposición. Llaryora implementó una estrategia de diálogo y negociación, construyendo puentes con sectores opositores “dialoguistas” dispuestos a alcanzar consensos.
El concepto del “partido cordobés”, impulsado por Llaryora, trascendió las líneas partidarias. Sumó a su gabinete figuras de diferentes extracciones políticas, como radicales y representantes del PRO, demostrando una apertura al diálogo y la construcción de consensos. Este enfoque pragmático le permitió obtener los votos necesarios para aprobar leyes cruciales, incluso aquellas que generaron controversia.
Acuerdos puntuales con legisladores opositores, como el libertario Agustín Spacessi y algunos radicales disidentes, le aseguraron a Llaryora una mayoría legislativa coyuntural. Esto evidenció su capacidad para negociar y construir alianzas estratégicas que le permitieran avanzar con su agenda de gobierno.
El ajuste de Milei: de la confrontación al diálogo pragmático
El ajuste implementado por el presidente Milei impactó fuertemente en las finanzas provinciales. Córdoba, al igual que otras provincias, vio drásticamente reducidos los fondos nacionales para obras y programas sociales. Esta situación obligó a Llaryora a redefinir su estrategia y buscar un nuevo modelo de relación con el gobierno nacional.
Inicialmente, la relación entre Llaryora y Milei estuvo marcada por la confrontación. Un cruce público en febrero, donde Milei acusó a Llaryora de ser un “gastador serial”, tensó la relación. Las encuestas mostraron una caída en la imagen del gobernador tras este episodio.
Con pragmatismo, Llaryora cambió su enfoque. Priorizó la gestión y buscó una relación más dialoguista con la Casa Rosada, privilegiando los canales de comunicación con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Esto le permitió obtener el aval de la Nación para tomar deuda en pesos y afrontar vencimientos en dólares, crucial para la estabilidad financiera provincial.
Si bien los fondos para obras provenientes de Nación fueron escasos, la autorización para endeudarse y refinanciar pasivos fue vital para la gestión de Llaryora. El diálogo con el gobierno nacional, aunque con diferencias ideológicas claras, se convirtió en una herramienta fundamental para la supervivencia financiera de la provincia.
Obras públicas: la apuesta al legado y la proyección política
En un año de ajuste, Llaryora priorizó la inversión en obras públicas. Con una inversión de 750 millones de dólares, inauguró la autovía 38 en Punilla y la autovía de Calamuchita, proyectos heredados con un 50% de avance de la gestión anterior. Estas obras estratégicas buscan mejorar la infraestructura y la conectividad, pero también tienen un impacto político: mostrar gestión y resultados concretos a la población.
La continuidad de obras iniciadas en la gestión anterior, como las autovías, permitió a Llaryora mostrar resultados en el corto plazo. Además, la inauguración de estas obras generó un impacto positivo en la opinión pública, contrarrestando el desgaste producido por las medidas de ajuste.
Llaryora en el tablero político nacional
El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, ha logrado consolidar su liderazgo en la provincia durante su primer año de gestión. Su capacidad para negociar con la oposición y su adaptación al contexto nacional le han permitido mantener la estabilidad política y económica en Córdoba. A pesar de los desafíos, Llaryora se posiciona como una figura clave en el escenario político nacional, con una mirada puesta en las elecciones legislativas de 2025.
Las elecciones legislativas de 2025 serán un escenario clave para Llaryora. Su estrategia se centra en diferenciarse del gobierno nacional sin entrar en una confrontación directa con Milei. El objetivo es consolidar el “partido cordobés” como una alternativa política con peso propio en el escenario nacional.