El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, ha demostrado una notable capacidad de adaptación política en su primer año de gestión. Tras un inicio turbulento, marcado por la falta de mayoría legislativa, un Tribunal de Cuentas adverso y el sorpresivo ajuste económico del presidente Javier Milei, Llaryora ha logrado estabilizar su gobierno y consolidar su posición política. Este análisis examina las estrategias clave que le permitieron sortear estos obstáculos, construyendo una narrativa basada en datos y hechos concretos para comprender el panorama político cordobés.
De la debilidad inicial a la construcción de mayorías
La victoria ajustada de Llaryora sobre Luis Juez en las elecciones provinciales de 2023 lo dejó en una posición inusual para el peronismo cordobés: sin mayoría propia en la Legislatura. Esta situación, sumada a la minoría en el Tribunal de Cuentas, representaba un serio desafío para la gobernabilidad. Sin embargo, Llaryora implementó una estrategia pragmática que combinó la negociación política con la construcción de alianzas transversales. El resultado: la aprobación de leyes clave, incluyendo medidas polémicas como el aumento de aportes a empleados públicos y el diferimiento de aumentos a jubilados.
La creación del “partido cordobés”, una estrategia que trascendió las líneas partidarias tradicionales, fue fundamental en este proceso. Llaryora incorporó a su gabinete figuras del radicalismo, el PRO y movimientos vecinalistas, ampliando su base de apoyo y diluyendo la oposición. La incorporación de Karina Bruno, exmacrista, y los acuerdos con tres legisladores radicales disidentes (Dante Rossi, Sebastián Peralta y Graciela Bisotto), junto al libertario Agustín Spacessi, le permitieron al gobernador alcanzar una mayoría operativa en la Legislatura.
Adaptarse al ajuste de Milei: De la confrontación al diálogo
El arribo de Javier Milei a la presidencia implicó un cambio radical en la relación entre la Nación y las provincias. El ajuste drástico implementado por el gobierno nacional, eliminando transferencias discrecionales y fondos garantizados por ley, obligó a Llaryora a replantear su estrategia inicial. El primer encuentro entre ambos mandatarios, en febrero de 2024, fue un choque frontal. Milei acusó públicamente a Llaryora de ser un “gastador serial”, generando un impacto negativo en la imagen del gobernador.
Sin embargo, Llaryora, demostrando su pragmatismo, modificó su enfoque. Priorizó la gestión, abandonó la confrontación directa con Milei y buscó construir puentes de diálogo con la Casa Rosada, especialmente con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Este cambio de rumbo fue crucial para obtener el aval de la Nación para la toma de deuda en pesos, necesaria para afrontar vencimientos en dólares.
El desafío electoral de 2025: Diferenciarse sin confrontar
Con el Presupuesto 2025 aprobado y una situación financiera provincial más estable, Llaryora se enfoca en las elecciones legislativas de 2025. Su estrategia: diferenciarse del discurso libertario sin entrar en conflicto directo con Milei. La inauguración de obras de infraestructura clave, como las autovías 38 y Calamuchita, son parte de esta estrategia, buscando mostrar resultados concretos de su gestión.
La apuesta de Llaryora es que la gestión eficiente y el diálogo político, incluso con un gobierno nacional de signo ideológico opuesto, serán valorados por el electorado cordobés. El desafío es complejo: deberá convencer a los votantes de que su modelo de gestión es la mejor opción para Córdoba, en un contexto nacional de incertidumbre económica y polarización política.
El futuro político de Llaryora dependerá, en gran medida, de su habilidad para mantener este delicado equilibrio. Su capacidad para sortear la compleja relación con Milei, consolidar su liderazgo en Córdoba y construir una imagen de gestor eficiente serán claves para sus aspiraciones futuras, tanto a nivel provincial como nacional. El camino está plagado de desafíos, pero Llaryora ha demostrado que la adaptación y el pragmatismo pueden ser herramientas poderosas en la arena política.