¡Ay, ay, ay! ¡Qué boda, mis queridos lectores! El sábado, el mismísimo Horacio Rodríguez Larreta y su flamante esposa, Milagros Maylin, dieron el sí en una fiesta que dio mucho que hablar. Políticos, empresarios, periodistas… ¡hasta hubo cotillón de Racing! Pero como en todo evento de la farándula política, no faltaron las ausencias que dejaron a más de uno con la boca abierta. Acompáñenme, mis amores, a desmenuzar los entretelones de este casamiento que promete ser la comidilla de los pasillos del poder.
Una boda con sabor a poder… y a bondiola
El Sofitel La Reserva Cardales, un lugar digno de la realeza, fue el escenario elegido para esta unión que, según dicen las malas lenguas, busca consolidar el poderío político de Larreta. 350 invitados, mis queridos, entre los que se encontraban figuras de la talla de María Eugenia Vidal, la siempre polémica Elisa Carrió, y hasta el mismísimo “Nicky” Caputo, el mejor amigo de Mauricio Macri. ¡Casi nada!
Dicen que la fiesta fue de lo más emotiva, aunque claro, con tanto personaje dando vueltas, seguro hubo más de una sonrisa forzada y algún que otro cuchicheo a escondidas. La ceremonia, que no fue religiosa (¡qué modernos!), contó con las palabras de un sacerdote amigo de la pareja. Y como no podía ser de otra manera, las hijas de Larreta, Manuela, Paloma y Serena, estuvieron presentes para acompañar a su padre en este día tan especial.
Y hablando de comida… ¡agárrense fuerte! Dicen que hubo una picada para chuparse los dedos, paella, bondiola braseada (¡un clásico argentino!), y para el postre, creme brulé y helado. ¡Una verdadera fiesta para el paladar! Y claro, como buen político, Larreta no se olvidó del vino: Salentein, para que no falte nada. ¿Y la barra de tragos? ¡Abierta toda la noche! ¡Así se hace patria, muchachos!
Los ausentes: ¿desaire o simple coincidencia?
Pero no todo fue color de rosa en la boda del año. Hubo ausencias que llamaron la atención, mis queridos. El gran faltazo fue el de Mauricio Macri, quien prefirió el sol de Qatar y la Fórmula 1 a la fiesta de su ex amigo. ¿Habrá sido un desaire intencional o simplemente una coincidencia? ¡Las especulaciones están a la orden del día!
Otro que brilló por su ausencia fue Diego Santilli, el ex precandidato a gobernador de Larreta. ¿Señal de que la relación entre ambos está más fría que el invierno en la Antártida? Y si hablamos de ausencias inesperadas, no podemos dejar de mencionar a Martín Lousteau, a quien Larreta apoyó en su candidatura a jefe de Gobierno. Pero claro, con tanto viaje al exterior, uno se pierde las fiestas… ¡qué lástima!
Y el que dio la nota fue “Toto” Caputo, actual ministro de Economía y amigo de Larreta, pero que decidió no asistir para evitar el escándalo. ¿La razón? Forma parte del gobierno de Javier Milei, el enemigo público número uno de Larreta. ¡Qué dilema, mis amigos! ¿La amistad o la política? En este caso, parece que la política ganó por goleada.
Pero más allá de las ausencias y los presentes, lo que realmente importa es que Larreta y Maylin dieron el sí. ¿Será este el comienzo de una nueva era en la política argentina? ¿O simplemente una fiesta más en el mundo del poder? Solo el tiempo lo dirá, mis queridos. Por ahora, solo nos queda disfrutar del espectáculo y esperar el próximo capítulo de esta telenovela política que recién comienza.
El cotillón de Racing: ¿una provocación o simple fanatismo?
Y como frutilla del postre, mis queridos, les cuento que el cotillón de la fiesta fue… ¡de Racing! Sí, sí, como lo leen. Larreta, fanático de la “Academia”, decidió celebrar su amor con los colores de su equipo. ¿Una provocación a sus rivales políticos o simplemente una muestra de su pasión futbolera? ¡El debate está abierto!
Algunos dicen que fue una jugada maestra para ganarse el apoyo de la hinchada de Racing. Otros, en cambio, lo ven como una falta de respeto a los invitados que no comparten su fanatismo. Lo cierto es que el cotillón académico dio que hablar y seguramente será recordado como una de las anécdotas más curiosas de esta boda política.
Y para cerrar la noche con broche de oro, nada más y nada menos que Ráfaga hizo bailar a todos los presentes con sus hits. ¡Una verdadera fiesta popular en medio del lujo y el glamour! Dicen que hasta Larreta se animó a mover el esqueleto al ritmo de “La Cerveza”, aunque claro, con su habitual estilo sobrio y elegante. ¡Un final a toda orquesta para una boda que dará que hablar por mucho tiempo!