La Unión Industrial Argentina (UIA) se encuentra en medio de una tormenta perfecta. La reciente apertura económica impulsada por el gobierno de Javier Milei, caracterizada por la drástica baja de aranceles a las importaciones, ha desatado una guerra interna sin precedentes en la entidad que representa a los industriales argentinos. ¿El detonante? La ausencia, calificada por algunos como un desplante, del propio Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, en la conferencia anual de la UIA. Un silencio ensordecedor que habla más que mil palabras, un vacío que resuena en los pasillos de la industria nacional.
La Gran División: Gigantes vs. Pymes
El conflicto no es nuevo, pero la apertura económica lo ha exacerbado. Mientras las grandes empresas, los pesos pesados de la UIA, intentan mantener un perfil bajo, buscando un diálogo, aunque a veces forzado, con el gobierno, las pequeñas y medianas empresas (pymes) están en pie de guerra. La eliminación del impuesto PAÍS y la apertura indiscriminada de las importaciones se perciben como una estocada mortal para un sector ya golpeado por la recesión y la inflación. Decenas de miles de puestos de trabajo están en juego, aseguran, con el fantasma del menemismo acechando en el horizonte.
Las pymes, la columna vertebral de la industria argentina, reclaman a gritos medidas complementarias: bajadas de impuestos, mejora de la infraestructura, acceso a financiamiento, y un ordenamiento de la política cambiaria. Sin estas acciones, advierten, la apertura económica se transformará en un tsunami que arrasará con las empresas más frágiles. No es una mera amenaza, es la realidad en cifras frías y contundentes. Y el gobierno de Milei no parece haberlo tenido en cuenta.
La ausencia de Milei y Caputo en la conferencia no fue una simple casualidad; fue una declaración de intenciones. Fue el gobierno haciendo oídos sordos al clamor de las pymes. Es más, los industriales aseguran que se trató de un claro desprecio a las preocupaciones del sector, una señal inequívoca de que las políticas económicas, al menos por ahora, no se ajustarán a sus demandas.
El Liderazgo en la Mira: Funes de Rioja en la cuerda floja
La crisis también ha puesto en entredicho el liderazgo de Daniel Funes de Rioja, presidente de la UIA. Su cercanía al oficialismo y su intento por mantener un diálogo con el gobierno son considerados por muchos como una traición a los intereses de las pymes. ¿Complicidad o pragmatismo? La línea es difusa, pero las acusaciones de falta de contundencia en la defensa del sector se agolpan.
La presión sobre Funes de Rioja es inmensa. Los discursos tibios y las negociaciones a puertas cerradas no alcanzan. Mientras Rappallini, su sucesor designado, parece inclinado hacia una crítica más dura al modelo económico, la gran pregunta es: ¿podrá Funes de Rioja calmar las aguas turbulentas antes de que se desencadene una crisis total dentro de la propia UIA?
El conflicto abierto entre las grandes empresas y las pymes representa un dilema existencial para la UIA. Si no logran encontrar un consenso, la entidad podría quedar fracturada, debilitando su capacidad de negociación y representación del sector industrial argentino. Un golpe casi mortal en un momento de cambio drástico.
Un Presagio Menemista: El temor a la debacle
El fantasma del menemismo recorre los pasillos de la UIA. Muchos recuerdan con pavor la década del 90, cuando la apertura indiscriminada de la economía condujo al colapso de miles de pymes, dejando un rastro de destrucción económica y social. La situación actual presenta inquietantes paralelismos: un gobierno con una postura liberal extrema, una devaluación constante del peso y una desregulación feroz. La repetición de la tragedia no está en la agenda de los industriales, pero está en los pronósticos de los analistas y preocupa a mucha gente.
La incertidumbre es palpable. El futuro de la industria argentina pende de un hilo. ¿Conseguirá la UIA superar la crisis interna y articular una estrategia coherente frente al gobierno de Milei? ¿O se repetirá el triste presagio de los 90? En este punto el tiempo será el que dará respuestas. Pero el escenario parece que pintara a favor del pánico en el sector industrial argentino.
La respuesta, o la falta de ella, de Milei y Caputo a la UIA es un símbolo del presente y un reflejo de las políticas que se pueden esperar para el futuro cercano. La estrategia del gobierno liberal argentino parece inclinarse por un enfrentamiento frontal con los sectores tradicionales.