En el teatro de operaciones del norte de África durante la Segunda Guerra Mundial, la figura del mariscal Erwin Rommel, conocido como el “Zorro del Desierto”, era un foco de atención constante para los Aliados. Su astucia militar y su capacidad de cambiar el curso de la batalla convirtieron la captura o eliminación de Rommel en un objetivo de suma importancia para el alto mando británico.
La Operación Flipper: Un Plan Audaz con Fatal Destino
Concebida como una de las operaciones comando más audaces de la Segunda Guerra Mundial, la Operación Flipper fue una misión suicida cuyo objetivo era capturar o asesinar a Rommel. La orden, emanada directamente de Winston Churchill, reflejaba la necesidad de un golpe de efecto que revitalizara el ánimo de las tropas y la población británica, abatidos tras las derrotas sufridas a principios de la campaña del norte de África.
El contexto de la Operación Flipper estaba marcado por el reciente fracaso de la Operación Brevity, un intento de avance británico que fue repelido por las fuerzas del Eje. Esta derrota evidenció las debilidades de la planificación militar aliada y la necesidad de una estrategia alternativa.
Un Líder Incapaz al Mando de una Misión Suicida
El mando de la Operación Flipper recayó en el teniente coronel Geoffrey Keyes, una designación cuestionable en vista de su falta de experiencia en acciones comando y sus problemas de visión y audición. Su designación se atribuye en gran medida a las influencias de su padre, un almirante reconocido de la Primera Guerra Mundial, más que a su capacidad real para el liderazgo.
A pesar de las reservas del teniente coronel Robert Laycock, quien tenía una dilatada experiencia en estas misiones y advertía las dificultades de la evacuación, la operación fue autorizada. Keyes asumió el mando, apoyado por hombres del Long Range Desert Group, expertos en acciones clandestinas en territorio enemigo.
Inteligencia Defectuosa y Desastre en el Desembarco
La información previa a la operación, basada en las observaciones del capitán John E. Haselden, resultó errónea. Haselden, a pesar de su dominio del árabe e italiano y su experiencia en el territorio, cometió un grave error al identificar la ubicación del cuartel general de Rommel. Su conclusión, basada en los movimientos de vehículos de oficiales alemanes, situaba a Rommel en Beda Littoria, lo que posteriormente resultó falso.
El desembarco en las costas africanas resultó desastroso debido al mal clima. De los 59 hombres iniciales, una cantidad significativa murió ahogada, otros regresaron a los submarinos agotados, y otros se perdieron en la oscuridad. Solo 34 hombres llegaron a tierra para iniciar la misión ya debilitada.
Un Ataque Fallido y un Triste Final
Tras un extenuante desplazamiento por el desierto, los comandos llegaron a Beda Littoria, encontrando un cuartel logístico en lugar del cuartel general de Rommel. El intento de sorprender a los centinelas fracasó, generando un tiroteo que costó la vida a varios soldados británicos, incluyendo al propio Keyes, quien fue herido de muerte, según algunas versiones, por fuego amigo.
La lluvia empapó las cargas explosivas, imposibilitando la destrucción del cuartel tal como estaba previsto. Tras un breve pero feroz enfrentamiento, los sobrevivientes se vieron obligados a retirarse, dejando herido al capitán Campbell. De los 34 comandos que desembarcaron, solo dos lograron regresar con vida a las líneas aliadas tras un largo y arriesgado recorrido por el desierto.
El Mariscal Ausente y la Ironía del Destino
La verdad más asombrosa y frustrante para el alto mando británico fue que Rommel no se encontraba en Beda Littoria, ni siquiera en África. Él había viajado a Roma para celebrar su cumpleaños con su familia y planificar con los italianos el envío de refuerzos al frente. El error de la inteligencia británica fue total: un grave fallo de coordinación y evaluación del terreno. Rommel no estaba en el cuartel general; simplemente pasó dos noches allí unos meses antes, por lo que la información fue una errónea conclusión basada en falsos avistamientos de vehículo.
A pesar de la catástrofe, el relato de la Operación Flipper rescata el valor y la audacia de los comandos británicos. La falta de recursos y de una adecuada planeación, sin embargo, subraya la importancia de la buena inteligencia y una correcta dirección en cualquier operación militar.
Reflexiones Finales
La Operación Flipper no fue solo un fracaso militar, sino también una trágica demostración de las consecuencias de la mala planificación y la información deficiente. La valentía de estos soldados británicos que arriesgaron su vida en una misión con pocas posibilidades de éxito demuestra la lealtad y el compromiso de quienes defienden sus ideales y su patria. La historia de la Operación Flipper es un contundente recordatorio de la importancia de la inteligencia, de la formación adecuada de los líderes militares, y sobre todo, del respeto por la vida de quienes enfrentan las consecuencias de errores ajenos.
El caso de la Operación Flipper, lejos de ser un episodio aislado, sirve como un valioso estudio de caso para analizar los errores a evitar en la toma de decisiones estratégicas. Su historia es una lección imborrable sobre la planificación y las consecuencias nefastas que puede traer la deficiente inteligencia, un problema que a pesar de los avances tecnológicos sigue presente en la actualidad.