¡Alerta roja! Estados Unidos, la tierra de la libertad, ¡está quemando libros! Sí, como en la novela de Bradbury, pero en vez de bomberos, son padres indignados, políticos conservadores y leyes estatales que buscan silenciar voces que cuestionan el status quo. Más de 10.000 libros prohibidos en escuelas y bibliotecas públicas, una cifra escalofriante que nos deja helados y nos hace preguntarnos: ¿es esta la próxima ola de oscurantismo?
El Gran Incendio de los Libros en la América Moderna
No estamos hablando de novelas pulp olvidadas en el sótano de una biblioteca polvorienta. Estamos hablando de un ataque directo y deliberado a la literatura considerada ‘controvertida’, ‘inapropiada’ o, peor aún, ‘peligrosa’ para la ‘moral’ de los más jóvenes. Un ejército de censores, vestidos con las togas de padres de familia preocupados o legisladores con agendas políticas ocultas, están eliminando textos que abordan temas esenciales de la sociedad moderna: raza, género, sexualidad, salud mental. Todo aquello que pueda generar el más mínimo malestar en ciertas esferas conservadoras, al parecer, ya es considerado subversivo
El informe de PEN America, la organización que defiende la libertad de expresión, arroja un número escalofriante: más de 10,000 prohibiciones en el último año, un aumento meteórico si lo comparamos con los 3,362 casos del año anterior. Es un tsunami de censura, y lo peor de todo, es que es sólo la punta del iceberg. Muchas otras prohibiciones, llamadas ‘blandas’, pasan desapercibidas: libros desaparecidos de las estanterías, autores que son vetados sin hacer ruido, títulos que sencillamente no son incluidos en los catálogos.
Florida e Iowa: epicentros de la quema de libros
Florida, con su gobernador Ron DeSantis liderando la carga, es el estado que encabeza la lista de la ignominia con más de 4.500 libros prohibidos. Su ley HB 1069, una ley que es una burla directa a la libertad de expresión, ha convertido las bibliotecas en campos de batalla ideológicos donde cualquier libro que mencione siquiera el sexo es considerado ‘pornográfico’ y ‘inadecuado’. Un simple juego de palabras que destruye años de trabajo bibliotecario dedicado a promover la literatura, incluso para grupos marginados
Iowa no se queda atrás. Su ley SF 496 es similar a la de Florida: prohíbe cualquier contenido que represente o describa un ‘acto sexual’ y restringe abiertamente la enseñanza de temas de identidad de género y orientación sexual, algo que se conoce popularmente como una ley ‘No digas gay’. La excusa es cuidar a los niños, pero la realidad es crear un estado policial del conocimiento donde el pensamiento crítico es considerado una enfermedad
El eco de la censura en Latinoamérica: ¿un fuego que se propaga?
Lo que está sucediendo en Estados Unidos no es un fenómeno aislado. Es una tendencia global que se está infiltrando en muchos países, incluyendo Latinoamérica. La prohibición de libros no es solo un hecho estadístico, es un síntoma preocupante de la amenaza que pesa sobre la libertad de expresión y acceso a la información, lo cual pone en riesgo la formación de ciudadanos críticos y pensantes
Ya hemos visto en Argentina casos similares a esta ola reaccionaria, como la persecución a la colección de libros del Gobierno Bonaerense, donde autores como Dolores Reyes, con su impactante novela ‘Cometierra’, fueron atacados por una turba enfurecida que rechazó de manera furibunda el contenido que se presenta en la novela. Estos ataques, que pretenden silenciar voces disidentes, son un reflejo claro de lo que está pasando en Estados Unidos, pero en una escala más local
El objetivo no es solo censurar libros, sino destruir a los autores. Desde amenazas directas a acoso en redes sociales, las agresiones contra los creadores de contenido que desafían al pensamiento conservador, son constantes y se van intensificando cada vez más. El miedo empieza a silenciar a todos
La censura silenciosa: la nueva amenaza
Pero no se trata solamente de prohibiciones directas. La ‘censura silenciosa’ o ‘blanda’ también es una preocupación creciente. Bibliotecas y escuelas se autocensuran, evitando adquirir libros que puedan resultar polémicos, autores desaparecen de los programas educativos, se crean ‘listas negras’ de títulos que se evitan. Es una forma de control sutil pero efectiva que se propaga como un virus en el sistema educativo.
Esta ola de censura, silenciosa o explícita, nos debe alertar. Es una amenaza directa a la educación crítica, a la libertad de pensamiento y a la democracia en su conjunto. Si no reaccionamos, si no defendemos el derecho de acceso a la información y la pluralidad de voces, este fuego podría devorarlo todo. La pregunta es: ¿vamos a dejar que nos quemen la historia?
El auge de la censura en Estados Unidos y su expansión hacia Latinoamérica es una amenaza real a la libertad de expresión y al acceso a la información. La quema de libros no es una metáfora, es una realidad actual. Debemos exigir la protección de las bibliotecas como espacios sagrados del conocimiento, y defender a ultranza el derecho a leer, pensar y aprender sin censura.