En las venas palpitantes de Córdoba, donde el cuarteto es más que música y el fútbol, una fe inquebrantable, existe un santuario de la identidad cordobesa: el Sargento Cabral. Este emblemático recinto, el ‘templo del tunga tunga’, se alista para recibir nuevamente a su mesías, La Mona Jiménez, en una velada que promete ser una liturgia de sensaciones y un viaje en el tiempo para los peregrinos de la nostalgia. Más que un concierto, el retorno del Mandamás al Sargento es una epifanía de la cultura cordobesa, la unión sagrada de dos pasiones que han cincelado el alma de generaciones: el cuarteto y el fútbol.
Sargento Cabral: Donde el Fútbol y el Cuarteto Marcan el Pulso Cordobés
El Sargento Cabral, con sus paredes que rezuman historias y sus pistas de baile que han sido cómplices de incontables noches de fervor, siempre ha mantenido un idilio con el universo del fútbol. Situado estratégicamente en la intersección de Sargento Cabral y Junín, en el corazón del barrio San Vicente, este lugar ha sido un punto de encuentro predilecto para jugadores, hinchas y devotos del deporte rey. Tras un partido vibrante, buscaban extender la euforia en un ambiente de fervor y camaradería. No era raro, en las noches de viernes, divisar a figuras prominentes del fútbol cordobés mimetizándose entre la multitud, dejándose llevar por la música de La Mona y compartiendo la llama de sus equipos.
Para muchos, el Sargento era la prolongación natural del estadio, un altar donde los colores se unían, las rivalidades se atenuaban y la música se convertía en el mantra común. Era el lugar de peregrinación obligada después de un clásico, el bálsamo tras una derrota dolorosa o la explosión de júbilo tras una victoria memorable. El Sargento era, en esencia, el crisol donde el fútbol y el cuarteto se fundían en una experiencia sin igual.
Del Césped al ‘Tosargen’: Un Rito Cordobés
Los viernes, para los fieles del fútbol cordobés, poseían un aroma particular. Era el día de rendir tributo a su equipo, de vivir la pasión en las gradas y, si los astros se alineaban, de celebrar la victoria en el Sargento. El recinto se metamorfoseaba en una auténtica romería después de cada partido, con estandartes, cánticos y la energía arrolladora de los fanáticos que llegaban con la adrenalina al máximo. Esta costumbre arraigó tan profundamente que dio origen a un término propio: ir al ‘Tosargen’, una especie de peregrinación sagrada para los amantes del fútbol y el cuarteto.
Sin embargo, no todo era un camino de rosas. Existía un código no escrito que proscribía el ingreso al Sargento con camisetas o símbolos distintivos de los equipos. Esta norma, aunque severa, buscaba preservar un ambiente neutral y prevenir posibles fricciones entre hinchadas antagónicas. A pesar de ello, siempre había algún audaz que lograba sortear la seguridad y colarse con los colores de su club, generando momentos de tensión y, al mismo tiempo, de complicidad entre los presentes.
Durante los respiros en los bailes de La Mona, el folclore futbolero se desataba con furia. En ocasiones, se presenciaban verdaderas batallas de canciones entre las tribunas de Talleres y Belgrano, recreando la atmósfera de un clásico en el mismísimo Mario Alberto Kempes. Era un espectáculo aparte, una manifestación del fervor y la inventiva de los hinchas cordobeses, quienes hallaban en la música y el humor una vía para exteriorizar su amor por los colores de su equipo.
‘El Enamorado’ y ‘Libertad’: Himnos Futboleros Coreados en el Sargento
Si existe un himno que identifica a Belgrano, ese es ‘El Enamorado’. Cada vez que La Mona entonaba el emblemático ‘¿Cómo pasó ese momento?’, los ‘piratas’ respondían con un rugido atronador, cantando la versión de tribuna con el alma. Jiménez, confeso hincha del ‘celeste’, siempre les brindaba un guiño cómplice, mostrando su afecto por el club de Alberdi. Pero La Mona, en su rol de anfitrión democrático, no olvidaba a los seguidores de Talleres. Inmediatamente después de ‘El Enamorado’, interpretaba las estrofas de ‘Libertad’, dedicándosela especialmente a los ‘matadores’. Y, como si fuera poco, también saludaba a los ‘jimenéros’ de Instituto y Racing, demostrando que en el Sargento existía un lugar para todos los credos y colores.
La Mona, con su carisma magnético y su música inconfundible, conseguía forjar un ambiente único en el Sargento, donde las diferencias se disipaban y la pasión compartida por el fútbol y el cuarteto unía a todos en una misma celebración. Era una verdadera fiesta de la identidad cordobesa, una demostración de la alegría y el folclore que definen a esta tierra.
Bajo el Reflector del Cuarteto: Estrellas del Fútbol en el Sargento
El Sargento Cabral no solo era el santuario de los hinchas, sino también el refugio de los futbolistas. Innumerables jugadores de todos los clubes cordobeses, e incluso figuras de renombre nacional e internacional, desfilaban por las tablas del legendario recinto, bajo la atenta mirada de Rubén Bravi, el dueño del lugar, un reconocido futbolero y eximio goleador. Carlos Tevez, sin lugar a dudas, era el futbolista más emblemático que honraba con su presencia el Sargento. El ‘Apache’, ídolo de Boca Juniors y de la Selección Argentina, era un ferviente admirador de La Mona y no dudaba en escaparse al Sargento cada vez que visitaba Córdoba.
Pero Tevez no era un caso aislado. Figuras como Wanchope Ábila, el Chino Zelarayán, Bebelo Reynoso, Renzo Saravia, el ‘Indio’ Moreyra, el ‘Hachita’ Ludueña, José Luis Villarreal, la ‘Chacha’ Villagra y muchos otros exponentes del fútbol cordobés también eran asiduos concurrentes del Sargento. Algunos más extrovertidos que otros, los deportistas se divertían al compás de La Mona e incluso se animaban a cantar. Sin embargo, ninguno logró superar la actuación de Tevez, quien en una noche memorable se atrevió a interpretar junto a Jiménez el clásico ‘Muñeco de Trapo’, dejando al público atónito ante su inesperada faceta de cantante.
El Sargento era un oasis donde los futbolistas podían distenderse, olvidarse de la presión de los partidos y gozar de la música y el ambiente festivo. Era un santuario donde se sentían como uno más, compartiendo la pasión por el cuarteto y la devoción por La Mona con el resto de los presentes.
Guerra de Murales: El Folclore Futbolero se Adueña de las Calles Circundantes
En 2016, una peculiar moda invadió las calles de Córdoba: los murales y las pintadas de las hinchadas de fútbol. Cada pared desocupada, cada poste de luz, se transformaba en un lienzo donde los ‘artistas’ de Talleres, Belgrano e Instituto manifestaban su pasión con los colores de su club. El Sargento Cabral, por supuesto, no escapó a esta fiebre. En octubre de ese año, los ‘piratas’ tomaron la posta y pintaron los cordones y postes de la esquina de Sargento Cabral y Junín con los colores celeste y negro. La réplica de los ‘matadores’ no se hizo esperar: al día siguiente, los colores azul y blanco sepultaron a los ‘piratas’. La disputa se prolongó por varios días, hasta que finalmente se impuso la cordura y no hubo colores dominantes.
Esta batalla de murales, aunque breve, certificó una vez más el vínculo indisoluble entre el fútbol y el Sargento Cabral. El recinto se había erigido como un símbolo de la ferviente identidad cordobesa, un lugar donde la música, el deporte y el folclore convergían en una experiencia inigualable.
El Retorno del Mesías: Un Reencuentro con el Alma Cordobesa
Tras años de anhelo, los creyentes del cuarteto y del fútbol cordobés tienen motivos para celebrar. La Mona Jiménez regresa al Sargento Cabral, al escenario que lo consagró como el ídolo supremo de la música cordobesa y que tantas noches de alegría y fervor brindó a los amantes del deporte. Más que un simple concierto, este regreso es un reencuentro con la esencia misma de la cultura cordobesa, una celebración de la música, el fútbol y el folclore que definen a esta provincia.
El Sargento Cabral se prepara para acoger a miles de almas que, sin duda alguna, revivirán aquellos instantes mágicos donde el fútbol y el cuarteto se fusionaban en una misma pasión. Será una noche imborrable, una oportunidad para rendir tributo a La Mona Jiménez y para venerar la cultura cordobesa en su máxima expresión.
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