La reciente apertura económica en Argentina, impulsada por el gobierno de Javier Milei, ha generado un fuerte debate en torno a la competitividad de la industria nacional. La eliminación de aranceles a la importación, si bien busca reducir la inflación y aumentar el acceso a bienes más baratos para los consumidores, ha despertado la preocupación de los industriales, quienes temen una inundación del mercado con productos extranjeros y una consecuente pérdida de puestos de trabajo. En este contexto, las declaraciones de Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), reflejan las inquietudes de un sector que reclama igualdad de condiciones para competir en un mercado globalizado.
El reclamo de la UIA: igualdad de condiciones, no privilegios
Funes de Rioja, en el marco de la 30° Conferencia Industrial de la UIA, ha sido enfático en su pedido al gobierno: no se buscan privilegios ni proteccionismo, sino la corrección de las distorsiones que impiden a la industria argentina competir en igualdad de condiciones. El empresario ha destacado la necesidad de una ley que brinde incentivos concretos a las pymes, incluyendo la amortización acelerada, la devolución del IVA en inversiones, la eliminación de derechos de exportación y la implementación de la cuenta única tributaria. Estas medidas, según Funes de Rioja, buscan nivelar el campo de juego y permitir que las empresas argentinas puedan competir tanto en el mercado interno como en el externo.
El discurso del presidente de la UIA se centra en la necesidad de corregir las distorsiones existentes, que no solo afectan la competitividad, sino que ponen en riesgo sectores sensibles del mercado interno frente a empresas que no producen en Argentina, no generan empleo y no tributan en el país. A su vez, advierte sobre las consecuencias negativas de estas penalizaciones en la posibilidad de participar en los mercados globales, afectados por los altos impuestos nacionales, provinciales y municipales que gravan las exportaciones.
Los cinco desafíos del “costo argentino”
Funes de Rioja identifica cinco factores principales que contribuyen al “costo argentino” y afectan la competitividad industrial: la presión y superposición tributaria, la falta de crédito, las insuficiencias en infraestructura y conectividad, los costos energéticos crecientes y un ecosistema laboral que no se ha adaptado al siglo XXI. Estos problemas, que se arrastran desde hace años, dificultan la inversión, la innovación y la capacidad de las empresas para ofrecer precios competitivos. El empresario destaca la problemática de los altos costos portuarios, señalando que Argentina se encuentra entre los puertos más caros de la región, con problemas de eficiencia en los servicios.
Para Funes de Rioja, el camino hacia la estabilidad macroeconómica debe complementarse con medidas que impulsen una industrialización pujante, con agregados de valor y encadenamientos productivos. Es crucial la incorporación de tecnología, la capacitación laboral y el acceso a más mercados para generar mayores exportaciones y divisas. El empresario apela a un enfoque integral, que atienda no solo la macroeconomía, sino también los aspectos microeconómicos que impactan directamente en la competitividad de las empresas.
Soluciones propuestas y perspectivas futuras
Las soluciones propuestas por Funes de Rioja incluyen un esquema de incentivos a las inversiones industriales, nuevas medidas laborales que fomenten la formalidad y estrategias para fortalecer la educación y formación profesionales. Además, se necesitan medidas específicas para el desarrollo de las pymes y la promoción de las exportaciones. Si bien reconoce los avances del gobierno en materia macroeconómica, el empresario insiste en la necesidad de una estructura regulatoria y tributaria más justa y competitiva, tanto a nivel nacional como provincial y municipal, para generar un entorno propicio para emprender y producir, generando empleo de calidad.
Funes de Rioja concluye con un llamado a un “shock de inversiones” para fortalecer el mercado interno y la creación de empleo, impactando directamente en la productividad y en el crecimiento del salario real. Para el presidente de la UIA, esta es la única forma de revertir décadas de estancamiento y lograr un desarrollo industrial sostenible en Argentina. La apertura económica, sin medidas complementarias que corrijan las distorsiones existentes, corre el riesgo de provocar una crisis similar a la de los años 90, con el consecuente cierre de empresas y la pérdida de empleos. La clave, según Funes de Rioja, radica en lograr una verdadera “igualdad de condiciones” para que la industria argentina pueda competir y crecer en un mercado global cada vez más competitivo.
Análisis de la situación
La situación planteada por Funes de Rioja refleja una realidad compleja en la economía argentina. La apertura económica, en principio, puede traer beneficios para los consumidores a través de la reducción de precios. Sin embargo, sin un acompañamiento efectivo para la industria nacional, corre el riesgo de dejar a las empresas argentinas en una situación de vulnerabilidad, perdiendo competitividad ante las importaciones. Las medidas propuestas por la UIA buscan crear un ambiente más equilibrado, donde la competencia sea justa y la industria nacional tenga la posibilidad de crecer y desarrollarse. El éxito de esta estrategia dependerá no sólo de la implementación de las reformas planteadas sino también de la capacidad del Gobierno de lograr un diálogo constructivo y un consenso político.
La apertura indiscriminada podría tener consecuencias negativas de largo plazo. Si bien la reducción de la inflación es un objetivo prioritario del Gobierno, es necesario evaluar con cuidado las consecuencias sobre la actividad productiva y el empleo. El desafío para el gobierno reside en encontrar un equilibrio que permita la reducción de precios para el consumidor, al tiempo que se preserva la capacidad productiva del país. Este equilibrio requerirá de una mayor inversión en infraestructura, tecnología y capacitación para que las empresas puedan aumentar su eficiencia y mejorar su competitividad. Ignorar las advertencias de la industria podría llevar a una repetición de las experiencias negativas del pasado, afectando al crecimiento del país a largo plazo.