Argentina se encuentra inmersa en una compleja situación financiera, caracterizada por una aparente estabilidad que esconde riesgos significativos. Este artículo analiza el “carry trade”, o ‘bicicleta financiera’, su funcionamiento, las condiciones que lo sostienen y los peligros que acechan a este delicado equilibrio.
El Carry Trade: Una Fiesta con Riesgos Ocultos
El carry trade, la estrategia financiera que consiste en convertir dólares a pesos, invertirlos en activos argentinos (principalmente bonos del Estado) y luego reconvertirlos a dólares con una ganancia, es el motor de la actual ‘fiesta’ financiera. La rentabilidad se basa en tres pilares: un tipo de cambio relativamente estable, tasas de interés en pesos superiores a la devaluación esperada del peso y una inflación moderada.
Estos tres pilares parecen estar presentes actualmente, con un dólar financiero relativamente estable, tasas de interés atractivas en pesos y una inflación que muestra signos de desaceleración. En los meses transcurridos entre mayo y octubre, una inversión en pesos obtuvo rendimientos atractivos. Sin embargo, esta aparente estabilidad enmascara una situación precaria que los economistas califican como un esquema altamente riesgoso.
Las Condiciones que Sustentan el Esquema
El flujo de dólares hacia el mercado argentino se alimenta de varias fuentes. El blanqueo de capitales juega un rol importante; los bancos prestan los dólares blanqueados a empresas, las cuales emiten obligaciones negociables, generando un circuito de deuda que contribuye a mantener la aparente estabilidad. Este sistema se asemeja a un esquema Ponzi, en el cual la sostenibilidad depende de la entrada continua de nuevos capitales.
Sin embargo, este sistema es vulnerable y dependiente de la confianza de los inversores. Mientras la expectativa sea un tipo de cambio estable o incluso una leve baja, el ciclo se mantiene. Cualquier variación brusca, o incluso la simple sospecha de una, podría desencadenar una retirada masiva de capitales.
Los Riesgos latentes: Un Castillo de Naipes
El economista Nicolás Dvoskin ha calificado el actual esquema como un “castillo de naipes”, altamente vulnerable a diferentes factores. Señala las profundas inconsistencias del modelo, como la falta de acumulación de reservas en el Banco Central y el persistente déficit de la cuenta corriente. Estas contradicciones sugieren que la percepción del riesgo en algún momento superará el incentivo económico, provocando una crisis financiera.
Dvoskin también destaca el factor político. Un dólar barato, al controlar la inflación, brinda cierta legitimidad al gobierno, pero esto es una estrategia insostenible en el largo plazo. La experiencia de 2017, con la “bicicleta” de Caputo y Sturzenegger, demostró la fragilidad de estos esquemas. Una salida brusca de capitales generaría una gran presión sobre el tipo de cambio, requiriendo la intervención del gobierno, ya sea mediante la venta de reservas, el endeudamiento en dólares o medidas extremas como el cierre del mercado de capitales.
Posibles desencadenantes de la crisis
Diversos factores podrían ser el detonante de la crisis. Un aumento en las tasas de interés en Estados Unidos, en respuesta al alza inflacionaria y la aplicación de aranceles a productos de China, México y la Unión Europea, podría ser un elemento clave. La subida de tasas reduciría el atractivo del carry trade argentino.
Otro factor de riesgo es la baja de las tasas de interés en Argentina, que disminuiría la rentabilidad de las inversiones en pesos. En este escenario, la incertidumbre aumenta y la percepción del riesgo supera al incentivo económico, lo que podría provocar la salida masiva de capitales. En el peor de los casos, una crisis de estas características podría llevar a una nueva deuda externa, como en 2018 con el FMI, perpetuando el ciclo vicioso.
Un futuro incierto
La fiesta financiera argentina es una realidad frágil y peligrosa. Si bien la estabilidad actual brinda una sensación de tranquilidad, las fallas estructurales del sistema y la dependencia de factores externos hacen que sea cuestión de tiempo antes de que la confianza se rompa. El riesgo de un colapso financiero, con sus consecuentes consecuencias económicas y sociales, es inminente. Es necesario un cambio profundo de políticas para evitar que la fiesta de unos pocos termine siendo pagada por la mayoría de la población.
La falta de planificación y políticas económicas realistas, la ausencia de control de gastos públicos y un dólar artificialmente bajo generan una grave inestabilidad, exponiendo al país a un elevado nivel de vulnerabilidad.