La imagen del gamer adolescente, asomado a la pantalla durante horas, alimentando una adicción y aislado del mundo real, es un estereotipo que está siendo desafiado por la ciencia. Investigaciones recientes, como las llevadas a cabo por el proyecto Ciencia Gamer en Argentina, demuestran que la realidad es mucho más matizada y compleja. Estos estudios revelan una comunidad de jugadores mucho más diversa y con una relación con los videojuegos que va más allá de los prejuicios.
Desmintiendo Mitos: El Impacto Real de los Videojuegos en la Salud Mental
Con frecuencia, los videojuegos se asocian con problemas de aislamiento, ansiedad y adicción. Sin embargo, los datos recogidos por la investigadora Guadalupe de la Iglesia del CONICET en la Universidad de Palermo, desmienten estas afirmaciones de forma contundente. Su investigación, utilizando la Escala de Experiencia Gamer, indica que las experiencias positivas y negativas con los juegos no se excluyen mutuamente. De hecho, a medida que aumenta el tiempo de juego, también se incrementan tanto las experiencias positivas como las negativas.
Un estudio publicado en la Revista de Psicopatología y Psicología Clínica analizó la relación entre salud mental y el uso de videojuegos en dos grupos de participantes argentinos: 189 jugadores y 91 no jugadores. Los resultados fueron sorprendentes: no se encontraron diferencias significativas en el grado de salud mental entre ambos grupos. Este dato refuta la idea de que jugar videojuegos cause inevitablemente problemas psicológicos.
Más allá del estereotipo: diversidad en la comunidad gamer
El estudio también arrojó luz sobre la demografía de los gamers en Argentina. Contrario al estereotipo, se identificaron dos grupos principales: un grupo mayoritariamente compuesto por varones menores de 40 años que prefieren los “hardcore games” (shooters, peleas, acción/aventura, etc.), y otro grupo, en mayor parte formado por mujeres de 40 años o más, que se inclinan por videojuegos casuales, rompecabezas y juegos de palabras. Estos hallazgos revelan una realidad mucho más amplia y diversificada de lo que comúnmente se piensa.
Este hallazgo es especialmente importante porque desmitifica la imagen del gamer como un varón adolescente aislado. La realidad, según la investigación, es que la comunidad gamer es mucho más amplia, incluyendo a jugadores de diferentes edades, géneros y preferencias de juego. El promedio de edad de los jugadores en la muestra estudiada, superaba los 30 años, lo cual rompe por completo con los estereotipos preconcebidos.
El papel de la personalidad en la experiencia gamer
Los investigadores también estudiaron la relación entre la personalidad y las experiencias al jugar videojuegos. El estudio concluyó que no existe un perfil de personalidad específico para los gamers. Sin embargo, sí se observó una asociación interesante entre ciertas características de personalidad y las experiencias positivas al jugar. Las personas con mayores niveles de responsabilidad, apertura a la experiencia y extroversióntendían a reportar más experiencias positivas al jugar.
La investigadora destacó la importancia del rasgo “apertura a la experiencia”, que se relaciona con la creatividad, el interés intelectual, el gusto por el debate y el arte. Estas personas mostraron mayor probabilidad de tener experiencias gratificantes en sus sesiones de juego, sugiriendo un vínculo entre la curiosidad intelectual y el disfrute de los videojuegos.
La OMS y el uso positivo de la tecnología en videojuegos
Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha establecido límites específicos para el tiempo de juego diario, se reconoce que jugar más de tres horas diarias podría indicar un desequilibrio en la vida, en el sentido de dejar de lado actividades importantes. Esto no implica, sin embargo, que jugar videojuegos sea en sí mismo negativo. La OMS, por el contrario, admite las posibilidades terapéuticas de las técnicas usadas en los videojuegos para abordar problemas como trastornos mentales o dolor crónico.
En definitiva, los videojuegos se están presentando como una tecnología adaptable a diversas necesidades, pudiendo ser usados tanto como herramientas lúdicas como terapias, lo cual depende tanto del jugador como del enfoque. La evidencia científica actual nos empuja a dejar de lado estereotipos y prejuicios, y a analizar la relación entre videojuegos y salud mental desde una perspectiva más matizada y objetiva.
un panorama más amplio y matizado
La investigación en el campo de los videojuegos y la salud mental está desmintiendo numerosos mitos arraigados en la sociedad. Los estudios presentados demuestran que no existe una correlación directa entre jugar videojuegos y problemas psicológicos, y que el perfil del jugador es mucho más diverso de lo que se creía. En lugar de perpetuarnos en ideas preconcebidas, es necesario comprender el impacto de los videojuegos de manera más integral, reconociendo tanto sus potenciales beneficios como los desafíos asociados a su uso excesivo.