La brecha de género en el ejercicio físico es una realidad preocupante que afecta significativamente la salud de las mujeres. Mientras que la actividad física regular es fundamental para prevenir enfermedades crónicas y promover el bienestar, las mujeres enfrentan una serie de obstáculos que limitan su acceso y participación en el ejercicio.
El Desafío Diario de las Mujeres
La vida cotidiana de muchas mujeres se caracteriza por una compleja red de responsabilidades que deja poco espacio para el autocuidado, incluyendo el ejercicio físico. Consideremos el ejemplo de Neha Ruch, una madre de 39 años de Nueva York, quien intenta realizar ejercicio en un apretado horario vespertino, interrumpida constantemente por las necesidades de sus hijos. Esta experiencia no es atípica; millones de mujeres se identifican con su lucha diaria por conciliar las demandas familiares con sus propias necesidades de salud física y mental.
Este escenario cotidiano se refleja en alarmantes estadísticas. Estudios demuestran que una significativa proporción de mujeres no cumple con las recomendaciones de actividad física semanal. En un análisis de 400.000 estadounidenses, solo el 33% de las mujeres alcanzan las metas de ejercicio aeróbico, comparado con el 43% de los hombres. Esta disparidad persiste a través de diversas edades y contextos geográficos, según investigaciones internacionales que abarcan 147 países.
Las Raíces del Problema: Más Allá de la Falta de Tiempo
La falta de tiempo es una de las barreras más citadas, pero la situación es más compleja. Estudios indican una relación directa entre la brecha de género en el ejercicio y la significativa carga de trabajo no remunerado que asumen las mujeres en sus hogares. Esta carga, que incluye el cuidado del hogar y de los demás, ocupa un espacio importante de su tiempo y energía, relegando las necesidades de ejercicio y autocuidado a un segundo plano.
Expertos señalan la tendencia entre las mujeres a encontrar ‘momentos donde puedan colarse’ para realizar actividad física. Ellas reservan el ejercicio solo para los instantes en que no hay responsabilidades familiares apremiantes, sacrificando su propio bienestar por la salud y bienestar de otros. Una encuesta en 2023 reflejó esta realidad, con apenas el 4% de las madres considerando su propia salud como un indicador de éxito personal, mientras que el 31% priorizó la salud de sus hijos.
Además, la falta de seguridad en espacios públicos para hacer ejercicio y las tasas más altas de acoso hacia las mujeres en comparación con los hombres también contribuyen a esta disparidad. Incluso cuando las mujeres se sienten cómodas en gimnasios o espacios deportivos, la motivación detrás de su ejercicio a menudo se inclina hacia la estética en lugar del disfrute personal, lo que aumenta la presión y disminuye el potencial beneficio terapéutico del ejercicio.
Consecuencias para la Salud Femenina
La falta de ejercicio tiene consecuencias graves a largo plazo. Aunque las mujeres viven en promedio más años que los hombres, pasan una mayor parte de sus vidas con una salud deteriorada. Enfermedades crónicas como la cardiopatía, la diabetes y la depresión afectan más a las mujeres que no hacen suficiente ejercicio, reduciendo considerablemente su calidad de vida.
Estudios recientes revelan que las mujeres podrían experimentar beneficios incluso mayores que los hombres con la misma cantidad de actividad física, aunque se necesitan más estudios para comprender completamente este fenómeno. Aunque ‘hacer algo es mejor que no hacer nada’, el impacto positivo en la salud femenina puede ser significativamente mayor.
Esta brecha no comienza en la adultez; desde la infancia y la adolescencia, las niñas tienen menos oportunidades de acceder a instalaciones deportivas y a la participación en actividades físicas. En Estados Unidos, por ejemplo, millones de niñas menos que niños participaban en deportes de secundaria en 2019. Esto configura un círculo vicioso: los hombres llegan a la adultez con más confianza en sus capacidades físicas y más familiarizados con los entornos de ejercicio.
Rompiendo las Barreras: Hacia un Futuro más Activo
Es imperativo abordar esta brecha para promover una mejor salud femenina. Expertos sugieren estrategias como el ejercicio en compañía de amigas para fomentar la responsabilidad mutua y una sensación de seguridad, reinterpretando el ejercicio como una forma de autocuidado para cuidar mejor a los demás. Además, pequeños momentos de ejercicio a lo largo del día pueden hacer una gran diferencia.
Aceptar las fluctuaciones en las rutinas de ejercicio y practicar la autocompasión son fundamentales para que las mujeres mantengan una vida física activa. Celebrar los logros y ser flexibles, sin buscar un ideal de perfección, es la clave para lograr el balance deseado. Hay que reconocer que las mujeres son las más afectadas por la falta de tiempo debido a la cantidad de trabajo no remunerado que tienen, pero cualquier cantidad de ejercicio es mejor que ninguna.
La brecha de género en el ejercicio es un problema complejo que requiere una solución multifacética. Se necesita una mayor inversión en programas e instalaciones deportivas accesibles para las mujeres, así como la promoción de políticas que fomenten una distribución más equitativa de las tareas domésticas y el trabajo no remunerado. Solo así podremos lograr un futuro donde las mujeres tengan la misma oportunidad que los hombres de disfrutar de los innegables beneficios que el ejercicio aporta a la salud.