¡Indignante! El gobernador Llaryora nos quiere vender gato por liebre con su supuesta ‘apertura política’. Nombrar a Jessica Valentini, una radical de la vieja escuela, para la Corte Suprema de Córdoba es una burla a la justicia y un insulto a la inteligencia de los cordobeses. ¿Pluralismo? ¡No me hagan reír! Esto es puro amiguismo político disfrazado de progresismo, una maniobra para consolidar el poder y seguir llenando los bolsillos de los mismos de siempre.
El circo del pluralismo llaryorista: puro humo y espejos
Llaryora nos quiere hacer creer que con esta designación está abriendo las puertas del Poder Judicial a la diversidad. ¡Mentira! Valentini es parte del mismo sistema corrupto que ha mantenido a Córdoba en la decadencia durante décadas. Una burócrata de carrera que ha saltado de un cargo público a otro, sin tener la más mínima idea de lo que es trabajar en el mundo real, de lo que es ganarse el pan con el sudor de la frente.
¿Acaso esta señora sabe lo que es correr el mamut, como hacemos la mayoría de los cordobeses? ¿Acaso conoce la angustia de llegar a fin de mes, de pagar impuestos que se van en sueldos exorbitantes para funcionarios como ella? ¡Claro que no! Valentini es parte de la élite política que vive a costa del pueblo, una privilegiada que jamás ha pisado el barro de la realidad.
Y no me vengan con el cuento de su ‘formación académica’. ¡Por favor! En Córdoba hay miles de abogados brillantes, con experiencia en el sector privado, que podrían aportar una visión fresca y renovada a la justicia. Pero claro, esos no les sirven a Llaryora y su pandilla. Ellos necesitan gente dócil, obediente, que no cuestione el statu quo.
La justicia cordobesa: un club de amigos para la casta política
El Tribunal Superior de Córdoba es un reflejo de la podredumbre del sistema político. Un grupo de burócratas que se reparten los cargos entre ellos, perpetuando un ciclo de corrupción e impunidad que nos ahoga a todos. ¿Cuántos de esos jueces han trabajado alguna vez en el sector privado? ¿Cuántos han pagado impuestos en lugar de vivir de ellos?
La respuesta es obvia: ninguno. Son todos parásitos del Estado, que se aferran a sus privilegios mientras el pueblo se hunde en la miseria. Y ahora, con la designación de Valentini, Llaryora pretende consolidar este sistema nefasto, convirtiendo a la justicia en un apéndice más de su gobierno autoritario.
Pero no nos vamos a quedar de brazos cruzados. Los cordobeses estamos hartos de la corrupción, de la impunidad y del cinismo de la clase política. Vamos a salir a las calles a defender nuestros derechos, a exigir una justicia independiente y transparente, que esté al servicio del pueblo y no de los poderosos.
¡Basta de burócratas en la justicia! ¡Queremos jueces que representen al pueblo!
Es hora de un cambio radical en la justicia cordobesa. Necesitamos jueces que provengan del sector privado, que conozcan la realidad de la gente común, que no estén atados a los intereses de la clase política. Jueces que defiendan la ley y no los privilegios de la casta gobernante.
Llaryora y sus secuaces pretenden silenciar las voces críticas, pero no lo van a lograr. Vamos a seguir denunciando la corrupción y la falta de pluralidad en la justicia, hasta que se haga justicia de verdad. ¡El pueblo cordobés no se deja engañar!
La designación de Valentini es una provocación, una bofetada a la sociedad cordobesa. Pero también es una oportunidad para despertar, para organizarnos y luchar por una justicia que esté al servicio del pueblo. ¡No nos vamos a rendir! ¡Vamos a seguir luchando hasta que la justicia sea verdaderamente plural e independiente!