Isaac Marcet, fundador de la plataforma digital Playground, que llegó a alcanzar 30 millones de seguidores antes de su colapso, ha experimentado una profunda transformación personal. Su nuevo libro, “Historia del futuro”, cuestiona el impacto del capitalismo, la inteligencia artificial y los líderes tecnológicos de Silicon Valley. Marcet, ahora en Madrid, reflexiona sobre su trayectoria y comparte su crítica visión del futuro en una entrevista exclusiva.
El desencanto con el utopismo digital
Marcet confiesa sentirse “engañado” por el sistema que él mismo ayudó a construir. Su objetivo inicial con Playground era crear un medio de comunicación para jóvenes que promoviera la democracia y la creatividad. Sin embargo, la realidad del internet dominado por algoritmos de inteligencia artificial y la lucha por la supervivencia en el mundo digital lo llevaron al desencanto.
El punto de inflexión llegó cuando Facebook automatizó sus algoritmos, lo que provocó el desplome de las visualizaciones de Playground. “Pasamos de 1.200 millones de visualizaciones mensuales a prácticamente nada”, recuerda Marcet. Esta experiencia lo obligó a confrontar la verdad sobre el internet y sus promesas incumplidas.
Me equivoqué principalmente por ignorancia y utopismo… En internet solo puede quedar uno. Era una lucha por la supervivencia.
La inteligencia artificial: ¿una mentira absoluta?
Para Marcet, la inteligencia artificial no es una herramienta neutral, sino un instrumento diseñado para “reemplazar la realidad creando una mentira absoluta”. Considera que su propósito es deshumanizarnos, alejándonos de la verdad y de nuestra propia naturaleza. Su rechazo a herramientas como ChatGPT y su preferencia por la escritura a mano reflejan su convicción de que la tecnología actual nos aleja de lo esencial.
Marcet argumenta que la carrera geopolítica por la inteligencia artificial general, con la promesa de resolver todos los problemas de la humanidad, es una ilusión peligrosa. En lugar de buscar soluciones tecnológicas, Marcet aboga por la reconexión con lo humano a través de acciones cotidianas: reducir el consumo de tecnología, fortalecer las relaciones interpersonales y practicar la solidaridad.
La lucha por una pureza absoluta puede caer en el fascismo. Pero sí hay pequeñas acciones: reducir el consumo de tecnología, reconectar con lo humano y practicar gestos de solidaridad concreta…
El tiempo natural vs. la dictadura del reloj
Marcet rechaza la “dictadura del reloj” y el concepto de tiempo lineal impuesto por la sociedad moderna. Propone un retorno al “tiempo natural”, conectado con los ritmos de la naturaleza y del universo. Esta visión, según él, tiene profundas implicaciones históricas, ya que el reloj mecánico surgió en paralelo al capitalismo y la industrialización, convirtiéndose en una herramienta de control y manipulación.
Vincula la invención del reloj mecánico con el auge del capitalismo y la industrialización, argumentando que se utilizó para controlar y explotar a los trabajadores en las fábricas. Para Marcet, recuperar el tiempo natural implica reconectar con nuestros ritmos internos y con la naturaleza.
Frankenstein, Silicon Valley y la búsqueda de la trascendencia
Marcet establece un paralelismo entre el mito de Frankenstein y la obsesión de los magnates tecnológicos con la inmortalidad y la trascendencia a través de la tecnología. Critica la hipocresía de Silicon Valley, donde los lemas originales de empresas como Facebook, Google y Apple se han convertido en su opuesto. “La metafísica busca conectar con lo divino, mientras que ellos buscan lo contrario: un titán tecnológico que es enemigo de esa trascendencia.”
Considera que la búsqueda de la inmortalidad y la fusión con la tecnología por parte de figuras como Elon Musk son ejemplos de una dinámica “grotesca y casi incestuosa”. Para él, la verdadera trascendencia no se encuentra en la tecnología, sino en la reconexión con lo humano y lo espiritual.
Resistir en lo cotidiano: la importancia de la introspección
Para Marcet, la resistencia no se limita a la lucha política, sino que se manifiesta en las acciones cotidianas. Resistir es ser consciente del sistema que nos rodea, cuestionar sus premisas y elegir un camino diferente. Implica “tomarse el tiempo para reflexionar”, priorizar lo auténtico sobre lo superficial y cultivar la serenidad en un mundo que busca constantemente desestabilizarnos.
Defiende la importancia de la introspección, la conexión con la naturaleza y el arte como formas de resistencia. Insta a cuestionar el concepto de progreso lineal y a buscar la paz interior en medio del caos.
Resistir no es solo oponerse activamente, sino también saber cuándo detenerse, reflexionar y no ceder a la presión externa… Si optas por lo superficial y lo rápido, eres parte del sistema. Si eliges lo lento, lo profundo, lo auténtico, entonces ya estás haciendo resistencia.
El futuro de la humanidad: un llamado a la consciencia
Marcet cree que el sistema actual, basado en el consumo desmedido y el crecimiento infinito, es insostenible. La crisis ambiental y el aumento de las enfermedades mentales son señales de que necesitamos un cambio profundo. Para él, la solución no está en la tecnología, sino en la reconexión con nuestra propia humanidad, con la naturaleza y con un sentido de trascendencia que vaya más allá de lo material. Su mensaje final es un llamado a la consciencia individual y colectiva, a la responsabilidad y a la esperanza en un futuro donde lo humano prevalezca sobre la máquina.
Señala la crisis ambiental y el aumento de las enfermedades mentales como indicadores de la necesidad de un cambio de paradigma. Aboga por una transformación en la educación que promueva el pensamiento crítico y la conexión con el mundo.