El verano argentino, más que una estación, es un escenario. Un escenario donde el calor no solo sofoca la piel, sino que también aviva las intrigas, las especulaciones y los movimientos de poder. Mientras la mayoría de los argentinos busca refugio del sol en las playas y las sierras, el círculo rojo, esa élite que mueve los hilos del país, protagoniza sus propios dramas y comedias, lejos de las miradas indiscretas… o eso intentan.
Un verano de ausencias y presencias incómodas
Punta del Este, el tradicional refugio estival del establishment argentino, este año lució diferente. La austeridad predicada por el gobierno de Javier Milei y el temor a la etiqueta de “casta” espantaron a la clase política, que optó por destinos más discretos dentro del país. Sin embargo, el vacío político fue rápidamente llenado por empresarios, figuras del Poder Judicial, celebrities y miembros del jet set local, que celebraron la llegada del 2025 con la misma ostentación de siempre.
Entre las ausencias más notables, se destacó la de Alejandro Oxenford, quien espera en Estados Unidos la confirmación de su nombramiento como embajador. Tampoco se vieron las caras de altos funcionarios del gobierno, que prefirieron la Patagonia o la costa argentina para sus vacaciones. Una excepción fue la ex subsecretaria de Turismo, Yanina Martínez, quien recibió la noticia de su despido mientras disfrutaba de unas vacaciones en Londres, un amargo fin de año para una funcionaria que había logrado tejer vínculos estrechos con Daniel Scioli y Alberto Fernández.
Mientras tanto, en la Patagonia, Mauricio Macri disfrutaba de sus días en Cumelén, el exclusivo country de Villa La Angostura. Entre partidos de pádel y rondas de golf, el ex presidente se movía con la tranquilidad de quien no tiene prisa. A diferencia de Luis “Toto” Caputo, quien se movía en cuatriciclo por las playas del barrio privado, Macri prolongó su estadía, ajeno al bullicio y las especulaciones.
Rumores millonarios en la Patagonia y el nuevo epicentro del poder en Pinamar
Sin embargo, la calma de Cumelén se vio interrumpida por un rumor que corrió como reguero de pólvora entre sus exclusivos residentes: la compra millonaria de una propiedad por parte de uno de los empresarios más ricos e influyentes del país, con fuertes vínculos con el gobierno actual. La noticia, aún sin confirmar, alimentó las especulaciones sobre los nuevos centros de poder que se están configurando en la Argentina.
En la costa atlántica, Pinamar, el histórico balneario de la política argentina, también experimentó cambios significativos. El mítico parador CR, escenario de innumerables encuentros y negociaciones políticas, cedió su lugar a Casa Mar como nuevo punto de encuentro del círculo rojo. En la noche del jueves, Los Totora animaron la fiesta de fin de año, marcando el inicio de una nueva era en el mapa del poder pinamarase.
Detrás de Casa Mar, se vislumbra la figura de Rodrigo Morán, un ex legislador porteño con vínculos con el macrismo y una habilidad especial para las relaciones públicas. Su presencia en este nuevo epicentro del poder sugiere una reconfiguración de las alianzas y los intereses que se disputan la escena política.
El regreso del “Chiqui” Tapia: una jugada maestra con sabor a revancha
El retorno de Claudio “Chiqui” Tapia a la presidencia del CEAMSE, apenas dos meses después de haber sido desplazado de la vicepresidencia, es una muestra de su capacidad de maniobra y su influencia en los pasillos del poder. Su estrategia de regreso, que contó con la colaboración clave de Jorge Ferraresi como intermediario con Axel Kicillof, no solo le permitió recuperar su posición, sino que también lo consolidó como un actor político de peso.
La jugada de Tapia, sin embargo, va más allá de una simple revancha política. Su regreso al CEAMSE le otorga una plataforma de poder que podría ser clave en sus aspiraciones futuras, tanto en el ámbito del fútbol como en el escenario político más amplio. Su alianza con Kicillof, en detrimento del cristinismo, abre nuevos interrogantes sobre las posibles configuraciones del peronismo de cara a las próximas elecciones.
Mientras tanto, un grupo de intendentes peronistas, liderados por Ferraresi, esperan una señal de Kicillof para lanzarse a la batalla contra el kirchnerismo en la interna del peronismo bonaerense. Juan Zabaleta, ex intendente de Hurlingham, promete una “campaña agresiva, a fondo”, buscando emular el estilo disruptivo de Javier Milei. La tensión política en la provincia de Buenos Aires se palpita en el aire, anticipando un año electoral cargado de emociones fuertes.
El juego de tronos porteño y la sombra de Tebas sobre la AFA
En la Ciudad de Buenos Aires, la decisión de Jorge Macri de desdoblar las elecciones, con la asesoría del estratega catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, ha generado un cimbronazo político. La movida del jefe de Gobierno porteño no solo anticipa una batalla campal con Javier Milei, sino que también ha despertado inquietudes en el peronismo y el radicalismo, e incluso en el equipo de Horacio Rodríguez Larreta. Las sombras de las elecciones porteñas se proyectan sobre el verano, anticipando un año de fuertes disputas por el control de la ciudad.
En el mundo del fútbol, una reunión secreta entre Javier Milei y Javier Tebas, presidente de La Liga española, ha generado especulaciones sobre el futuro de la AFA y los clubes argentinos. Tebas, un crítico acérrimo de Claudio Tapia, habría expresado su descontento con la gestión del presidente de la AFA durante un encuentro en Casa Rosada. Sin embargo, la posterior visita de Karina Milei a Tapia en Paraguay, en el marco de la confirmación de Argentina como sede del Mundial 2030, sugiere un intento de distensión entre el gobierno y la AFA. El futuro del fútbol argentino, al igual que el del país, se escribe en el verano, entre rumores, intrigas y alianzas estratégicas.