Durante décadas, la pregunta sobre si hombres o mujeres son más inteligentes ha generado un debate acalorado. Sin embargo, la ciencia tiene una respuesta clara: no hay diferencias significativas en la capacidad intelectual promedio entre ambos géneros. Este mito, carente de sustento científico, es desmentido por expertos como Roberto Colom, catedrático de Psicología Diferencial de la Universidad Autónoma de Madrid.
Desmintiendo el mito de la superioridad intelectual por género
El Dr. Colom afirma categóricamente: “Los datos acumulados en la investigación psicológica nos dicen que no hay diferencia en promedio en la capacidad intelectual si se comparan grupos representativos de hombres y mujeres.” Esto significa que las generalizaciones sobre la inteligencia basada en el género son infundadas.
La inteligencia, según el experto, es una “capacidad mental muy general” que permite razonar, planificar y resolver problemas de forma eficiente. Cualquier variación observada no reside en el género, sino en factores individuales, con una influencia menor de la genética y el entorno.
Los factores que moldean la inteligencia
La inteligencia humana es un producto complejo de la interacción entre genes y ambiente. Colom explica que, en la infancia y adolescencia, la genética representa aproximadamente el 40% de la variación en la inteligencia. Esta influencia genética se incrementa a lo largo de la vida, llegando hasta el 80% en la adultez.
Sin embargo, el ambiente juega un papel crucial y continuo. Nuestras experiencias, el contexto social, educativo y cultural en el que nos desenvolvemos moldean nuestra inteligencia a lo largo de la vida, incluso modificando la expresión de nuestros genes. “La inteligencia es heredable y moldeable”, enfatiza Colom, “los genes marcan una base, pero las experiencias y el contexto son determinantes en el desarrollo de esa capacidad.”
Entrenar la mente: El ejercicio para la inteligencia
Al igual que el cuerpo necesita ejercicio físico para mantenerse en forma, la mente también requiere un entrenamiento constante para mantener y potenciar su agilidad intelectual. Colom advierte que “Si no pones a prueba tu capacidad intelectual, esta se va reduciendo.”
Para fortalecer nuestra inteligencia, el especialista recomienda actividades que representen un reto mental. Esto puede incluir desde la práctica regular de ejercicio físico, que mejora la circulación sanguínea al cerebro, hasta el aprendizaje continuo a través de la lectura, la resolución de puzzles, el estudio de nuevas disciplinas, o la participación en actividades creativas, como la pintura o la música. La clave, resalta Colom, radica en encontrar aquello que estimula individualmente a cada persona.
La tecnología: aliada o enemiga de la inteligencia?
En la era digital, la influencia de las pantallas y la tecnología en general sobre nuestra capacidad cognitiva es un tema recurrente. Colom aboga por una postura equilibrada, rechazando la demonización de la tecnología. Las herramientas tecnológicas, en sí mismas, no son negativas; su impacto depende del uso que se haga de ellas.
El experto sugiere que la madurez intelectual, especialmente en jóvenes, debe ser el factor determinante para el acceso y uso de dispositivos como smartphones y tablets. El uso responsable de estas herramientas, integrándolas como apoyo al aprendizaje y a la exploración de conocimiento, puede incluso favorecer el desarrollo cognitivo.
Celebrando la diversidad y potenciando nuestra capacidad intelectual
La inteligencia no es una competición entre géneros; es una capacidad individual moldeable a lo largo de la vida. El mito de la superioridad intelectual de un género sobre otro carece de base científica. En lugar de centrarse en diferencias inexistentes, debemos potenciar nuestra capacidad intelectual a través de estímulos constantes, aprendizaje continuo y un uso responsable de la tecnología. El ejercicio mental, como el físico, es fundamental para mantener una mente ágil y creativa, independientemente de nuestro género.
Es crucial reconocer que la diversidad enriquece nuestra sociedad y que cada individuo tiene un potencial único para desarrollar su inteligencia. El enfoque debe estar en el desarrollo personal y el aprovechamiento de las habilidades individuales, más que en las comparaciones infundadas entre géneros.