Córdoba, Argentina, está en llamas… ¡pero no por el calor! La ciudad se encuentra inmersa en una ola de violencia sin precedentes, con el transporte público como uno de sus principales blancos. Choferes de colectivos, convertidos en víctimas de asaltos, agresiones y hasta intentos de homicidio, están tomando medidas desesperadas: ¡se niegan a entrar en las llamadas “zonas rojas”!
El terror en las rutas cordobesas
No es una exageración. Los ataques a choferes se han vuelto tan comunes que la UTA Córdoba, el sindicato que los representa, ha confirmado el incremento dramático de la violencia en los últimos meses. No sólo se trata de robos, sino de ataques feroces que dejan a los trabajadores con heridas graves, traumatizados y con el temor constante de perder la vida.
El caso más reciente es el de un conductor de la línea 51, en Villa Angelelli, víctima de un violento asalto. Pero hay muchos más: golpizas, heridas de arma blanca, robos a mano armada… un verdadero escenario de guerra urbana que se repite a diario.
La indignación ha explotado en redes sociales. Un usuario de X (antes Twitter) relata cómo fue abandonado por un chofer a las 8 de la noche en la entrada de un barrio peligroso. “No entran más al barrio por seguridad”, escribió, criticando la pésima prestación del servicio.
“No entran más al barrio por seguridad. Claro total, al resto de vecinos que salimos de trabajar o de estudiar tenemos la protección de Batman. Una burla, cobran unos de los boletos más caros del país, dan un servicio de mierda y ahora además pasan por donde quieren.” – @joakosos1
La UTA: Entre la espada y la pared
Adrián Lentini, vocero de la UTA Córdoba, confirmó a Cadena 3 la triste realidad. Según Lentini, la decisión de no ingresar a ciertos barrios después de las 8 de la noche no es una cuestión de capricho, sino una medida de supervivencia. “Hay lugares críticos, llamados ‘zonas rojas’, donde la inseguridad es desbordante” aseguró el vocero.
Lentini no solo denuncia la falta de presencia policial, sino también la ineficacia de la misma. “Muchas veces la Policía no nos quiere acompañar; a veces va un móvil detrás y arrojan piedras al colectivo y al patrullero, y es peor”, lamentó.
La situación se agrava cuando los pasajeros no pueden pagar el pasaje. “La gente sube y no tiene saldo en la tarjeta, lo que genera conflictos en el colectivo”, dijo Lentini.
Pero el vocero de UTA Córdoba intenta matizar un poco el debate: “La mayoría de la gente trabajadora en estos barrios también es víctima de la violencia, no se puede generalizar la situación.” Es decir que para los choferes es necesario elegir entre su seguridad personal y la necesidad de los pasajeros.
Un problema que crece sin control
La inseguridad en el transporte público de Córdoba no es un problema nuevo, pero sí uno que se ha desbordado en los últimos meses. Se ha convertido en una crisis social que afecta la vida de miles de personas. El caso de un compañero al que “le pegaron, le robaron y hace dos o tres meses había viajado y no quería pagar el boleto”, descrito por Lentini, ilustra el nivel de violencia.
La pregunta que queda en el aire es: ¿Hasta cuándo los colectiveros tendrán que elegir entre su vida y su trabajo? ¿Qué harán las autoridades para garantizar la seguridad de los trabajadores y de los pasajeros?
El problema requiere una solución integral, que involucre una mayor presencia policial efectiva en las zonas de riesgo, controles más rigurosos sobre la venta de pasajes y, especialmente, un abordaje profundo de las causas que generan la inseguridad, ya que solo con soluciones de fondo podrá revertirse el cuadro de violencia crónica que sufre la provincia de Córdoba.
Esta situación, lejos de ser un problema aislado, es un reflejo de una sociedad donde la violencia gana terreno y las instituciones parecen impotentes para detenerla. No hay superheroes ni Batman. Las autoridades de Cordoba deben actuar con responsabilidad para detener este preocupante panorama de inseguridad. El futuro del transporte público, y la seguridad de los cordobeses, está en juego.