La negativa de dos funcionarios rusos a someterse a un control de alcoholemia en Buenos Aires ha desatado una controversia que pone en tela de juicio los límites de la inmunidad diplomática y la obligación de respetar las leyes locales. El caso, que ha generado una fuerte reacción de la organización Madres del Dolor, reaviva el debate sobre la responsabilidad de los diplomáticos extranjeros en el país.
El incidente y la controversia legal
Los hechos ocurrieron durante un control de rutina realizado por agentes de tránsito porteños en la víspera de Navidad. Dos diplomáticos rusos, Sergei Baldin y Timur Salomatin Cardmath, se negaron a realizar el test de alcoholemia, argumentando que su estatus diplomático los eximía de cumplir con esta norma local. Esta negativa desató una serie de denuncias cruzadas, incluyendo una por parte de la diputada Marcela Pagano (La Libertad Avanza) contra los funcionarios porteños por presunto abuso de autoridad.
El abogado Javier Baños presentó una denuncia adicional, alegando que los diplomáticos fueron amenazados por la policía y que el control al que se les pretendía someter era ilegal. Baños sostiene que “al estar dentro del auto, es como si estuvieran dentro de la embajada”, invocando la inviolabilidad del domicilio diplomático. Sin embargo, la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, en su Artículo 41, establece que los diplomáticos deben respetar las leyes del país receptor, sin perjuicio de sus privilegios e inmunidades.
La voz de Madres del Dolor
Viviam Perrone, fundadora de Madres del Dolor, organización que lucha contra la impunidad en siniestros viales, criticó duramente la defensa de los diplomáticos rusos y la denuncia de Pagano. En una carta abierta, Perrone enfatizó que “la inmunidad diplomática no los exime de cumplir la ley” y que existen “leyes básicas como el respeto al semáforo, no tapar las rampas para discapacitados, no conducir en estado de embriaguez”, que deben ser respetadas por todos, incluyendo a los diplomáticos.
Perrone, cuya lucha se originó tras la muerte de su hijo por un conductor imprudente, recordó el dolor de las víctimas de accidentes de tránsito y la importancia de que todos, sin excepción, se sometan a las normas de tránsito para proteger la vida. La organización Madres del Dolor ha expresado su total apoyo a los funcionarios porteños involucrados en el operativo.
El debate sobre la inmunidad diplomática
El caso ha reabierto el debate sobre los alcances de la inmunidad diplomática. Si bien la Convención de Viena protege a los diplomáticos de la jurisdicción penal del Estado receptor, no los exime de la obligación de respetar sus leyes. Expertos en derecho internacional, como el ex embajador Diego Guelar, coinciden en que la inmunidad no implica un “permiso para violar las leyes” y que los diplomáticos deben acatar las normas de tránsito locales.
La discusión se centra en determinar si la negativa a someterse a un control de alcoholemia constituye una violación de la ley o si se encuentra amparada por la inmunidad diplomática. Algunos argumentan que el control de alcoholemia, al ser un procedimiento administrativo y no un arresto, debería ser obligatorio para todos. Otros, en cambio, sostienen que la negativa no puede ser sancionada penalmente debido a la inmunidad.
Más allá de la interpretación legal, el caso plantea una cuestión ética: ¿es aceptable que diplomáticos extranjeros se nieguen a cumplir con normas que buscan proteger la seguridad vial de todos los ciudadanos? La postura de Madres del Dolor, que pone el foco en las víctimas de accidentes de tránsito, aporta una dimensión moral al debate.
Un llamado a la responsabilidad
El incidente con los diplomáticos rusos debería servir como un llamado a la responsabilidad para el cuerpo diplomático acreditado en Argentina. La inmunidad diplomática es un privilegio que debe ser ejercido con prudencia y respeto por las leyes del país receptor. La negativa a someterse a un control de alcoholemia, más allá de sus implicaciones legales, envía un mensaje negativo a la sociedad y puede dañar las relaciones bilaterales.
Es fundamental que la Cancillería argentina aclare los alcances de la inmunidad diplomática en casos como este y que promueva un diálogo con las embajadas para asegurar el cumplimiento de las normas de tránsito. La seguridad vial es una responsabilidad compartida y ninguna persona, independientemente de su estatus diplomático, debería estar exenta de contribuir a ella.