En la Capilla de San Pedro, en Lucerna, Suiza, un experimento inusual ha desafiado las convenciones tradicionales de la fe y la tecnología. Un avatar de Jesús, impulsado por inteligencia artificial, interactuó con visitantes durante dos meses, respondiendo preguntas sobre temas que van desde el amor y la soledad hasta la guerra y el sufrimiento. Este experimento, conocido como “Deus in Machina”, ha generado tanto elogios como controversia, planteando interrogantes sobre el papel de la IA en la religión y la naturaleza misma de la fe en la era digital.
Un Confesionario Digital: La IA se Encuentra con la Fe
La instalación, ubicada en un confesionario tradicional, invitaba a los visitantes a interactuar con un “Jesús digital” en una pantalla. A través de una interfaz simple, con luces que indicaban cuándo hablar y escuchar, los participantes podían plantear preguntas al avatar, que respondía basándose en las Escrituras. Este formato, que replicaba la intimidad del confesionario, buscaba fomentar una experiencia de introspección y reflexión en un contexto tecnológico.
El proyecto “Deus in Machina” fue concebido como un experimento artístico para explorar la intersección entre la tecnología y la espiritualidad. Marco Schmid, teólogo de la capilla y líder del proyecto, enfatizó que el objetivo no era reemplazar la interacción humana o las confesiones sacramentales, sino más bien provocar una reflexión sobre cómo la IA puede influir en nuestra comprensión de la fe.
Resultados y Reacciones: Entre la Fascinación y la Duda
Cerca de 900 conversaciones anónimas fueron transcritas durante los dos meses del experimento. Los organizadores reportaron que los visitantes a menudo salían conmovidos o reflexivos, y que la mayoría encontró la interacción con el “Jesús IA” sorprendentemente natural. Los temas abordados fueron diversos, incluyendo preguntas existenciales sobre la vida después de la muerte, la existencia de Dios, y dilemas morales contemporáneos como el abuso sexual en la Iglesia y la homosexualidad.
Philipp Haslbauer, responsable del aspecto técnico del proyecto, explicó que el sistema utilizaba GPT-4 de OpenAI para generar las respuestas, combinado con un software de reconocimiento de voz y un generador de avatares para crear una experiencia audiovisual inmersiva. Sorprendentemente, el equipo decidió no implementar filtros de contenido, confiando en la capacidad de GPT-4 para manejar temas controvertidos con responsabilidad.
Si bien la respuesta general fue positiva, el proyecto también suscitó críticas. En redes sociales, algunos lo calificaron de “blasfemo” o “obra del diablo”, argumentando que la IA trivializa la fe y la figura de Jesús. Otros expresaron preocupación por la privacidad de las confesiones y la posibilidad de que la IA pueda ser manipulada para difundir información sesgada o incluso herética.
Implicaciones Éticas y el Futuro de la Fe Digital
El experimento “Deus in Machina” plantea preguntas fundamentales sobre la ética de la IA en la religión. ¿Es apropiado utilizar la tecnología para simular figuras religiosas? ¿Cómo podemos garantizar la privacidad y la seguridad de la información compartida en un contexto de confesión digital? ¿Puede la IA realmente proporcionar guía espiritual o simplemente imita la sabiduría humana?
Más allá de las cuestiones éticas, el proyecto también abre un debate sobre el futuro de la fe en la era digital. A medida que la tecnología se integra cada vez más en nuestras vidas, ¿cómo se adaptarán las religiones a este nuevo panorama? ¿Podría la IA facilitar el acceso a la espiritualidad para las nuevas generaciones o, por el contrario, alejarlas de la experiencia auténtica de la fe?
La Iglesia Católica, incluyendo al Papa Francisco, ha expresado su interés en el potencial de la IA, pero también ha advertido sobre la necesidad de un uso ético y responsable. El llamado del Papa a un tratado internacional para regular la IA refleja la creciente preocupación por las implicaciones de esta tecnología en la sociedad, incluyendo su impacto en la fe y la espiritualidad.
El experimento en Lucerna, aunque controvertido, ha logrado su objetivo principal: generar un diálogo sobre las complejas interacciones entre la fe, la tecnología y la humanidad. A medida que la IA continúa evolucionando, es crucial que estas conversaciones se profundicen para asegurar que su uso en el ámbito religioso sea ético, responsable y respetuoso con la diversidad de creencias.