Una serie de asesinatos en la zona norte del conurbano bonaerense y en el barrio porteño de Recoleta, perpetrados con una violencia escalofriante, ha puesto al descubierto una guerra narco entre ciudadanos uruguayos en territorio argentino. La trama, que se asemeja a la intrincada estructura de las muñecas rusas, revela una compleja red de venganzas, traiciones y ajustes de cuentas en el submundo del narcotráfico.
El primer eslabón: un intento de asesinato en Pilar
La noche del 25 de septiembre, un joven uruguayo identificado como Joaquín Andrés Amoros Sanguinetti, de 27 años, denunció un intento de robo de su BMW valuado en 80 mil dólares en la localidad de Pilar. Sin embargo, la cantidad de disparos efectuados -17 en total- y la dinámica del ataque hicieron sospechar a la policía que se trataba de un intento de asesinato. Este episodio sería el primer eslabón de una cadena de violencia que se extendería por varios meses.
La investigación posterior reveló que Amoros Sanguinetti utilizaba una identidad falsa, lo que dificultó aún más el esclarecimiento del caso. Este individuo, que se movía con un alto perfil económico a pesar de no tener ocupación declarada, se esfumaría tras un segundo ataque perpetrado semanas después.
El segundo ataque: un asesinato a sangre fría en Derqui
El 12 de octubre, otro ciudadano uruguayo, Marcelo González Algerini, de 36 años, fue asesinado a balazos mientras se encontraba en un kiosco en Derqui, partido de Pilar. El crimen fue ejecutado por un sicario que se movilizaba en una camioneta Jeep Renegade, similar a la utilizada en el ataque anterior. Horas después del asesinato, se reportó el robo de tres kilos de cocaína del domicilio de Algerini, lo que confirmó la hipótesis de un ajuste de cuentas ligado al narcotráfico.
La declaración de la novia de Algerini fue crucial para avanzar en la investigación. La testigo reveló que su pareja tenía un socio, Teófilo Américo Sturm González, de 80 años, y que ambos estaban involucrados en el ataque contra Amoros Sanguinetti en septiembre. Teófilo Sturm González fue detenido, pero su hijo Fabián, considerado coautor del crimen, se dio a la fuga junto con el falso Amoros Sanguinetti.
El ajuste de cuentas final: un crimen mafioso en Recoleta
Fabián Sturm Jardón, de 42 años, el hijo prófugo de Teófilo, fue asesinado el 12 de diciembre en Recoleta. La víctima, que se había mudado a la ciudad para ocultarse de la justicia y de sus enemigos, fue emboscado por un sicario que lo esperaba en un auto robado. El asesino, que usaba una peluca y un arma con silenciador, le disparó tres tiros por la espalda y le robó una riñonera antes de huir.
El hallazgo del arma homicida, una pistola 9 milímetros con silenciador, en un auto abandonado en el barrio del Abasto, abrió nuevas líneas de investigación. Se sospecha que se trata de la misma arma utilizada en los ataques anteriores, lo que confirmaría la conexión entre los tres crímenes y la existencia de una guerra narco entre bandas uruguayas.
Las hipótesis y las implicaciones para la seguridad
La principal hipótesis que manejan los investigadores es que la serie de crímenes se originó por una disputa relacionada con el robo de un cargamento de droga. Se cree que Sturm Jardón y su socio, González Algerini, se quedaron con un botín que no les pertenecía, desatando la furia de una organización criminal uruguaya.
La violencia extrema utilizada en los asesinatos y la planificación de las emboscadas evidencian el alto grado de organización y peligrosidad de las bandas involucradas. Este caso ha puesto en alerta a las autoridades argentinas sobre la presencia de grupos criminales uruguayos operando en el país y la necesidad de fortalecer la cooperación bilateral para combatir el narcotráfico.
La investigación continúa en curso, con la justicia buscando determinar la identidad del falso Amoros Sanguinetti y la del sicario que asesinó a Sturm Jardón en Recoleta. La guerra narco entre uruguayos, lejos de terminar, podría sumar nuevos capítulos en los próximos meses.