La oscuridad de la madrugada cordobesa fue testigo de una escena que helaba la sangre: cuatro jóvenes, emergiendo de las sombras de un taxi, transformaron la tranquilidad de la calle Norberto de la Riestra en un escenario de terror. Un bidón de combustible, un encendedor, una ráfaga de nueve milímetros y una cámara que registraba cada detalle macabro, fueron las herramientas que utilizaron para sembrar el pánico en el barrio Müller. La cartulina con amenazas, dejada como un mensaje siniestro antes de su huida, era la firma de una guerra que se libra desde el interior de las cárceles cordobesas.
Descripción: La imagen muestra elementos secuestrados en uno de los operativos policiales, incluyendo ropa similar a la de la policía y un chaleco antibalas de la Bonaerense. Esta evidencia visual refuerza la idea de la profesionalización y la planificación de los ataques.
El terror se extiende desde las sombras de la prisión
Este ataque no fue un hecho aislado. En cuestión de días, barrios como Nuestro Hogar 3, Remedios de Escalada y El Pueblito, en Marqués Anexo, sufrieron episodios similares. La conexión entre las víctimas: todas familias de personas detenidas en la cárcel de Cruz del Eje. Allí, en las entrañas de uno de los pabellones de máxima seguridad, se gesta una batalla por el control del territorio, una lucha por el dominio del narcotráfico dentro y fuera de los muros de la prisión.
La guerra no se limita a las rejas. Se extiende a las calles, a los hogares de aquellos que, por lazos familiares, están conectados con los protagonistas de esta disputa. Los presos, en su afán por controlar la venta de drogas, extorsionan y amenazan a las familias de sus rivales para obligarlos a colaborar, convirtiendo a mujeres y niños en víctimas inocentes de una guerra que no eligieron.
Objetivo: Establecer la conexión entre los ataques y la guerra interna en la cárcel de Cruz del Eje, presentando el contexto general de la situación.
Un ‘pluma’ que busca extender su imperio de terror
En el epicentro de esta guerra se encuentra un “pluma”, el jefe de un pabellón, que busca expandir su dominio. Su objetivo: controlar la red de negocios ilícitos que florece en la cárcel: drogas, teléfonos celulares, estafas y una serie de “peajes” internos que le generan importantes ganancias. Pero su ambición va más allá de los muros de la prisión. Busca extender su imperio al exterior, obligando a los familiares de otros presos a vender drogas para él en los barrios y a convertirse en “mulas” que transporten las dosis al interior del penal.
Videos que circulan entre los detenidos muestran la crudeza de la situación: encapuchados con uniformes policiales y armas de grueso calibre amenazando a reconocidos narcos de la ciudad, presos filmando sus propias respuestas desafiantes desde sus celdas, balaceras e incendios en los barrios. Estas imágenes son el reflejo de una realidad que desborda las calles y penetra en lo más profundo del sistema penitenciario.
Objetivo: Presentar al ‘pluma’ como el principal responsable de la ola de violencia y detallar sus objetivos y métodos.
Las muertes violentas: ¿Conectadas con la guerra?
En medio de esta escalada de violencia, dos muertes a tiros sacuden a la ciudad. Denis Suárez, encontrado con un disparo en la cabeza en barrio Maldonado, y Luciano Guevara Güemes, ejecutado en la calle en barrio Sarmiento. Si bien las investigaciones aún no han establecido una conexión directa con los ataques ordenados desde la cárcel, la sombra de la duda se cierne sobre estos casos. Suárez, compañero de pabellón de algunos de los presos cuyas familias fueron atacadas, podría ser una pieza más en este complejo rompecabezas de violencia.
El caso de Guevara Güemes, ejecutado sin mediar palabra en plena calle, conmociona por su crudeza. “Hace mucho que no veíamos un crimen de ese tipo”, confesó una fuente policial, dejando entrever la frialdad y la impunidad con la que se manejan los sicarios. La pregunta que todos se hacen es si estas muertes están relacionadas con la guerra narco que se libra desde la cárcel.
Objetivo: Describir las muertes violentas que ocurrieron en el contexto de los ataques y plantear la posible conexión entre ambos.
“La Chancha”: El cerebro detrás del terror
Las investigaciones apuntan a un sujeto conocido como “la Chancha” como el posible cerebro detrás de esta ola de violencia. Con un prontuario que incluye secuestro extorsivo, robos y narcotráfico, “la Chancha” opera desde la cárcel de Cruz del Eje, donde ha consolidado su poder. Su influencia se extiende a las calles a través de una red de “perros”, sicarios que ejecutan sus órdenes sin dudar.
Objetivo: Identificar al presunto líder de la organización criminal responsable de los ataques y describir su historial delictivo.
Cárceles, barras bravas y el narcotráfico: Un cóctel explosivo
La guerra por el control del narcotráfico en Córdoba no se limita a las cárceles. Se extiende a las barras bravas, donde “la Chancha” también tendría influencia. Informantes aseguran que un lugarteniente de “la Chancha”, con un largo prontuario y conexiones con la barra de Instituto, estaría involucrado en la disputa por el liderazgo de la barra de Belgrano. Esta conexión entre cárceles, barras bravas y narcotráfico conforma un cóctel explosivo que amenaza la seguridad de la ciudad.
Objetivo: Mostrar la conexión entre las cárceles, las barras bravas y el narcotráfico como parte de un mismo problema.
La sombra de “los rosarinos”
En los pasillos de las cárceles y en las calles de Córdoba, se habla con insistencia de “los rosarinos”. Se cree que sicarios provenientes de Rosario, contratados por las bandas locales, estarían involucrados en la ola de violencia que azota a la ciudad. La presencia de estos profesionales del crimen, con su experiencia en el manejo de armas y su capacidad para generar terror, agrega un nuevo elemento de preocupación para las autoridades.
Objetivo: Introducir la posible participación de sicarios de Rosario en los hechos, agregando una nueva capa de complejidad al problema.
Evidencia que preocupa: Uniforme policial y chaleco de la Bonaerense
Tras uno de los ataques en Marqués Anexo, la policía detuvo a tres sospechosos que intentaban huir en un taxi. En el vehículo se encontró una escopeta, un uniforme similar al de la Guardia de Infantería y un chaleco antibalas de la Policía Bonaerense. Este hallazgo plantea interrogantes sobre la posible complicidad de fuerzas de seguridad en los hechos y la profesionalización de las bandas criminales. La dueña del taxi, ajena a los hechos, declaró desconocer las actividades del chofer.
Objetivo: Describir el operativo policial que resultó en la detención de tres sospechosos y el hallazgo de evidencia comprometedora, incluyendo un uniforme policial y un chaleco antibalas.